Publicidad

¿Qué fue de los 43 estudiantes mexicanos?

México está lejos de dar por concluido este doloroso episodio y el informe del GIEI es la prueba. El gobierno aceptó atender las recomendaciones que se presentaron, pero no será tarea fácil.

Marcela Alcántara*
09 de septiembre de 2015 - 03:56 a. m.

“El GIEI se ha formado la convicción de que los normalistas no fueron incinerados en el basurero”. Un silencio, para algunos de indignación y para otros de incredulidad, recorrió la sala cuando Francisco Cox declaró que de acuerdo con los análisis del perito José Torero no era posible que los 43 estudiantes de Ayotzinapa hubieran sido incinerados en el basurero de Cocula. La “verdad histórica”, la que la Procuraduría presentó en enero, quedó desmoronada.

Seis meses después de haber empezado su mandato en México, el Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) presentó su informe en la Ciudad de México. La investigación por la más grande violación a los derechos humanos en la historia reciente del país fue puesta al escrutinio de un grupo de expertos internacionales.

Sin embargo, el destino final de los normalistas no es lo único que confronta este informe. Existen cuatro puntos por los que la historia sobre lo que pasó aquella noche del 26 de septiembre debe reescribirse. El primero desmiente la versión sobre que los policías municipales, infiltrados por el cartel de “Guerreros Unidos”, pudieron haber confundido la identidad de los estudiantes con Los Rojos, el cartel rival. Según el informe, todas las autoridades involucradas esa noche sabían que se trataba de normalistas de Ayotzinapa.

Lo segundo se refiere a que sólo estuvo involucrada la policía municipal esa noche. Esto es descartado por estudiantes que sobrevivieron y por los registros del C4 (sistema encargado de monitorear la comunicación y la seguridad). La información recabada por el GIEI apunta a que durante los hechos hubo presencia de policía municipal, estatal y federal, así como miembros del ejército del 27 Batallón de Infantería. Si bien no todas las corporaciones agredieron a los muchachos, tampoco hicieron su labor al garantizar su protección.

En tercer lugar, de acuerdo con la versión ofrecida por la Procuraduría, el entonces alcalde de Iguala, José Luis Abarca, mandó a la policía a detener a los estudiantes para que no boicotearan un acto público de su esposa. Dicha versión fue igualmente desmontada al probarse que cuando los estudiantes habían llegado a la ciudad de Iguala el acto ya había terminado.

Finalmente, el cuarto elemento abre otra posible línea de investigación: un bus pudo haber sido la causa por la cual existió tal grado de violencia contra los estudiantes. Según el informe, existen evidencias sobre el uso de buses para traficar droga y dinero oculto desde Iguala hasta Chicago. Los testimonios de los estudiantes remiten a que tomaron cinco autobuses; sin embargo, en el expediente se habla de cuatro. El quinto podría ser clave.

Escuchar la presentación del informe fue duro. Por más de una hora el grupo de expertos hizo un recuento exhaustivo de lo que pasó esa noche. Cómo fueron asesinados los primeros jóvenes, cómo les dispararon a quemarropa a algunos, cómo fueron humillados por miembros del ejército cuando fueron a pedir ayuda a una clínica, cómo se desangraban los heridos ante la mirada pasiva de quienes juraron proteger a su país. Todo eso antes de llegar al gran vacío de la historia: ¿qué fue de los 43?

Durante más de medio año la versión oficial nos relató un acto de extrema maldad por el cual 43 personas fueron reducidas a cenizas y tiradas a un río cercano. Por meses se esperaron los análisis del laboratorio de Innsbruck, que revelarían que las bolsas de cenizas correspondían a los restos de los estudiantes. Con tristeza se recibió la noticia de que un fragmento de hueso correspondía a Alexánder Mora. Pero ahora una versión alternativa destrozaba aquello de lo que se había aferrado el gobierno.

Si los estudiantes no fueron calcinados en el basurero de Cocula, entonces qué fue de ellos. Si la versión de la Procuraduría es falsa, fue por falta de pericia de los investigadores o porque flagrantemente se decidió mentir. Ambas opciones son igualmente alarmantes y ponen en evidencia la fragilidad de la justicia mexicana para realizar investigaciones.

Habrá quien crea la versión del basurero de Cocula y no por aceptar la del gobierno. Al igual que el GIEI cuenta con un experto, que afirma que no se pudo haber calcinado a 43 personas en esas circunstancias, existen otros expertos independientes que han afirmado lo contrario. De Haan, quien fue consultado por el periodista Esteban Ilades en su libro La noche más triste es uno de ellos. Una guerra de argumentos científicos en la cual difícilmente el ciudadano común pueda participar. México está lejos de dar por concluido este episodio.

* Periodista mexicana,

Por Marcela Alcántara*

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar