Fin de los trasplantes con órganos de presos ejecutados

El gobierno de China se comprometió a dejar esta práctica en un lapso de tres a cinco años.

Redacción Vivir
23 de marzo de 2012 - 03:31 p. m.

El viceministro de Sanidad de China, Huang Jiefu, hizo un anuncio que históricamente han reclamado las organizaciones de derechos humanos: prometió que en un plazo de tres a cinco años el Gobierno pondrá fin a los trasplantes realizados con órganos de presos ejecutados. Según cifras de Human Rights Watch el 95% de los órganos trasplantados en China provienen de ejecuciones de prisioneros.

Quienes rechazan esta práctica han denunciado que las autoridades presionan a los sentenciados a pena máxima para que autoricen la donación, e incluso han señalado que extraen sus órganos sin su consentimiento previo o el de su familia. El Gobierno se ha mantenido en que estas afirmaciones son falsas y ha reiterado que es obligatorio tener un permiso escrito para disponer de sus cuerpos. Amnistía Internacional refuta categóricamente las declaraciones del Gobierno chino, argumentando que es imposible que una persona que se está enfrentando a una ejecución pueda dar una autorización de este tipo con plena conciencia.

Huang Jiefu explicó que la estrategia que utilizará el Gobierno para lograr su objetivo será fortalecer el sistema nacional de donaciones, que ya está en funcionamiento en 16 de las 31 provincias y regiones autónomas de China continental. En la misma intervención el viceministro reconoció que las donaciones procedentes de presos “no son ideales” porque habitualmente sus órganos presentan infecciones por hongos y bacterias, lo que ha llevado a que las tasas de supervivencia a largo plazo de los pacientes que reciben un trasplantes en ese país sean inferiores al promedio mundial.

El trasplante de órganos es un tema problemático para el Gobierno chino porque el país no ha encontrado la manera de suplir la enorme demanda, lo que ha potencializado las mafias que comercian con partes humanas (mafias que están trasladando a internet). Se calcula que cada año 1,5 millones de personas solicitan un trasplante pero solo se alcanzan a ejecutar unos 10.000.

Quizás el mayor paso que ha dado China para controlar este problema se dio en 2007, cuando se emitieron las primeras normas que prohibían comerciar con órganos humanos. Quienes incumplieran las nuevas disposiciones podían enfrentar acusaciones de homicidio.

Por Redacción Vivir

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