Será cuestión de días, quizá antes de Navidad, para que Manuel Antonio Noriega regrese a su país natal, Panamá, donde le aguarda una condena de 20 años por asesinato. La justicia francesa aprobó la extradición del exlíder panameño, a quien tuvo en la prisión parisina de La Santé por dos años y dos meses, condenado por lavado de dinero.
Noriega, hoy con 77 años, fue detenido en 1989 por el ejército de los Estados Unidos en la llamada ‘Operación Causa Justa’ con la que incursionó en territorio panameño. Tras asumir el poder en 1993 como comandante en jefe de las Fuerzas de Defensa de Panamá y erigirse como máximo líder político del país, el general Noriega se convirtió en uno de los informantes claves de la CIA en el Caribe, en medio de una resuelta lucha contra las drogas emprendida por Washington. No obstante, sus vínculos con el cartel de Medellín, liderado por Pablo Escobar, y su doble juego de agente-cómplice terminaron por impulsar la incursión y su arresto. En 1992 fue condenado a 40 años por narcotráfico y recluido en una cárcel de Miami. Posteriormente, su pena fue rebajada a 30 años y 20 años por buena conducta.
A medida que purgaba su pena, la justicia francesa ultimaba un proceso en su contra por lavado de dinero —el dinero de sus socios ilegales— y en Panamá abrían nuevos procesos por el homicidio de opositores durante el tiempo que estuvo en el poder. Ambos países oficializaron su pedido de extradición desde entonces.
La condena que pronto llevará a Noriega de vuelta a Panamá, dictada en su ausencia, corresponde al asesinato en 1985 del disidente Hugo Spadafora.
Después de ir a Francia a finales de 2009, esta será la segunda extradición de Noriega, luego de que Estados unidos diera su aval para ponerla en marcha. En el tribunal, antes de conocer la decisión del juez, el general expresó que su deseo era el de “regresar a Panamá y demostrar mi inocencia en juicios en ausencia (...) sin asistencia jurídica”.