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Genocidio en Birmania

La minoría musulmana es atacada por budistas paramilitares y el ejército de Birmania

Daniel Salgar Antolínez
03 de agosto de 2012 - 10:43 p. m.
Una mujer de la minoría islámica rohingya en uno de los campamentos improvisados en Bangladesh, cerca a la frontera con Birmania.  / AFP
Una mujer de la minoría islámica rohingya en uno de los campamentos improvisados en Bangladesh, cerca a la frontera con Birmania. / AFP

Aung San Suu Kyi, la Nobel de Paz y diputada del Parlamento de Birmania (Myanmar), hizo su primer discurso ante esa instancia la semana pasada y habló de proteger a las minorías étnicas. Sin embargo, no se refirió a la violencia que sufre la minoría musulmana rohingya, catalogada por la ONU como una de las más perseguidas en el mundo y que, según el Comité Internacional de Derechos Humanos Islámicos le ha dicho a El Espectador, es actualmente víctima de un intento de exterminio por parte de milicias budistas apoyadas por el ejército birmano.

Desde que llegaron a Birmania hace siglos, los rohingya no han obtenido la ciudadanía, y en 1982 fueron excluidos de una lista que los reconocía oficialmente como minoría. Representan el 4% de la población residente en el estado occidental de Rajine (Arakán) del país del suroriente asiático. En su discurso, Suu Kyi se refirió sobre todo a minorías budistas como los karen y los shan, pero los budistas son la mayoría en la población de Birmania.

Activistas que apoyaron a Suu Kyi durante sus años en prisión ahora están consternados por la falta de una crítica al presidente Thin Sein, quien ha apoyado políticas para una limpieza étnica y ha dicho que los 800.000 rohingya deben ser puestos en campos de concentración y enviados a la frontera con Bangladesh. El problema es que el gobierno bangladesí tampoco reconoce a esta comunidad apátrida y unos 300.000 rohingyas viven hacinados en campos de refugiados, según Human Rights Watch (HRW).

Faisal Sergio Tapia, presidente y fiscal del Comité Internacional de Derechos Humanos Islámicos y presidente del Tribunal Internacional de Infancia Afectada por la Guerra y la Pobreza, está denunciando ante La Haya y múltiples organizaciones de derechos humanos el genocidio de los rohingya. En conversación con El Espectador, Tapia asegura que el ejército birmano ha entrenado a paramilitares budistas para que, con lista en mano, identifiquen a los musulmanes residentes en pueblos y aldeas y los eliminen, masacren, quemen sus casas y expulsen de sus regiones.

Se estima que en los últimos años han sido asesinados 20.000 rohingyas. Pero la situación empeoró cuando el pasado 28 de mayo se halló el cadáver de una mujer budista violada y asesinada por tres musulmanes. Antes de la detención de los culpables, el 3 de junio una muchedumbre budista asaltó un autobús y asesinó a diez musulmanes. Desde entonces, milicias de ambas religiones se han enfrentado, incendiando y saqueando diversas localidades de Rajine, y sólo la declaración del estado de excepción, el 10 de junio, disminuyó la violencia.

ONG británicas indican que entre el 10 y el 28 de junio 650 musulmanes fueron asesinados, 1.200 personas están desaparecidas y más de 90.000 han huido debido a la inseguridad.

“El Tribunal Internacional sobre la Infancia acusa en forma internacional al gobierno de Myanmar de reclutar y usar niños soldados desde hace siete años, y se sabe a través de relatos testimoniales y documentos fotográficos que muchos jóvenes, mujeres y niños musulmanes han sido ejecutados y atados con las manos en la espalda, siendo rematados con un tiro en la cabeza y arrojados a los ríos”, afirma Tapia, para quien el método de exterminio contra los rohingya es similar al utilizado contra los tutsi en el genocidio de Ruanda de 1994.

HRW, en un reporte recién publicado sobre la violencia sectaria en Birmania, indica también que las fuerzas de seguridad del país cometieron asesinatos, violaciones y arrestos masivos contra los rohingya y fallaron en protegerlos a ellos y a los budistas, para poner fin a la violencia sectaria. “El Gobierno afirma que se ha comprometido a poner fin a los conflictos étnicos, pero tras los recientes hechos en el estado de Arakan se demuestra que la persecución y la discriminación patrocinadas por el Estado persisten”, afirma Brad Adams, director para Asia de HRW.

La República Islámica de Irán se sumó a la denuncia. La Asamblea Consultiva condenó el genocidio y denunció el silencio de EE.UU. y los gobiernos occidentales, así como de los organismos internacionales y de derechos humanos, frente a la tragedia que viven los musulmanes en el sureste de Asia. En Pakistán, Indonesia y Malasia estallan masivas protestas contra el gobierno birmano. En Indonesia, Abu Bakar Bashir, considerado líder espiritual de la Yemmaa Islamiya, brazo de Al Qaeda en el sudeste asiático, amenazó con atentados terroristas en Birmania en respuesta a la represión contra los rohingya.

Por Daniel Salgar Antolínez

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