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‘Kate del Castillo no es la única’

La investigadora, autora de numerosos libros sobre el narcotráfico, dice que el “Chapo” Guzmán es hoy sólo una ficha más del cartel de Sinaloa.

Juan David Torres Duarte
17 de enero de 2016 - 02:00 a. m.

Anabel Hernández ha investigado durante 15 años el fenómeno del narcotráfico en México. Uno de sus libros más celebrados, Los señores del narco (Grijalbo, 2010), es una pesquisa profunda sobre los vínculos entre los gobiernos mexicano y estadounidense con los capos mexicanos. A propósito de la reciente captura de Joaquín Chapo Guzmán, hoy recluido en la cárcel del Altiplano, y su entrevista con el actor Sean Penn, la periodista explica sus dudas sobre el operativo y descarta de plano que Guzmán haya actuado en solitario en sus fugas. Para ella, está comprobado que el Gobierno y el Ejército sabían de su escape y lo permitieron.

¿Leyó la entrevista que le hizo Sean Penn a Guzmán Loera? ¿Qué piensa de ella?

No creo que sea una entrevista. Me parece que es la crónica de un encuentro. Y la impresión que me da es que, en este texto, por lo pronto no hay nada nuevo que no haya sido publicado ya. Está la protección del Gobierno, del Ejército, que cubre a Guzmán Loera desde hace muchos años, que son los que se encargan de la primera periferia de su seguridad. Habla de un sujeto primitivo, simple, sin grandes ideas, sin grandes conceptos, un hombre que apenas puede articular palabras, que apenas puede expresarse. Lo más llamativo es que creo que finalmente la gente puede ver lo simple y poco peligroso que es en sí mismo. Guzmán Loera no es nadie. Es un hombre al que se puede acabar con una bala. Lo preocupante es quiénes están detrás de este hombre que apenas sabe leer y escribir. Quiénes le ayudaron a crear su imperio. Quiénes son los otros señores del narco.

¿Y quiénes están detrás de él?

Por puro cuidado, hay que aclarar que el Chapo es un capo real. Hay quienes lo ponen como un títere. No: tiene un poder real en la organización, es el líder junto con Ismael Mayo Zambada. El tema es que es tal la cantidad que genera esta organización, que tiene cientos de personas que son las que se encargan de hacer el trabajo de inteligencia: para diseñar la ruta de tráfico de drogas, la ruta más conveniente, cuál es el vehículo más conveniente, los que crean la estructura financiera para lavar el dinero, los políticos que le piden favores para ser candidatos, los banqueros que se ofrecen a lavar dinero, los empresarios. Como parte del cartel de Sinaloa hay una estructura criminal con políticos, gobernantes, empresarios, la Iglesia católica, artistas, gruperos, gente que trae a otras personas.

Respecto al caso de Kate del Castillo, ¿hay más farándula comprometida con los narcos?

Es muy común. Varios expedientes judiciales señalan que los capos o empleados de los capos hablan de cómo duermen o tienen como parejas a actrices de Televisa, cómo contratan a los muy importantes grupos musicales en México (los llamados gruperos, que cantan los narcocorridos). La relación es total. Y no es sólo de esta mujer, es una relación que ha estado durante mucho tiempo y que el Gobierno ha tolerado. Creo que todo este asunto que el Gobierno quiere crear alrededor de Sean Penn y Kate del Castillo es un distractor para que la gente no se pregunte las cosas de fondo: que la versión oficial de la captura es bastante incongruente, que la captura del Chapo no sirve para nada si no desmantelan la red criminal. La red criminal no son Sean Penn y Kate del Castillo. ¿Por qué el Gobierno va a extraditar al Chapo en vez de desbaratar las redes que lo han apoyado en todo este tiempo?

¿Tiene dudas sobre su reciente captura?

Han pasado pocos días, pero tengo grandes dudas sobre las versiones del Gobierno. Le voy a poner un ejemplo. El Gobierno dice: estábamos siguiendo al Chapo Guzmán a través de los teléfonos de los abogados. Bueno, pues si hubieran seguido los teléfonos de los abogados desde noviembre de 2014, como dijo el Gobierno, pues el Chapo no se hubiera fugado porque la fuga fue planeada a través de los abogados. También dicen que estuvieron a punto de capturarlo en Durango, en octubre pasado. El Gobierno dice que lo hirieron en la pierna, en la cara, que estaba acorralado y no sabía para dónde ir. Cuando uno ve la cara del Chapo, el peso que ha ganado (está más gordito que cuando se fugó), uno no ve la cara de alguien que estuvo en fuga. Cuando ve las historias de estos mensajes con la actriz Kate del Castillo, no es un hombre que se sintiera acorralado o perseguido. Y cada vez intentan componer la versión. La actitud del Chapo no corresponde a la de un hombre que tuviera miedo de ser detenido.

¿Las medidas para reforzar el Altiplano son suficientes?

Lo que el Gobierno no dice es que el penal del Altiplano, y prácticamente todas las cárceles, están corrompidas. Profundamente. En el Altiplano circulan teléfonos celulares entre los capos, drogas, se compran favores. Antes y después de la fuga del Chapo. Eso no ha cambiado. Si el Gobierno cree que por poner más custodios o por poner un suelo más grueso (lo que me parece casi una burla), o por cambiarlo de lugar cada tantas horas, con eso acaba con la corrupción que hay en el Altiplano, me parece una ingenuidad o una perversidad terrible. Es querer engañar a la gente y no querer decir lo que realmente pasa.

¿Y la posible extradición del “Chapo” a EE.UU.?

Dice Hernández: “Me parece grave que el gobierno mexicano decline su obligación de hacer justicia en México. En vez de esforzarse por castigar a este capo y desmantelar la red criminal, el gobierno se lava las manos y podría extraditarlo. Está no sólo cediendo a la presión de EE. UU., sino que se está lavando las manos respecto a lo que pase con el “Chapo”. Por otro lado, al ofrecerlo en extradición, no está informando lo que puede pasar: el proceso de extradición puede tardar cinco, siete años, porque el capo tiene varios instrumentos para detenerlo, retardarlo e incluso ganar un proceso contra la extradición. Por otro lado, no es una garantía que cuando el narco sea extraditado, en caso de que pase, reciba un castigo ejemplar en EE.UU. O que su detención en ese país signifique el final del cartel de Sinaloa. Eso no ha ocurrido. Está el caso Juan García Ábrego, extraditado en los noventa por Ernesto Cedillo a EE.UU., era el líder del cartel del Golfo y hasta el día de hoy ese cartel sigue traficando drogas”.

Por Juan David Torres Duarte

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