Estados Unidos renovó el Congreso, este es el nuevo mapa electoral

El cambio demográfico se refleja en las urnas: el país es hoy más diverso y menos blanco. Latinos y jóvenes, las principales fuerzas que definirán al próximo presidente.

Redacción Internacional
05 de noviembre de 2014 - 11:26 a. m.
Los demócratas intentaron movilizar el voto latino y asiático ayer.  / AFP
Los demócratas intentaron movilizar el voto latino y asiático ayer. / AFP

El futuro político de Estados Unidos comenzó a revelarse ayer en las urnas. Si bien los resultados parecían ser favorables para el Partido Republicano, analistas políticos explican que en las elecciones de 2016, los resultados podrían estar con los demócratas. ¿La razón? La demografía. Hoy el país es otro, menos blanco, más diverso y poco religioso, algo que favorecerá a los demócratas.

Con las elecciones de mitad de término se da el disparo de partida para la carrera presidencial que será en dos años. “Estos resultados proyectan la inclinación del país y por eso desde ya comienza la batalla por ganar al electorado. El tradicional votante blanco y conservador ya está muy viejo, mientras que el nuevo electorado se caracteriza por su progresismo en lo social y pertenece a la generación más diversa de la historia del país, que históricamente se ha inclinado hacia el Partido Demócrata”, explica a la agencia Efe John Hudak, experto electoral del centro de estudios Brookings Institution.

Esta parte de la población que tomará en dos años las decisiones políticas, conocida como la “generación del milenio”, está compuesta por jóvenes entre 18 y 33 años, con formación universitaria, poco religiosos y con posiciones sobre el aborto, los derechos reproductivos y el matrimonio homosexual que chocan con las del Partido Republicano. Cuatro de cada diez millennials no son blancos, muchos de ellos son hijos de las grandes oleadas de inmigrantes hispanos y asiáticos que llegaron hace medio siglo. De los 40 millones de inmigrantes que ha recibido EE.UU. desde 1965, aproximadamente la mitad son hispanos y tres de cada diez, asiáticos. Los inmigrantes actuales y sus hijos conformarán el 37% de la población a mediados de este siglo, la ratio más alta en la historia de una nación que camina hacia una mayoría no blanca, según las proyecciones del centro Pew Research.

El Partido Republicano suele ignorarlos en esta fecha, pues no requieren su voto para ganar bancas en el Congreso. A pesar de eso, fueron decisivos en el resultado de estados claves como Georgia, donde el electorado latino asciende al 9%, y Kansas, con un 6,1% de electorado hispano. Datos del Pew revelan que un número inédito de latinos —25,2 millones— estaba llamado a votar en los comicios de ayer, pero se calcula que sólo acudieron unos 7,8 millones de electores. De todas maneras, una cifra récord.

“Al ignorar a las minorías, el mensaje es claro: los republicanos no van a aprobar una reforma migratoria, tal como la propuso el Ejecutivo”, señala Héctor Shamis en un análisis del diario El País de España. “El Partido Republicano retendrá sus curules, pero al precio de perder al electorado hispano, lo cual tendrá efecto de arrastre con otras minorías étnicas”, proyecta.

Los demócratas ya hacen cuentas más allá de estas elecciones. “Los comicios de medio mandato benefician históricamente a los republicanos, vota menos gente y la que vota es mayor, por eso habrá que esperar a 2016 para ver el efecto de las tendencias demográficas favorables a los demócratas, que ya se apuntaron en 2008 y 2012”, señala Hudak, y agrega: “Los votantes latinos y jóvenes, que resultaron decisivos para el triunfo de Obama, están sacudiendo estados tradicionalmente conservadores”.

Virginia, por ejemplo, que ya fue en 2008 y 2012 un estado en disputa, tiene visos de convertirse en un lugar bastante seguro para los demócratas en las presidenciales; en Colorado, Obama venció holgadamente dos veces; Nevada pasó de estado pendular a éxito relativamente fácil, y Nuevo México sigue el mismo camino. Los márgenes de las victorias conservadoras se estrechan además en Arizona, Georgia e incluso el populoso Texas, estados sureños donde crece una población latina que enfrenta algunas de las políticas migratorias más duras del país, impulsadas por republicanos. Lo que significa que la demografía está con los demócratas. “En el año 2000 no había apenas diferencia en la manera en que votaban jóvenes y mayores. Ahora hay un abismo”, dice Paul Taylor, vicepresidente ejecutivo de proyectos especiales del Centro de Estudios Pew, en su libro The Next America, publicado este año.

La aproximación de estos jóvenes a la política exterior y al papel que debe tener el gobierno federal también está en mayor sintonía con los demócratas. “Realmente los hispanos comparten muchas posiciones con los republicanos en temas como el aborto, la religión, los matrimonios homosexuales, pero el partido se boicotea”, comenta a Efe Anthony Corrado, profesor de política gubernamental en el Colby College de Maine. El expresidente republicano Ronald Reagan (1981-1989) solía decir hace más de tres décadas que “los hispanos ya son republicanos, lo que pasa es que no lo saben”.

Si los dos partidos mantienen sus posiciones y discurso actuales, “todo indica que los demócratas saldrán beneficiados de una demografía en la que latinos y jóvenes del milenio marcarán la pauta”, concluye Corrado.

“Así que los incentivos individuales de los congresistas republicanos —su reelección— colisionan de frente con la capacidad de su propio partido de triunfar en una elección presidencial, o sea, le impiden articular una estrategia nacional viable”, concluye Shamis.

Los resultados demuestran que los mapas electorales se reconfiguran en todo el país. El sur de EE.UU., tradicionalmente conservador, se muestra hoy más negro y latino, con más jóvenes blancos muy cualificados y más urbano, algo que puede mermar la hegemonía republicana.

Por Redacción Internacional

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