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Los efectos de una guerra en Oriente Medio

A pesar de la violencia de la operación israelí en la Franja de Gaza, los efectos de esta incursión pueden ser diferentes a los de confrontaciones anteriores: negociar sería una las consecuencias.

Mauricio Jaramillo Jassir
14 de julio de 2014 - 11:30 a. m.
Los habitantes de la Franja de Gaza lloran los más de 160 muertos que dejan los bombardeos israelíes.  /AFP
Los habitantes de la Franja de Gaza lloran los más de 160 muertos que dejan los bombardeos israelíes. /AFP

La guerra actual entre el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) e Israel es diferente a confrontaciones anteriores y sus efectos pueden obligar a las partes a la negociación, a pesar de que la crudeza de la violencia haga temer lo peor.

Por el lado de Israel, cabe preguntarse a qué se debe tal ofensiva. El asesinato de tres adolescentes supuestamente a manos de Hamás explicaría la operación militar, sin embargo, no es la única causa. El gobierno de Benjamín Netanyahu decidió el sábado incursionar por tierra en Gaza durante 30 minutos: en la operación sSoldados israelíes destruyeron las lanzaderas desde las que eran disparados cohetes. El primer ministro, reacio a una ofensiva de largo aliento, amenazó con intensificar los bombardeos.

La presión interna lo ha hecho ceder, y aunque parecería impensable por su talante guerrerista de los últimos años, antiguos aliados lo acusan hoy de ser débil frente a la disidencia palestina. Se trata de dos partidos políticos claves en la formación del Gobierno y que están representados por Avigdor Lieberman, el actual canciller y líder del partido Israel Nuestra Casa, y Neftalí Bennett, del movimiento El Hogar Judío, en cabeza de la cartera de Economía.

Esta división puede alterar la política israelí con miras al futuro, ya que el llamado a nuevas elecciones y la llegada de un premier como Lieberman pueden profundizar la violencia. A ningún Estado de la región ni del mundo le conviene la derechización israelí, fenómeno que tiende a presentarse bajo circunstancias como las actuales.

En cuanto a los palestinos, Hamás vuelve a demostrar capacidad de combate, pero valga decir que es poco probable que la organización sea la responsable del asesinato de los adolescentes israelíes. Entre la desaparición de los tres jóvenes y la aparición de sus cuerpos, Israel ya había atacado las estructuras de Hamás en Cisjordania, y hasta ese momento no se había lanzado un número considerable de cohetes desde Gaza hacia territorio israelí. Los que habían sido activados no habían sido reivindicados por esa organización. Ante la ofensiva de Tel Aviv, Hamás y, concretamente, su ala militar, las Brigadas Ezzedin Al Qassam, decidieron responder y quebrar así el cese al fuego que se había mantenido desde 2012, cuando el último episodio de la guerra había sido interrumpido por mediación egipcia.

La violencia, que ha producido hasta el momento más de un centenar de muertos, podría tener dos consecuencias visibles en el corto y el mediano plazo. La primera es que termine relanzando el proceso de paz entre israelíes y palestinos. Aunque parezca contradictorio, esta coyuntura puede favorecer ese escenario porque el proceso de diálogo carecía de dinámica y no había conseguido despegar, a pesar del interés del secretario de Estado de EE.UU., John Kerry. Con la agudización de la violencia vuelve la presión internacional para que las partes acudan a la mesa. Estados Unidos y Turquía, influyentes naciones en la región, han hecho llamados incesantes para el cese al fuego.

La segunda consecuencia tiene que ver con Hamás como actor del proceso palestino. Después del acuerdo de abril entre Al Fatah y Hamás, se abrió la puerta para un consenso palestino en aras de negociar con Israel. En los últimos años, la visibilidad de Hamás ha aumentado y con ello sus posibilidades de ser incluido como vocero de un sector de los palestinos. ¿Estarían dispuestos Tel Aviv y Washington a aceptar tal condición? Es probable que Hamás deba ceder primero en cuanto a un reconocimiento (probablemente tácito) de Israel, y a partir de eso puede ganar influencia, no sólo en Gaza, sino en la zona.

Valga recordar que Hamás no es el grupo palestino más radical y el pragmatismo del que ha hecho prueba es observable desde 2006, cuando decidió participar en las elecciones palestinas, un gesto que implicó cierto reconocimiento de los Acuerdos de Oslo. Con ello el panorama será diferente y el grupo más radical de los palestinos pasaría a ser la Yihad, cercano al régimen de Teherán y con mayor capacidad militar que Hamás. Palestina tendría que detener su ascenso.

Este cambio en la política palestina supondría nuevas posibilidades de negociación con Israel, que a su vez deberá canalizar esfuerzos para evitar la llegada de un gobierno ultranacionalista que empeore aún más la situación. Con cada ofensiva, Israel pierde legitimidad internacional y aumenta la sensación de inseguridad. Un nuevo mapa político comienza a surgir en la zona.

* Profesor Universidad del Rosario.
 

Por Mauricio Jaramillo Jassir

 

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