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La herencia de Gadafi

Las casas de los miembros del clan, tomadas por los insurgentes, revelan las extravagancias de quienes eran dueños absolutos de Libia.

Redacción Internacional
30 de agosto de 2011 - 10:24 p. m.

La ciudad turística de Djanet, al sureste de Argel, está aislada. Desde el lunes en la noche las vías de comunicación están cerradas y las líneas telefónicas no funcionan. Este lugar paradisíaco, pero que Estados Unidos y varios países de la Unión Europea recomiendan no visitar por la presencia de Al Qaeda, fue el destino de una buena parte del clan de Muamar Gadafi, que llegó huyendo de la avanzada de los rebeldes.

Según el periódico argelino, El-Watan, a Argelia no sólo llegaron la esposa de Gadafi y tres de sus hijos, “fueron más de 30 personas, muchas de ellas heridas y varios niños, las que se refugiaron en una residencia oficial”. Aisha, hija de Gadafi, abogada y quien hizo parte del equipo defensor del dictador iraquí, Sadam Hussein, fue la única que no se quedó en la residencia. “Llegó a bordo de un avión y fue trasladada a un hospital en donde dio a luz una niña a quien llamó Saifa”, agregó el diario argelino, que reveló también las extremas medidas de seguridad que está tomando el Gobierno de Argelia, como el cierre de las fronteras al extremo sur con Libia, para evitar cualquier incursión de los rebeldes en su territorio por cuenta del apoyo que ese país le ha dado al clan.

“Los miembros de la familia Gadafi fueron admitidos en Argelia por razones estrictamente humanitarias”, declaró el portavoz del ministerio de Relaciones Exteriores argelino, Amar Belani, para evitar que las relaciones con el Consejo Nacional de Transición (órgano político de los rebeldes) se envenenen más. Pero los rebeldes no quieren explicaciones. “El Gobierno argelino es muy imprudente al trabajar contra los intereses del pueblo de Libia. Debería pensar en el futuro (...) Gadafi y sus hijos están acabados. Son parte del pasado y tienen muchas cuentas pendientes acá. Queremos que nos los devuelvan”, declaró el representante en Londres del CNT.

El odio hacia la familia Gadafi ha crecido en los últimos días por cuenta de los hallazgos en las residencias tomadas por los insurgentes, que revelan el estilo de vida despilfarrador y caprichoso de quienes eran dueños absolutos de Libia. “Estas son las casas de los hijos de Gadafi”, anunció un rebelde que se presentó bajo el nombre de Marwan, al mostrar tres casas situadas en el barrio Regatta, cerca a Trípoli. “A mí también me hubiese gustado vivir aquí. Si todos hubiéramos tenido casas como ésta, tal vez no hubiéramos hecho la revolución”, agregó. Y es que las viviendas de Hannibal, el más violento del clan; Khamis, el brazo armado del régimen, y Saadi, el exfutbolista del Perugia y militar, son impresionantes: con varios dormitorios, baños, jacuzzis, piscinas (a pesar de la escasez de agua en el país) y una bodega de licores que cualquiera envidiaría, aunque en Libia era ilegal importar alcohol. La de Aisha, en pleno centro de Trípoli, era un antiguo hospital que el régimen confiscó para convertirlo en una mansión. Todas las residencias tenían ventanas blindadas y pasajes secretos para escapar. Los insurgentes de Misrata tomaron posesión del lugar y mostraron un garaje lleno de carros deportivos, una inmensa carpa y una cancha de fútbol.

El patrón de enriquecimiento de los Gadafi es el mismo de los regímenes árabes: el líder se mantiene aparentemente al margen, pero permite que su familia y allegados manejen el país a su antojo.

El dictador todavía tiene control

Los rebeldes libios lanzaron un ultimátum a Muamar Gadafi y los últimos combatientes gadafistas para que se rindan antes del sábado, mientras siguen tratando de conquistar Sirte, uno de los últimos bastiones de los partidarios de Gadafi. Al parecer, el CNT está preocupado por la resistencia de los jeques y líderes tribales de Sirte, cuna del todavía desaparecido líder libio. Mientras tanto la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) aseguró que Gadafi todavía tiene “capacidad para ejercer cierto nivel de mando y control”.

Por Redacción Internacional

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