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Feligreses rememoran la entrada de Cristo en Jerusalén

LLegaron de varias partes del mundo a participar en la ceremonia que marca el inicio de la Pascua.

El Espectador
24 de marzo de 2013 - 02:59 p. m.
Feligreses rememoran la entrada de Cristo en Jerusalén

Una marea cristiana con palmas y ramas de olivo rememoró este domingo entre cánticos y rezos festivos la entrada triunfal de Cristo en Jerusalén, en una ceremonia que marca el inicio de la Pascua en Tierra Santa.

Agraciada con un sol generoso y un cielo claro, la colorida procesión arrancó a primera hora de la tarde de la iglesia franciscana de Betfagé, en el Monte de los Olivos, que descendió lentamente hasta la Iglesia de Santa Ana, en la Vía Dolorosa de la antigua ciudadela amurallada.

Los fieles, una mezcla de palestinos locales y peregrinos venidos de lugares tan dispares como Venezuela, Corea del Sur o Estados Unidos, cubrieron el recorrido entre "hosannas", cánticos y ritmos, pasando junto a los escenarios de la Pasión en el Getsemaní.

En la procesión, dirigida por los monjes franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, podía verse a palestinos con cruces en el cuello, religiosos ataviados con sus hábitos, muchos peregrinos y algún que otro curioso tomando imágenes de la fotogénica marcha.

Una bandera palestina precedía a un grupo de cristianos locales que entonaban aleluyas al unísono, al que seguía el grupo de católicos de habla hebrea, que animaba la marcha con música.

Pese a su diversidad de lenguas y tradiciones, un sentimiento parecía unir a todos los presentes: la alegría y unicidad de vivir la jornada más festiva de la Pascua precisamente en el lugar donde hace dos milenios tuvo lugar el acontecimiento que se rememora.

"Estas piedras hablan. Testimoniaron la vida terrena de Jesús. Ahora lo celebramos en la fe en todo el mundo y es también importante, pero en este lugar las piedras hablan de la historia de Jesús", asegura frente a la iglesia de Betfagé el cura portugués Johnny Freire.

Para Freire, que trabaja con personas discapacitadas desde hace cuatro años en una congregación religiosa de la ciudad, el mensaje espiritual de estos días es que "Jesús se ofreció por los hombres para mostrar hasta dónde puede llegar el amor de Dios".

Cinco días antes de su condena a muerte, Jesús entró en la ciudad entre alabanzas a lomos de un humilde pollino que nadie antes había montado, según se recoge en el Nuevo Testamento.

"Muchos tendían sus mantos por el camino y otros cortaban ramas de los árboles y las tendían por el camino. Y los que iban delante y los que venían detrás daban voces diciendo: ¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que viene! ¡Hosanna en las alturas! Y entró Jesús en Jerusalén y en el templo", narra Mateo en su Evangelio.

En Betfagé, una aldea palestina que hace dos milenios estaba fuera de la urbe, se encuentra la piedra en que se ayudó Jesús para montar el animal.

Allí comienza la marcha y, a pocos metros, la estadounidense Rachel, de 26 años, siente como una "gran bendición" poder "hacer reales los Evangelios".

"En el sitio donde estoy tenemos un par de burros y el otro día me subí a uno. Parece increíble pensar que Jesús hizo lo mismo aquí, en este lugar justo donde estamos pisando. Estamos viviendo lo mismo que vivió Jesús y viendo que algunas cosas cambian y muchas otras no", señala esta voluntaria desde hace siete meses en el proyecto de los Legionarios de Cristo en Magdala, en la Galilea.

Rebeca García, en cambio, no vive en Tierra Santa. Con apenas 14 años ha venido desde muy lejos, México DF, para cumplir su sueño de pasar la Pascua en Tierra Santa.

"Me siento muy bendecida por Jesús porque sé que esta es una experiencia única que no se puede repetir en toda la vida. Me siento muy cercana. Siempre ha sido mi sueño venir y estar cerca de Jesús", señala García, rodeada de sus compañeros de la academia Overbrook, del movimiento de apostolado Regnum Christi.

Las celebraciones de Pascua que comienzaron este domingo y alcanzarán su cenit con el Vía Crucis del Viernes Santo, procesión que reproduce el itinerario que recorrió Jesucristo por la Vía Dolorosa hasta el lugar de su crucifixión, y el Sábado de Gloria.

Por El Espectador

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