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Franceses a las urnas para elegir entre Hollande y Sarkozy

La campaña electoral terminó oficialmente el viernes, por lo cual los candidatos deben guardar silencio y está prohibido publicar sondeos.

AFP
05 de mayo de 2012 - 07:29 a. m.

Unos 45 millones de franceses podrán elegir el domingo al presidente de la República de los próximos cinco años entre los finalistas de la primera vuelta: el mandatario saliente y candidato conservador Nicolas Sarkozy y el socialista François Hollande.

Hollande, que el 22 de abril obtuvo 28,63% de los votos (frente a 27,18% para Sarkozy), mantiene de forma persistente su condición de favorito, aunque por un margen que se fue reduciendo entre medio punto y dos puntos en estas dos semanas.

Los sondeos divulgados el viernes le dan entre 52,5% y 53,5%, frente a 47,5% y 46,5% para Sarkozy.

La campaña electoral terminó oficialmente el viernes, por lo cual los candidatos deben guardar silencio y está prohibido publicar sondeos hasta el cierre de las urnas a las 18H00 GMT del domingo.

El segundo turno de la elección presidencial francesa se inició formalmente este sábado con la apertura de cuatro puestos de votación en San Pedro y Miquelon, en el Atlántico Norte.

También votarán el sábado en Guyana, Guadalupe, Martinica, San Martín, la Polinesia Francesa, Wallis y Futuna y Nueva Caledonia, así como los franceses en el continente americano. En Francia metropolitana, los colegios abrirán el domingo a las 08H00 locales (06H00 GMT).

Al cierre de la campaña, Hollande exhortó a sus compatriotas a darle una amplia victoria. "Si los franceses deben elegir, que lo hagan claramente, masivamente, que le den al que será investido toda la capacidad y los medios para actuar", afirmó el viernes.

El candidato socialista agregó que representa a "más que la izquierda". "Represento a todos los republicanos, los humanistas, los apegados a valores y principios", dijo en Moselle (este).

El jueves, Hollande recibió el apoyo del dirigente centrista François Bayrou (9,13% de votos en la primera vuelta), quien dijo que votaría por él, aunque sin dar consigna de voto a sus partidarios.

Sarkozy, por su parte, puso sus esperanzas en una fuerte participación. "Verán una gran sorpresa", aseguró el viernes, instando de nuevo a la movilización de la "la mayoría silenciosa, los abstencionistas y los electores de la extrema derecha", durante un viaje a Sables d'Olonnes (oeste).

El presidente volvió a agitar la amenaza de que Francia se encuentre en una crisis como la de España si los socialistas llegan al poder.

"Miren a España. ¿Quieren la misma situación? No se trata de dar miedo. La cuestión es mirar al otro lado de nuestra frontera", declaró.

Pero las perspectivas son más que sombrías para Sarkozy. No sólo los sondeos le son desfavorables, sino que tampoco logró el apoyo de ninguno de los candidatos que quedaron descalificados en la primera vuelta.

La dirigente del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen (tercera en la primera vuelta, con casi 18%), dijo que votaría en blanco y criticó con virulencia al presidente, pese a que éste centró buena parte de su campaña en cuestiones de inmigración y seguridad para atraer al electorado ultraderechista.

Esa estrategia espantó en cambio a buena parte del electorado centrista, y fue la causa que invocó Bayrou para anunciar su decisión "personal" de votar por Hollande.

El candidato socialista se benefició, en cambio, del apoyo incondicional del candidato de la izquierda radical Jean-Luc Mélenchon (11,10% de los votos en la primera vuelta) y de la ecologista Eva Joly (2,31%).

La elección francesa es observada con especial atención por el resto de la Unión Europea (UE), sumida en el estancamiento y la crisis de la deuda, debido a la proclamada voluntad de Hollande de renegociar el pacto fiscal, con duros ajustes, impulsado por Alemania, para incluir políticas de reactivación.

De ser elegido, Hollande sería el segundo presidente socialista de la V República (proclamada por De Gaulle en 1958), después de François Mitterrand (1981-1995).

Una derrota de Sarkozy podría acarrear una profunda recomposición de la derecha francesa.

El jefe de la oficialista Unión por un Movimiento Popular (UMP), Jean-François Copé, estimó que, tras la segunda vuelta, hay que "abrir una nueva página en la historia" de ese partido, aunque el viernes aclaró que esas declaraciones "no se sitúan en absoluto en la perspectiva de una derrota" de Sarkozy, sino de una victoria.

El diario Le Monde señalaba el viernes "la agitación de la derecha ante el riesgo de una derrota" y apuntaba que tres de sus principales líderes --Copé, el primer ministro François Fillon y el ministro de Relaciones Exteriores Alain Juppé-- "parecen preparar la toma de control de la UMP después del veredicto del 6 de mayo".

"En los pasillos, la posderrota ocupa ya todas las mentes", agregó el periódico.

 

Por AFP

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