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Hillary Clinton, candidata con pocos rivales

Hillary Clinton, en busca de ampliar sus apoyos entre las bases del Partido Demócrata, arrancó la carrera a la Casa Blanca con un giro progresista.

Marc Bassets /Especial de El País. Washington
20 de mayo de 2015 - 02:59 a. m.
La hasta ahora única candidata demócrata a la Presidencia, Hillary Clinton. /AFP
La hasta ahora única candidata demócrata a la Presidencia, Hillary Clinton. /AFP
Foto: AFP - SCOTT OLSON

Clinton, una de las personas más ricas entre los aspirantes a suceder a Barack Obama, adopta la retórica del ala populista de su partido contra las desigualdades y se sitúa a la izquierda de Obama en inmigración. Algunas propuestas rompen con el centrismo de su marido, el expresidente Bill Clinton.
 
Toda campaña con garantías de éxito requiere, en Estados Unidos, la movilización de los votantes más convencidos. Y estos, en el Partido Demócrata, son la base progresista, la que impulsó al presidente Obama en 2008 y que recela de Clinton. No son suficientes para ganar unas elecciones —un presidenciable necesita apelar al centro—, pero sí necesarios.
 
Esa búsqueda del voto progresista coincide con nuevas informaciones sobre su estatus económico. El pasado fin de semana los Clinton han informado que han ganado más de 30 millones de dólares (26,2 millones de euros) con sus discursos remunerados y con los ingresos del último libro de la también exsenadora.
 
El perfil ideológico de Hillary Clinton nunca ha estado definido. En esencia es, como su marido, una pragmática. Cuando era primera dama, promovió sin éxito una reforma sanitaria progresista; diez años después, cuando era senadora, aprobó la invasión de Irak, un voto que el ala izquierda nunca le perdonó y contribuyó a su derrota ante Obama en las primarias de 2008. Su última reencarnación, tras formalizar en abril su candidatura a las presidenciales de 2016, es la de una política más progresista, alineada con la facción más influyente en el Partido Demócrata, la que encabeza la senadora por Massachusetts Elizabeth Warren.
 
“Hillary Clinton no sólo quiere ser presidenta; quiere cambiar la dirección del país”, la defiende, en una conversación en Washington, el nobel de Economía Joseph Stiglitz, autor de un manifiesto con propuestas para dar marcha atrás en las políticas desregularizadoras que empezaron en los años ochenta con Reagan. Stiglitz, quien fue presidente del Consejo de Asesores Económicos en la Casa Blanca de Bill Clinton, en los noventa, ha hablado de estas propuestas con la candidata. Dice que su progresismo es creíble: “Es el lugar donde su corazón estaba cuando la conocí en la primera administración Clinton”.
 
En las últimas semanas, Clinton ha cargado contra los multimillonarios que pagan menos impuestos que la clase trabajadora. Ha propuesto abrir las puertas a los 11 millones de inmigrantes sin papeles. Y ha criticado un sistema judicial y policial que ha llevado a EE.UU. a cuadruplicar en 35 años la población carcelaria.
 

Por Marc Bassets /Especial de El País. Washington

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