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Los liberales vuelven a Canadá

La tradicional familia Trudeau vuelve al poder para poner fin a una década conservadora en el país norteamericano.

Marc Bassets
21 de octubre de 2015 - 03:23 a. m.

Justin Trudeau, hijo del líder que modeló el Canadá moderno, será el próximo primer ministro del país. Trudeau, de 43 años, derrotó al actual primer ministro, el conservador Stephen Harper, tras remontar los sondeos adversos en la campaña electoral más larga de la historia reciente, de 78 días.

Los canadienses votaron a favor del cambio tras la década de Harper, un político que, con un estilo brusco y polarizador, aceleró la transformación de Canadá hacia un país con mayor peso de la provincias occidentales, una economía basada en el boom del sector petrolero —ahora en duda— y una diplomacia más agresiva.

“Los canadienses han elegido el cambio. El cambio verdadero”, dijo Trudeau, pasada la medianoche del lunes, en un salón del hotel Reine Elizabeth, de Montreal (Quebec), su feudo electoral.

Entre el millar de asistentes había sijs y judíos ortodoxos, estudiantes y padres de familia. Un juez recién jubilado se declaraba feliz de poder expresarse políticamente después de décadas de abstenerse de opinar por deber profesional, y un estudiante de Vancouver confesaba que no había votado a Trudeau sino al socialdemócrata Tom Mulcair, pero estaba igual de contento. “Yo quería ABC”, dijo. Anything but conservatives, en inglés: “Cualquiera menos los conservadores”.

Con Trudeau regresan al poder los liberales, el partido natural del Gobierno durante buena parte del siglo XX en Canadá. También regresan los quebequeses francófonos, que han ocupado el cargo durante la mayor parte del último medio siglo. Y regresa, en fin, la familia Trudeau.

Pierre Elliott Trudeau fue primer ministro, con una breve interrupción, entre 1968 y 1984. Remodeló el Canadá moderno, el del multiculturalismo, el federalismo y el bilingüismo. Era carismático e inteligente, adorado y detestado a partes iguales.

Unos minutos después de conocerse el resultado, Stephen Clarkson, el biógrafo más acreditado de Pierre Trudeau, dijo por teléfono, desde Toronto, que veía pocos parecidos entre padre e hijo. “Son poco similares,” dijo. “Trudeau padre tenía ideas muy, muy claras. Era muy inflexible. Y la gente admiraba su inflexibilidad, particularmente respecto a Quebec, al nacionalismo. El hijo saca ideas de sus consejeros, no es un intelectual. No es un experto en los detalles de la política, como sí lo es Harper. Y escucha a los otros. Es bastante diferente de su padre. La conexión entre ambos está en el nombre, pero no creo que tengan demasiado en común respecto a la capacidad de atracción política. Él (Justin Trudeau) ha apelado a la gente que quería a cualquiera menos Harper”.

ABC, como decía el estudiante de Vancouver.

Hasta hace poco, una victoria de Trudeau habría sido una sorpresa. Se le consideraba un peso pluma, un hijo de papá, superficial y sin el nervio político de su padre, sino de su rival Harper.

Con un mensaje de diálogo y humildad, una campaña puerta a puerta y unas propuestas económicas contrarias a la austeridad fiscal, el candidato liberal dio la vuelta a los sondeos y logró una victoria más amplia de lo que incluso sus seguidores esperaban.

Por Marc Bassets

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