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El exgeneral paraguayo Lino Oviedo falleció en la provincia del Chaco, donde el helicóptero en el que viajaba se accidentó y ocasionó la muerte de su escolta y del piloto de la aeronave. Oviedo se desplazaba hacia Asunción desde Concepción, donde el fin de semana adelantaba un mitin de la que era su campaña a la presidencia para las elecciones del próximo 21 de abril, en las que representaría a la Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNCE).
El exgeneral falleció a la edad de 69 años, tras haber dejado una profunda huella en la política paraguaya. Desde la caída de Alfredo Stroessner (1989) después de tres décadas en el poder, la figura de Lino Oviedo fue ascendiendo y figurando en los diferentes escenarios de la política entre los contrastes de sus críticos y simpatizantes: por un lado era uno de los altos mandos (coronel, entonces) que gestó la caída de la dictadura, pero por otro era un hombre sin miramientos a la hora de conseguir sus fines.
La fecha de su muerte, el 3 de febrero, coincidió con la caída de la dictadura, 24 años después. Había nacido en la ciudad de Juan de Mena y se había enlistado en el Ejército desde muy joven. Era un buen militar y tras la caída de Stroessner pasó a ser el comandante de las Fuerzas Armadas paraguayas. En el cargo permaneció por poco más de tres años años, hasta que intentó boicotear el gobierno del presidente Juan Carlos Wasmosy, con quien había sido aliado en el Partido Colorado.
Un golpe de Estado se gestaba aparentemente en Asunción y a la cabeza se encontraba Oviedo. Wasmosy reaccionó a tiempo y el general fue detenido por sedición y retirado de su cargo. La condena que se emitiría en su contra sería de 10 años de cárcel e inhabilidad para aspirar a puestos públicos. Sin embargo, Raúl Cubas era un viejo socio de UNCE y al llegar a la presidencia en 1998 decretó un indulto para Oviedo, una decisión que la Corte Suprema del país luego deslegitimaría.
La política paraguaya siguió su avance mientras Lino Oviedo esperaba la oportunidad para saltar al ruedo político. No obstante, con 1999 vinieron días difíciles para el gobierno de Cubas, pues su propio vicepresidente, Luis María Argaña, promovía un juicio político en contra del mandatario. Argaña, un hombre en abierta animadversión con Oviedo, fue asesinado y las sospechas no tardaron en caer en el nombre del general. La muerte del vicepresidente sacó a la calle a ciudadanos indignados que se fundieron en protestas, en un periodo hoy conocido como el ‘Marzo paraguayo’. Las manifestaciones dejaron siete personas muertas, de las que también se responsabilizó a Oviedo.
El exgeneral se refugió entonces en Argentina. Allí recibió el asilo del mandatario Carlos Menem y continuó su oposición, esta vez con el reemplazante de Cubas tras su dimisión, Luis González Machi. Al despedirse Menem del poder, Oviedo se vio obligado a pasar a la clandestinidad, pero fue detenido en Brasil. No fue extraditado y tras pasar año y medio en la cárcel decidió regresar a Paraguay en 2004, sabiendo que tenía cuentas pendientes con la justicia. Su objetivo fue volver para pagar sus penas y así poder aspirar al cargo de presidente.
La Corte Suprema le concedió la libertad en 2007 tras una serie de acuerdos con la justicia, lo que le permitió dedicarse de lleno a la política. Trabajó en su consolidación como líder de la UNCE e incluso se especuló sobre una posible alianza con Fernando Lugo, a quien finalmente decidió enfrentar en las urnas en 2008. Lugo obtuvo la victoria, fue destituido en 2012 y hoy, su reemplazante, Federico Franco, extiende su pésame a la familia de Lino Oviedo.