El caso, que tiene como telón de fundo un profundo debate sobre el racismo en el país, se convirtió en el emblema de las comunidades negras, que han salido a las calles, apoyadas también por movimientos sociales, activistas de los derechos humanos y protestantes esporádicos, en las que poco a poco se han ido institucionalizando como “noches de rabia”. En total, 44 personas fueron detenidas en las protestas que han estado acompañadas de enfrentamientos con miembros de las autoridades y destrozos materiales.
El agente responsable de la muerte, Darren Wilson, de 28 años, le concedió una entrevista a la cadena ABC en la que asegura tener la “conciencia tranquila” y que, si se hubiera tratado de una persona blanca, habría actuado de la misma manera.
De acuerdo con la versión del agente, Brown caminaba por el medio de una calle acompañado de un amigo y luego de un llamado de atención la discusión derivó en agresiones físicas. El policía declaró que el joven fue el primero en agredirlo y que temió por su vida: Michael Brown medía 1,95 metros y pesaba 131 kilos. Wilson, de 1,92 metros de estatura y 36 kilos menos, relató que tuvo que defenderse. Los manifestantes en las calles en cambio citan las versiones de los testigos: Brown levantó las manos en señal de rendición, pero el policía —quien argumentó que se preparaba para una nueva agresión— decidió disparar.
Los hechos ocurrieron en Ferguson (Misuri), el pasado mes de agosto. Tras la muerte, vinieron protestas, pero ahora la furia está recargada por las acusaciones de impunidad. La cadena CBS llevó la voz de la madre de Brown, Lesley McSpadden: “No creo ni una palabra. Conozco muy bien a mi hijo (...). Jamás hubiera hecho eso. Jamás provocó a nadie”, dijo.