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La fórmula de San Egidio en Colombia

Esta comunidad religiosa, que facilitó los contactos entre las Farc, el gobierno colombiano y la Santa Sede, se convirtió en la punta de lanza de la diplomacia vaticana en varios conflictos mundiales. Hoy también media con el Eln.

Angélica Lagos Camargo
11 de octubre de 2015 - 02:00 a. m.
Gianni La Bella, representante de San Egidio para la paz en Colombia. / CSE
Gianni La Bella, representante de San Egidio para la paz en Colombia. / CSE

 

Hace 23 años, Mozambique vive en paz. Después de 17 años de guerra (1975-1992), los dos grupos enfrentados firmaron un acuerdo de pacificación, que convirtió el país en un ejemplo de estabilidad para el continente africano. Detrás de las negociaciones estuvieron miembros de la comunidad de San Egidio, un grupo religioso fundado en 1968 en Roma por el historiador italiano Andrea Riccardi, con la intención de ayudar a los pobres y promover el diálogo en donde fuera necesario.

Aprovechando una antigua red de relaciones internacionales tejida por la Iglesia católica en Roma desde hace varios siglos, los cerca de 40.000 miembros de esta comunidad se convirtieron en el brazo diplomático del Vaticano en cerca de 60 países. Basada en cinco pilares básicos –la oración, la comunicación del Evangelio, la solidaridad, el ecumenismo y el diálogo–, la organización religiosa ha participado en diálogos de paz en África y en las negociaciones de algunos países de América Latina, entre ellos Colombia.

Según explica desde Roma Gianni La Bella, historiador y miembro designado por la comunidad de San Egidio para el proceso de paz colombiano, “desde hace 20 años mantenemos contactos con las Farc. Nos han usado como palomas mensajeras para la paz”. La Bella entregó en mayo y agosto dos cartas de la guerrilla colombiana al papa, en las que la organización garantizaba su voluntad de llegar a la paz y pedía la intervención de Francisco.

De acuerdo con el historiador, testigo también de los acuerdos de paz en Perú, Chile y El Salvador, “en el último período la comunidad de San Egidio ha desarrollado un rol de facilitador de las negociaciones que se realizan en La Habana. Hemos estado en contacto permanente con los comandantes de las Farc durante todo el período de los diálogos. En este servicio a la paz ayudamos a sus delegados a tener una mayor comprensión de los cambios políticos y sociales en Europa. Fuimos también recibidos por el presidente Santos y hemos mantenido un contacto abierto con el gobierno colombiano. El mandatario siempre ha manifestado su interés por el servicio a la paz que la comunidad ofrece al mundo entero”.

Interés del que no fue ajeno el expresidente Álvaro Uribe, quien se reunió con miembros de San Egidio en Roma en 2002, con la intención de explorar un eventual acuerdo de paz con la guerrilla. Andrés Pastrana también utilizó los buenos oficios de San Egidio. La comunidad recibió en febrero del año 2000 a la delegación de negociadores gubernamentales colombianos y de voceros de las Farc que entonces hablaba de paz y viajó a Europa en busca de experiencias exitosas en otras naciones.

“Entre tantas iniciativas realizadas en estos años, están los seminarios efectuados con la participación de la Unión Europea, en el antiguo monasterio de San Egidio en Roma, con los mediadores del gobierno colombiano. También la liberación sin condiciones, por motivos humanitarios, de algunos técnicos europeos secuestrados por el Eln y las Farc”, agrega La Bella.

Una de las colombianas más cercanas a San Egidio es Íngrid Betancourt, pues esta comunidad se movilizó para lograr su liberación y logró un encuentro entre la familia de la exrehén y el papa Benedicto XVI en Castel Gandolfo, días después de la Operación Jaque. Y en septiembre de 2008, la exrehén colombiana participó, junto al presidente de San Egidio, en un Encuentro Interreligioso en Chipre. Allí leyó un mensaje sobre “su experiencia espiritual durante el secuestro”.

La diplomacia vaticana

En un trabajo coordinado desde la Santa Sede, los “cascos azules de Dios” o “la mano izquierda de la diplomacia vaticana”, como se les conoce, han participado en casos emblemáticos de la región, como el deshielo entre Cuba y Estados Unidos y los acercamientos en diferendos entre Bolivia y Chile; Venezuela y Colombia; Nicaragua y Costa Rica; Haití y República Dominicana, entre otros.

Años atrás ya se habían apuntado varios éxitos. En Guatemala, luego de 35 años de conflicto, la comunidad logró restablecer la negociación oficial de paz tras una ruptura del proceso. Durante el conflicto de los Balcanes consiguieron un acuerdo oficial entre el presidente de Serbia, Slobodan Milosevic, y el líder de la mayoría albanesa de Kosovo (sur de Serbia), Ibrahim Rugova, que permitió el regreso al sistema educativo estatal de los niños y jóvenes albaneses de la región.

En Mozambique desarrollaron un programa de asistencia a los 160.000 huérfanos del sida con el que llevaron tratamientos antes desconocidos en ese país. Ese programa se extendió a Malawi, Tanzania, Kenia, República de Guinea, Guinea Bissau, Nigeria, Angola, República Democrática del Congo y Camerún, en donde hoy trabajan. En 1999 mediaron entre el Gobierno y la oposición de Burundi para que se reunieran en Tanzania a negociar un acuerdo de paz. Los “cascos azules del Vaticano” consiguieron en mayo de 2001 que las partes enfrentadas (menos los hutus) firmaran un acuerdo de paz.

“La experiencia de la comunidad puede ser útil. Logramos pacificar Mozambique, trabajamos por muchos años en Guatemala y seguimos desde 1980 la situación en El Salvador, donde hemos sido los encargados de la postulación de la causa del martirio de monseñor Romero logrando demostrar con su beatificación en el mes de mayo que los hombres de paz desarmados pueden ser un ejemplo tan eficaz de amor y dedicación por la propia patria como peligroso para quien vive odiando y matando”, agrega La Bella.

La labor de la comunidad ha recibido el reconocimiento de personajes como Fidel Castro o George W. Bush. Parlamentarios italianos de todos los partidos políticos firmaron una moción para proponer que la Academia sueca les concediera el Nobel de la Paz en 2002.

Ahora San Egidio se concentra en el posconflicto en Colombia. Según explicó su presidente, Marco Impagliazzo, quien servirá de mediador con la Unión Europea para obtener aportes, “nuestro primer compromiso es con la educación, con las escuelas de la paz (...), hemos seguido los buenos ejemplos logrados en Mozambique, Níger, Guinea Conakry, Costa de Marfil...”.

A pesar del optimismo, en la comunidad saben que la paz tiene un costo. “La comunidad de San Egidio está disponible a sensibilizar a los gobiernos europeos y a la misma Unión Europea en apoyar a Colombia en el difícil pero fascinante camino que se abrirá después de marzo de 2016”, asegura La Bella, quien confirma que están en contacto con el Eln y “esperamos que muy pronto se logre un acuerdo análogo al realizado en La Habana”.

“Se abre un período importantísimo para Colombia, para América Latina y para el mundo: termina la lógica del enfrentamiento como método para alcanzar el poder y el método para cambiar la realidad. El conflicto armado ya no tiene el derecho de manifestarse en la región”, concluye.

Por Angélica Lagos Camargo

 

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