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Un tribunal de Estocolmo condenó este lunes a cadena perpetua por genocidio a un ciudadano sueco de origen ruandés de 61 años, al considerar probado que participó en varias de las matanzas registradas en Ruanda en 1994.
El tribunal, según explicó en un comunicado, determinó también, de acuerdo con la legislación ruandesa, el pago de indemnizaciones de entre 3 y 10 millones de francos ruandeses (entre 3.400 y 11.300 euros) a quince de sus víctimas, una decisión pionera en la justicia sueca.
Según la sentencia, el condenado, un hutu, participó en asesinatos, intentos de asesinatos y secuestros durante el genocidio ruandés, que se cobró 800.000 vidas (sobre todo entre personas de la etnia tutsi) entre abril y julio de 1994, y tuvo un papel "informal" de líder en su localidad natal y en los alrededores, en la prefectura de Butare (sur de Ruanda).
El tribunal considera probado que participó junto a otras personas en cinco ataques durante el genocidio, entre ellos uno registrado en la montaña de Nyamure, donde fueron asesinados miles de civiles.
El objetivo de sus crímenes, subraya el tribunal, era "acabar total o parcialmente con la etnia tutsi", lo que sustenta la condena por genocidio.
La acusación de la fiscalía se apoyó en las informaciones facilitadas "en circunstancias emocionalmente difíciles" por testigos de los ataques, cometidos hace más de veinte años.
En el análisis "exhaustivo" esos testimonios, destaca el presidente del tribunal, Tomas Zander, se ha tenido en cuenta la capacidad de los seres humanos de recordar rostros que ya les eran familiares antes de los hechos, que la mayoría de los testigos conocían al acusado y que, por regla general, las personas recuerdan bien aspectos relacionados con sucesos traumáticos.