Los ganadores del acuerdo

La voluntad política y la diplomacia demostraron que es posible solucionar en pocas semanas conflictos que por años parecieron irresolubles. Una buena noticia para Oriente Medio.

Víctor de Currea-Lugo
25 de noviembre de 2013 - 09:31 p. m.
Seguidores del presidente de Irán, Hasán Rohaní, lo esperan en el aeropuerto de Teherán para celebrar la firma del acuerdo nuclear.
Seguidores del presidente de Irán, Hasán Rohaní, lo esperan en el aeropuerto de Teherán para celebrar la firma del acuerdo nuclear.

Una buena noticia para (casi) todo el mundo: las potencias mundiales e Irán llegaron a un acuerdo sobre su programa nuclear. La actitud dialogante de Barack Obama, la nueva dinámica internacional de Irán bajo el nuevo gobierno de Hasán Rohaní, la presencia de varias potencias y la búsqueda diplomática de una negociación (no de una rendición), hicieron posible algo impensable incluso hace pocos meses.

Obama se anota por primera vez un punto positivo en relación con Oriente Medio, donde no había logrado ir más allá de la retórica, de su fracaso para que la paz entre Israel y Palestina tuviera una oportunidad, su apoyo a los golpistas militares egipcios, su incapacidad de leer el contexto sirio y su torpeza al ofrecer soluciones neoliberales a las revueltas árabes.

El presidente Rohaní es el otro ganador. En menos de seis meses de gobierno no sólo ha logrado establecer un diálogo con los Estados Unidos, cuyas relaciones estaban rotas desde hace más de treinta años, sino que logró, en menos de dos meses, un acuerdo que le permite legitimar a Irán como actor internacional y regional, dejar sin argumentos las continuas amenazas israelíes, garantizar una mejoría a la economía iraní (por el esperado fin de las sanciones) y legitimar su liderazgo interno.

Gana incluso el derecho internacional en la medida en que Irán continúa su programa nuclear sobre la base del Tratado de No Proliferación (TNP), del cual es firmante y el cual lo autoriza a desarrollar energía nuclear con fines pacíficos. Gana la diplomacia internacional, pues la resolución de las tensiones por medio del diálogo directo y de tan alto nivel deja sin piso los argumentos de los halcones de todas las latitudes que esgrimían razones para atacar a Irán. La voluntad política demostró que es posible solucionar en semanas conflictos que por años parecieron irresolubles.

Gana la región en la medida en que la pausa del programa nuclear iraní y su compromiso de no fabricar armar nucleares contribuye a la convulsionada región, que no sale de un conflicto para meterse en otro.

Pero hay cosas no dichas y sin duda mencionadas en la mesa de negociación, como cuáles serán las eventuales tareas de Irán en la crisis de Siria, la situación de Irak e incluso de Afganistán, tres escenarios donde Estados Unidos y la Unión Europea han fallado.

Las reacciones de Israel (único país con armas nucleares en Oriente Medio y Estado no parte del TNP) en rechazo del acuerdo no se hicieron esperar, acusándolo de un “error histórico”. Tampoco hay alegría en el campo saudita al ver que Estados Unidos logra un nuevo “aliado” en la región, precisamente al entablar acuerdos con el país que más preocupa a Tel Aviv y Riad.

La buscada normalización de las relaciones entre Occidente e Irán no es un proceso inmediato, pero este primer paso es fundamental. Quedan las usuales tensiones de interpretación de la letra menuda del “plan de acción”, ver si se cumplen las fases de implementación y la acción de los enemigos del acuerdo. Hoy vale celebrar la buena noticia.

* Ph.D. Profesor de la U. Javeriana.

Por Víctor de Currea-Lugo

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