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Franja de Gaza: de la tregua a la paz

No hay que hacerse ilusiones de que, tras los sangrientos días que enhorabuena terminan, la paz esté cerca, pero podría abrirse una oportunidad.

Marcos Peckel
30 de agosto de 2014 - 01:47 p. m.
Los miembros de las fuerzas de seguridad israelíes disparan una granada de gas lacrimógeno de la parte superior de la barrera de separación polémica de Isreal durante los enfrentamientos con los palestinos manifestantes en el pueblo de Bilin, cerca de la ciudad cisjordana de Ramallah después de una marcha en apoyo a la resistencia en la Franja de Gaza. /AFP
Los miembros de las fuerzas de seguridad israelíes disparan una granada de gas lacrimógeno de la parte superior de la barrera de separación polémica de Isreal durante los enfrentamientos con los palestinos manifestantes en el pueblo de Bilin, cerca de la ciudad cisjordana de Ramallah después de una marcha en apoyo a la resistencia en la Franja de Gaza. /AFP
Foto: AFP - ABBAS MOMANI

Terminada tras 50 días la reciente guerra entre Hamás e Israel es atrevido encontrar un ganador en este enfrentamiento que dejó tantas víctimas y destrucción.

A nadie debe extrañar que los líderes de Hamás salieran de sus madrigueras a celebrar sobre las ruinas de Gaza la “victoria”. Ya lo había hecho Nasser después de la Guerra de los Seis Días, cuando celebró la “victoria” en Tahrir, tras haber perdido el Sinaí y con su ejército aniquilado. Lo hizo Arafat en 1982, cuando fue expulsado de Beirut por el ejército de Israel, exhibiendo la V de la victoria a bordo de la embarcación en la que huía a Túnez.

Hamás realmente no obtuvo nada y lo único que tiene para mostrar es la supervivencia de algunos de sus líderes mientras que su infraestructura de túneles fue destruida, más de mil militantes fueron muertos y sus fábricas de armas y arsenal quedaron sustancialmente decimados.

La esperanza para Gaza de que se levante el bloqueo, se abran los pasos fronterizos y se implante un "plan Marshall" para su reconstrucción yace en que Hamás y otras organizaciones terroristas sean desarmadas, se evite que reconstruyan la infraestructura de terror y que la Autoridad Palestina, con apoyo de Europa, algunos países árabes y Egipto, retome el control de la Franja y de los pasos fronterizos. De ser así, esta guerra habrá dejado un resultado positivo y podría abrir las puertas a una negociación integral del conflicto palestino-israelí.

Por otro lado, Israel sufrió en esta guerra un grave deterioro en su reputación, las falencias de su gobierno quedaron expuestas y las tensiones con Estados Unidos, su principal aliado, fueron evidentes, por lo que tendrá que dar muestras reales de querer negociar una paz definitiva con el presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abbas, comenzando por detener la construcción de asentamientos en Cisjordania que tanto daño les ha hecho a las negociaciones de paz.

De lo contrario, Israel podría tener que enfrentar un panorama oscuro en el terreno diplomático internacional, hacia donde se desplaza ahora el conflicto. Las comunidades judías del mundo afectadas seriamente por lo que ocurrió en Gaza tendrían que apoyar la negociación final de un acuerdo de paz donde ambas partes deben hacer concesiones importantes.

No hay que hacerse ilusiones de que, tras los sangrientos días que enhorabuena terminan, la paz esté cerca, pero podría abrirse una oportunidad. La realineación de fuerza en el Medio Oriente entre Israel y varios países árabes, la amenaza de organizaciones como el Estado Islámico y el “cansancio” con el conflicto palestino-israelí son un incentivo para que la comunidad internacional, aquella que desea lograr una paz negociada, haga todo lo necesario para presionar a las partes a llegar a un acuerdo que finalmente dé origen al Estado de Palestina. La alternativa son más rondas de violencia como la que acaba de terminar.
 

Por Marcos Peckel

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