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“Los gais no somos unos monstruos”

David Norris, senador de Irlanda, es el hombre que logró la descriminalización de la homosexualidad en ese país.

Pablo Guimón. Especial de “El País”, Dublín
23 de mayo de 2015 - 02:30 a. m.
David Norris emprendió un largo proceso judicial que terminó con la declaración de la homosexualidad como legal en Irlanda. /Flickr-Stephane Moussie
David Norris emprendió un largo proceso judicial que terminó con la declaración de la homosexualidad como legal en Irlanda. /Flickr-Stephane Moussie

Es el intelectual que rehabilitó el prestigio de James Joyce en Irlanda. Fue el primer cargo electo abiertamente gay del país. Es senador independiente desde 1987 y se presentó a presidente en 2011. Pero David Norris, de 71 años, pasará a la historia como el hombre que logró la descriminalización de la homosexualidad en Irlanda, tras emprender un largo proceso judicial que terminó con un pronunciamiento del Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 1988. Cinco años después la homosexualidad era legal. Al hacer esta entrevista con El País, días antes del referendo, advierte que no planea casarse.

¿Cómo se siente después de tantos años de lucha?

Es una notable trayectoria para una vida el pasar de ser definido como un delincuente por tu sexualidad a poder casarte con la persona que elijas si gana el sí en el referéndum. Es maravilloso que los ciudadanos irlandeses voten por que sea un ciudadano como ellos.

¿Qué ha cambiado en Irlanda en todos estos años?

En los años 50 y 60 la Iglesia católica tenía un fuerte mando sobre la política. La legislación se enviaba al arzobispo de Dublín para que la aprobara. Pero ha habido una cascada de escándalos de abusos sexuales a niños en la Iglesia, en los que no sólo fueron los perpetradores, sino que la jerarquía deliberadamente los protegió y facilitó sus apetitos violentos. Otro cambio es que en la Irlanda en la que yo crecí había una emisora de radio, ninguna televisión y casi ningún periódico extranjero. Ahora la explosión de los medios ha derribado los muros de aislamiento. Por último, cuando supe que era gay creía que era el único. Debido al silencio, no había modelos de conducta. En el proceso judicial en que demandé al Estado de Irlanda en el tribunal supremo y luego en el europeo, para cambiar la ley penal por la que los hombres gais podían ir a prisión de 10 años a perpetuidad, hubo testigos de todo el mundo. Y eso rompió el silencio. Ahora ya no somos vistos como monstruos depredadores.

¿Qué peso tiene hoy la Iglesia en Irlanda?

Hay curas muy respetados. Pero la gente ya no acepta la palabra de la Iglesia como ley. Y eso no empezó con la homosexualidad, sino con la contracepción. La Iglesia dijo que era pecado, pero la gente vivía sus vidas normales de casados. Esa fue la primera gran ruptura.

¿Cómo era luchar en los años setenta por los derechos de los gais en Irlanda?

Lo que me llevó a actuar fue un sentimiento de injusticia e indignación. Después del primer shock de comprender que era gay, me di cuenta de que había una generación antes de mí, empresarios y profesionales exitosos, que tenían sus cenas privadas y que no hacían nada contra la injusticia. A mí me pudo la injusticia. ¿Y cómo fue? ¡Fue absolutamente maravilloso!

¿Cómo valora esta campaña para el referendo?

Ha enriquecido la conversación entre los gais y sus familias y amigos. La parte del no habla de los derechos de los niños, y la comisión del referéndum se ha cansado de decir que eso no tiene nada que ver con lo que se vota. Lo hacen para confundir a la gente. Y la gente confundida vota no.

Joyce dijo que la religión, la familia y el nacionalismo eran las fuerzas que oprimían a la sociedad irlandesa.

Soy una persona religiosa. Una de las pocas que quedan, supongo. La religión estrecha, el nacionalismo estrecho y las constricciones de una familia disfuncional eran de lo que Joyce escapaba. El Dublín de Joyce era una ciudad dormida, paralizada. Pero ahora es muy viva y todas las grandes preguntas están sobre la mesa, para que las debatan los ciudadanos. Somos una sociedad más abierta y libre.

¿Cómo cambiará el país si gana el sí?

Será más libre y abierto. Los gais jóvenes podrán respirar más fácil. Los partidarios del no dicen que los derechos de los homosexuales están protegidos por las provisiones de igualdad en la Constitución. Pero esas provisiones estaban ahí cuando demandé al Estado para eliminar la ley que nos criminalizaba. La justicia decidió que no había nada desigual en mandar a los gais a la cárcel. Si gana el sí, los gais serán bienvenidos en la sociedad irlandesa como ciudadanos completos e iguales.

Por Pablo Guimón. Especial de “El País”, Dublín

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