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Iglesia palestina, reconocida por la UNESCO como Patrimonio de la Humanidad

La Basílica de la Natividad de Belén, en Cisjordania, recibió el título a pesar de la oposición israelí.

El Espectador
29 de junio de 2012 - 10:35 a. m.

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), resolvió incluir a la Basílica de la Natividad de Belén, dentro de la lista de Patrimonio Mundial de la Humanidad, una decisión polémica por la situación política: la iglesia se encuentra en suelo cisjordano,  representado por la Autoridad Palestina.

Israel se había mostrado en contra de la iniciativa palestina que pretendía elevar la categoría de la iglesia, donde de acuerdo con la tradición cristiana nació Jesús. Los argumentos del gobierno de Tel Aviv han sido siempre por la misma línea: el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu se opone a cualquier avance que Palestina pueda tener ante la diplomacia mundial sin ser un Estado en pleno derecho, para lo cual es requisito sine qua non firmar un acuerdo de paz con su país.

A pesar de la oposición, el Comité de Patrimonio Mundial aprobó el ungimiento de la Basílica de la Natividad, con 13 votos a favor y seis en contra, en una votación llevada a cabo en San Petesburgo (Rusia). La solicitud palestina fue aprobada a pesar de que en primera instancia los expertos del Consejo Internacional de Monumentos y Lugares emitieron una opinión negativa acusando a Palestina de no haber elaborado una evaluación detallada de las amenazas que sufre el lugar.

El portavoz del presidente de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás, aseguró que "este reconocimiento global de los derechos del pueblo palestino constituye una victoria para nuestra causa y para la justicia" y el vicealcalde de Belén, George Saade, destacó que “los turistas recorran este circuito y visiten Belén como una ciudad palestina”. 

Por el contexto de la región, era imposible que esta decisión pudiera ser vista sin politizarse. A la largo de la discusión, Palestina sugirió oposición al control casi total que ejerce Israel sobre el turismo en  Tierra Santa.

El embajador de Estados Unidos ante la UNESCO, David Killion, se declaró profundamente decepcionado por la decisión: “Ese sitio es sagrado para todos los cristianos, la UNESCO no debería estar politizada.” Los gobiernos de Washington y Tel Aviv mostraron su insatisfacción por el ingreso de Palestina a la organización, que se concretó el 31 de octubre del año pasado. Ambos países optaron por retirar los recursos económicos que tenían asignados a la dependencia de Naciones Unidas.

Por El Espectador

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