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Francia gira a la derecha

La renovación del gabinete del presidente François Hollande incluye a un funcionario con polémicas posturas en temas como la migración.

Mauricio Jaramillo Jassir *
04 de abril de 2014 - 03:31 a. m.
Manuel Valls, nuevo primer ministro de Francia. / AFP
Manuel Valls, nuevo primer ministro de Francia. / AFP
Foto: AFP - KENZO TRIBOUILLARD

La izquierda en Francia entró en crisis. El resultado de las elecciones municipales mostró un avance inédito de la extrema derecha en cabeza de Marine Le Pen y de su partido, el Frente Nacional. A su vez, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), del expresidente Nicolás Sarkozy, obtuvo victorias representativas. La izquierda perdió ciudades claves como Angers, Quimper, Toulouse y Pau.

¿Por qué el avance de la derecha francesa? Aunque no existe una respuesta única y las hipótesis van desde el voto castigo a una desastrosa gestión de François Hollande, pasando por la crisis del modelo europeo y las crisis financieras, y terminando en la forma como se ha estigmatizado a un segmento de la migración, especialmente a la comunidad gitana rom, se puede concluir que el modelo francés está en entredicho. En uno de los momentos más críticos para la izquierda, en el que, paradójicamente, ocupa la presidencia, Hollande tomó una decisión polémica que seguramente creará más divisiones en el seno de un fragmentado socialismo. Se trata del nombramiento de Manuel Valls como primer ministro, una figura que se ha destacado por sus polémicas declaraciones sobre temas que han puesto en duda su convicción ideológica de izquierda.

Valls llegó a declarar a propósito de los gitanos que “podían poner en riesgo el pacto republicano”, esencial para el funcionamiento de la democracia francesa. A esto se suma su postura de que aquellos migrantes no regularizados debían abandonar el territorio francés. No es habitual que un dirigente de la izquierda haga este tipo de declaraciones. Normalmente, se piensa que la derecha es hostil por naturaleza frente a este tipo de migraciones, mientras los partidos socialistas promueven otros enfoques. Valls también fue un defensor del aumento en uno de los impuestos más rechazados en Francia, el impuesto al valor agregado, diciendo que se trataba de una medida compatible con los ideales de la izquierda. Causa extrañeza, pues es una carga tributaria que toca a todos por igual y no discrimina según ingresos. Y la jornada laboral de 35 horas, política emblemática de la izquierda, también ha sido objeto de duras críticas de su parte.

La designación de Valls se explicaría por su popularidad, pues aunque es un dirigente controvertido, sus niveles de aprobación superan los de Hollande, con un ingrediente adicional a su favor: en la derecha es visto, por obvias razones, como un dirigente socialista responsable e inmune frente al populismo de izquierda.

En un ambiente político de serias dificultades, Francia se sigue derechizando, haciendo eco de una tendencia que en Europa ya había aparecido en Austria, con Jörg Haider, y recientemente en Hungría, con Victor Orban, o en Países Bajos, con Geert Wilders. Este populismo nacionalista significa el reto interno político de mayor envergadura para una desacreditada Unión Europea. El hecho de que uno de sus principales motores, Francia, gire a la derecha debe inquietar por el efecto que esto puede tener sobre el bloque económico más exitoso del mundo.

 

 

 

 

* Profesor Universidad del Rosario.

Por Mauricio Jaramillo Jassir *

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