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España, un socio importante para Colombia

Es uno de los países que mayor compromiso han tenido históricamente con Colombia. En los últimos veinticinco años, la cooperación ascendió a 562 millones de euros.

Jerónimo Ríos Sierra
03 de noviembre de 2014 - 02:00 a. m.
El presidente español, Mariano Rajoy, expresó su voluntad de cooperar en el posconflicto colombiano. /AFP
El presidente español, Mariano Rajoy, expresó su voluntad de cooperar en el posconflicto colombiano. /AFP
Foto: AFP - DANI POZO

La visita del presidente Juan Manuel Santos a España no es casualidad. En el marco de la cooperación internacional para el desarrollo, Colombia ha ido transitando hacia una difícil tesitura, resultado de sus particularidades internas. El hecho de que se trate de un país de renta media-alta, con excelentes indicadores macroeconómicos y a las puertas de la OCDE resulta, en cierto modo, una encrucijada respecto de la cual la cooperación ha de resultar cauta. Ello porque Colombia sigue siendo uno de los países más desiguales del mundo, con unos niveles de inequidad en la distribución de la riqueza exorbitantes. 

Asimismo, porque adolece de unas disparidades regionales igualmente notables, especialmente evidentes en la costa del Pacífico, y donde, a tenor de los indicadores socioeconómicos, la cooperación no tendría que desaparecer nunca. Máxime si departamentos como Nariño, Cauca o Chocó, además, son de los más afligidos por la situación actual que presenta el conflicto armado.

Dadas las circunstancias, el encuentro de Juan Manuel Santos con Mariano Rajoy es una oportunidad idónea para discutir cómo debe diseñarse la cooperación entre ambos países dentro del horizonte del nuevo Marco de Asociación País, MAP, que comenzará en 2015 y en el que España debe seguir concitando armoniosamente un enfoque regional con un enfoque integral de construcción de paz y basado en el cumplimiento de derechos humanos. Esto es, un enfoque transversal que se ha desarrollado en torno a cuatro ejes prioritarios: agua y saneamiento básico, género en desarrollo, crecimiento económico para la reducción de la pobreza y construcción de la paz.

Así, la cooperación española ha sido fiel al parámetro característico de la cooperación europea, evidente en los denominados como Laboratorios de Paz, que han sido instrumentos exitosos desarrollados en algunos de los enclaves más violentos del país sobre el propósito de superar las condiciones estructurales que dieron lugar a la violencia, priorizando, a tal efecto, la recomposición del tejido social mermado por el conflicto armado.

Dicho sea de paso, el encuentro entre presidentes, además de servir para discutir e identificar posibles horizontes de acción, debe contribuir a fortalecer la posición de España dentro de la coyuntura actual de la propia negociación con las Farc. Lo más importante del viaje de Santos por Europa sería el aprendizaje de ciertas nociones sobre el término de “posconflicto”, del cual Europa atesora un importante valor agregado, fruto de las experiencias acumuladas por la propia cooperación. Ni el conflicto es nacional ni el posconflicto puede serlo.

Es decir, una política pública para el posconflicto, sobre la cual debe añadirse la cooperación internacional, debe partir de reconocer particularidades regionales muy dispares y, además, debe aceptar que tras la firma de un eventual acuerdo en La Habana, ni mucho menos llegará la paz ipso facto a regiones como Chocó, Nariño o Cauca. Todos ellos departamentos con indicadores de violencia y desarrollo socioeconómico que más bien invitan al pesimismo. Dicho en otras palabras, conviene precisar la diferencia entre posconflicto y posviolencia.

*Profesor de ciencia política de la Universidad Santo Tomás. @Jeronimo_Rios

Por Jerónimo Ríos Sierra

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