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¿Qué escondía el copiloto?

El hospital de Düsseldorf dice que sus médicos no trataron al copiloto de 27 años por depresión, la teoría principal de los investigadores del accidente del vuelo 9525 de Germanwings.

Redacción Internacional
28 de marzo de 2015 - 01:43 a. m.
Una lápida en memoria de las 150 víctimas del accidente de Germanwings Airbus A32 en el pueblo de Le Vernet. /AFP
Una lápida en memoria de las 150 víctimas del accidente de Germanwings Airbus A32 en el pueblo de Le Vernet. /AFP
Foto: AFP - JEFF PACHOUD

El ruido imperturbable de la respiración del copiloto Andreas Lubitz dentro de la cabina segundos antes de que estrellara el Airbus A320 contra los alpes franceses, llevándose la vida de 149 personas, podría tener una explicación en una receta médica rota que encontraron los investigadores en su casa. Según la fiscalía de Düsseldorf, que registró su domicilio, el día del vuelo fatal Lubitz había recibido una incapacidad médica que ocultó a su empleador y que revela que el copiloto de 27 años recibía un tratamiento, aunque no especificó para qué tipo de enfermedad.

La aerolínea Germanwings emitió un comunicado en el que asegura que no recibió ningún parte de baja que impidiera a Lubitz trabajar. El hecho de que entre los documentos encontrados hubiera “bajas médicas rotas, actuales e incluso vigentes para el día de los hechos, indica que el afectado ocultó a su empleador y a su entorno profesional su enfermedad”, explica la fiscalía, que no menciona un problema mental, como sí lo hace el semanario alemán Der Spiegel, que recuerda que en 2009 Lubitz sufrió una severa depresión que lo obligó a suspender su entrenamiento. Según el periódico inglés The Times, ese episodio incluía “crisis de ansiedad y depresiones” y llevó al joven a recibir tratamiento psiquiátrico durante 18 meses.

Una amiga del piloto le habría dicho al periodista Matthias Gebauer de Der Spiegel que hace seis años Lubitz “se vio obligado a abandonar sus estudios durante seis meses a causa del síndrome de burnout, una especie de depresión causada por el estrés”. Sin embargo, los registros señalan que después de eso terminó su formación en la escuela de pilotos de Lufthansa de Bremen en 2008 y pasó las pruebas de la Agencia Federal de Aviación de Alemania, que incluyen evaluaciones físicas y psicológicas.

El diario Bild aseguró en su edición del viernes, citando al “entorno de Lufthansa”, que el copiloto había sufrido “episodios de profunda depresión y que atravesaba una crisis de pareja”. La revista Focus reveló que Lubitz justamente acababa de comprar dos autos marca Audi, uno de los cuales sería para su novia. Por su parte, el diario berlinés Der Tagesspiegel informó que Andreas Lubitz había seguido un tratamiento por depresión en la Clínica Universitaria de Düsseldorf. En un comunicado, ese centro médico aclaró que efectivamente Lubitz había sido atendido ahí y que su última visita se produjo el día 10 de marzo. No obstante calificó de “incorrecto” que fuera para un tratamiento por depresión e indicó que había sido para contrastar diagnósticos.

Algo que critica la psicóloga clínica Masuma Rahim en el periódico inglés The Guardian. La experta pide a los medios de comunicación no estigmatizar la depresión, una enfermedad que, explica, sufre el 20% de la población mundial, sin importar la profesión en la que trabaje. “El piloto Andreas Lubitz pudo haber sufrido de depresión, pero eso no explica lo que hizo. Se está satanizando a la gente con algún problema mental”, aseguró. Y agregó: “Tener depresión no significa necesariamente que alguien no sea apto para el trabajo”.

Según filtraron varios canales, el acta del copiloto en la Oficina Federal de Aviación lleva la abreviatura “SIC”, propia de quien requiere un “examen médico regular específico”.

El episodio hizo que varias aerolíneas tomaran medidas especiales. La Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA) notificará en las próximas horas a las aerolíneas la recomendación europea de que siempre haya al menos dos personas autorizadas en la cabina de mando. ¿Si esta medida ya hubiera existido, se podría haber evitado el siniestro? Para el director ejecutivo de la aerolínea, Thomas Winkelmann, no. “Estamos todos completamente en shock. Se trata de un hecho que no podríamos haber imaginado (...) Me queda la duda de si una persona que quiere cometer un acto criminal con esta energía podría ser frenado si, por ejemplo, hubiera una azafata o miembro de la tripulación en la cabina”, señaló.

Por Redacción Internacional

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