Esperando al heredero

Toda la atención del Reino Unido y de buena parte del mundo se concentra en el Hospital St. Mary de Londres, en donde nacerá el hijo de los duques de Cambridge.

Alejandro Millán Valencia / Londres
19 de julio de 2013 - 10:00 p. m.
Terry Hutt, ciudadano británico y fiel seguidor de la familia real. / AFP
Terry Hutt, ciudadano británico y fiel seguidor de la familia real. / AFP
Foto: EFE - BOGDAN MARAN

La niña, estudiante de la escuela de la iglesia anglicana de Wiggonby, se le acercó sabiendo quién era ella y le lanzó la pregunta que todo el pueblo inglés se ha estado haciendo durante los últimos siete meses, desde que se anunció el embarazo de Kate: “¿Y tú que quieres que sea, niño o niña?”. Isabel II, que ha tenido que sortear preguntas más azarosas que esa, que lleva 60 años en el trono, que ha visto cómo el mundo se ha transformado delante de sus ojos, no se guardó ningún protocolo y respondió al mejor estilo británico: con honestidad y sin inmutarse.

—No me importa mucho si es niño o niña —dijo la reina a la colegiala—, lo único que quiero es que nazca ya para irme de vacaciones.

Y así también están la mayoría de sus súbditos: con ganas de que nazca de una buena vez. Mientras el verano más ardoroso de los últimos siete años está sacando hasta los ratones a los parques, la gente se pregunta cuándo será el día que nazca el futuro rey o reina de Inglaterra. Se dijo primero que el 11 de julio. Después que el 13.

El bebé real pasa sus primeras horas en el hospital St. Mary, en el ala Lindo, el mismo lugar en donde Diana de Gales parió a Guillermo y a su hermano Enrique. Frente a este edificio de ladrillo a la vista y de cuatro pisos apenas están acampando desde la semana pasada la mayoría de los medios internacionales. Están las sombrillas, las cámaras, pero sobre todo las escaleras a las que los periodistas se suben para poder captar alguna imagen, algo que se mueva en las ventanas que se parezca a Kate. O al príncipe. O a un bebé.

A su lado, alguien también vigila. Se llama Terry Hutt. Está vestido de la cabeza a los pies con la bandera de Gran Bretaña. Tiene el semblante de un viejo, canoso, arrugado, de ojos verdes que se iluminan con cada palabra que dice sobre la familia real, a la que considera suya, aunque aclara que él no se cree de la realeza. A su lado un par de carteles, hechos a mano: “Estamos orgullosos de tener a Guillermo y Catalina representando a Cambridge. Felicitaciones. Hip, hip, hurra”.

—No me importa si es niño o niña —responde a la evidente pregunta—, lo que más me interesa es que el bebé esté saludable. Que la madre también esté saludable, porque si no el príncipe Guillermo no la va a pasar muy bien. Y tampoco la reina —agrega mientras muestra la foto en la que aparece junto a ella, entregándole un ramo de rosas.

Aunque a Terry sólo le importe el bienestar de los duques, la mayoría del pueblo británico está entregado a las apuestas por el nombre. Según el reporte general de las casas de apuestas del Reino Unido, en las dos últimas semanas se llegó a la cifra de un millón de libras esterlinas (unos $2.900 millones) en tratar de acertar el nombre del futuro soberano.

Poco antes del nacimiento, los nombres estaban inclinados a que sea una mujer: Alexandra, Victoria (en honor a la legendaria reina del Imperio británico en el siglo XIX), Carlota y, por supuesto, Diana son los que se llevan la mayoría de las apuestas. Sin embargo, el último fin de semana una sola persona puso 5.000 libras (unos $13 millones) por el nombre de Coral.

En los hombres las cosas eran menos complicadas, debido a que la mayoría de las especulaciones acerca del sexo del bebé estaban más por el lado femenino, pero igual sonaban nombres como Jacobo (como se llama el hermano menor de la duquesa), Carlos y Jorge. La semana anterior, después de enviarle un saludo especial a los futuros padres, el exfutbolista David Beckham, amigo personal de la pareja, puso también su nombre a consideración.

“El nombre es importante; además de mostrar la tradición y el gusto inglés por las apuestas tiene que ver mucho con la historia de dónde viene el bebé. Por eso no es extraño encontrarse con nombres como Victoria, Diana, Isabel o Jorge. Sin embargo, habrá que esperar hasta que nazca para saber cuál será su nombre, que probablemente va a ser con el que se le conocerá como rey, aunque eso no es algo determinante”, le dijo a El Espectador el observador real e historiador Rafal Heydel-Mankoo.

Pero no sólo en las apuestas se ha visto el dinero. En souvenires, juguetes, libros, DVD y licor por la celebración del nuevo heredero se espera que a la economía inglesa le lleguen unos 230 millones de libras. Según la CCR, encargada de las ventas al por menor en Inglaterra, sólo por los souvenires llegarán de cuenta de los turistas unos 60 millones de libras.

¿Qué tiene de especial este bebé, que ha sido llamado “el niño más famoso de la tierra”? Para Heydel-Mankoo hay varios aspectos que hacen que el hijo que espera la pareja real tenga tanta atención. El primero es que la monarquía británica es la única que se puede considerar global. “Recordemos que la reina Isabel II, además de ser la jefa de Estado del Reino Unido, es la soberana de 16 naciones alrededor del mundo”, explicó.

Otro de los aspectos que llaman la atención es que este niño es el hijo de Guillermo y a su vez nieto de la desaparecida Diana de Gales, algo que le añade otro ingrediente a la popularidad del primogénito de los duques de Cambridge. Para la historiadora Carolyn Harris, el hecho de que el mundo observó en vivo y en directo cómo el príncipe perdió a su madre cuando era un adolescente (en ese entonces tenía 15 años) le otorgó el cariño del pueblo, que conserva hasta hoy.

“El mundo vio cómo Guillermo quedó huérfano. Y ahora todos quieren que le vaya bien, que se casara con una mujer hermosa, que tuviera una familia. Además, la gente quería a Diana y ese cariño también se trasladó hacia sus dos hijos”, explicó Harris.

La popularidad de Guillermo y Kate, además de la alegría que trae un recién nacido, ha puesto otro tema sobre la mesa: la abdicación de Carlos, hijo mayor de la reina. Después de casos como el de la reina de Holanda (en donde es tradición abdicar después de cierto tiempo en el cargo) y el papa Benedicto XVI (que a pesar de no ser una monarquía, posee tradiciones cercanas, especialmente en el tema de las sucesiones), algunos analistas pensaron que esa podía ser una decisión de Carlos para rejuvenecer la monarquía británica. El príncipe de Gales tiene 64 años y es quien más tiempo ha esperado el trono. Sin embargo, parece que ese no será el camino.

“No es tradición de la monarquía inglesa la abdicación, como sí lo es, por ejemplo, en la holandesa. Aunque existen algunos casos, son muy pocos en muchos siglos. Carlos va a ser rey, a menos que pase algo extraordinario antes de que muera Isabel II. Y lo será por el tiempo que pueda serlo. Se ha preparado toda la vida para ello, así que personalmente creo que abdicación no habrá en este caso”, afirmó Heydel-Mankoo.

Por ahora queda esperar. Cuando se produzca el nacimiento, el protocolo real ordena que las primeras personas en ser informadas son la reina, el príncipe de Gales y después la familia de Kate. En las puertas del palacio de Buckingham se colgará un caballete con el sello de la reina, en el que se informará el nacimiento. Acto seguido será dado a conocer a los medios y a través de Twitter (@BritishMonarchy). Además van a sonar 41 cañonazos disparados en Green Park (el parque real) y 62 en la torre de Londres.

Por Alejandro Millán Valencia / Londres

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