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Los otros culpables de la masacre en Bosnia hace 20 años

Estados Unidos, Reino Unido y Francia permitieron que las fuerzas serbias entraran a Srebrenica —el centro de la masacre— donde asesinaron a más de 8.000 musulmanes bosnios. Las fuerzas de defensa de la ONU fueron inútiles.

Redacción Internacional
06 de julio de 2015 - 01:52 p. m.
AFP / AFP
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Después de recabar en los archivos sobre la masacre en Bosnia, ocurrida hace 20 años —con epicentro en Srebrenica—, los investigadores Florence Hartmann y Ed Vulliamy llegaron a una conclusión poderosa y singular: Estados Unidos, Reino Unido y Francia dejaron que el genocidio a manos del ejército serbio ocurriera para poder llegar, de algún modo —aunque fuera el peor de ellos—, a una acuerdo de paz.

En principio, los tres países propusieron que la antigua Yugoslavia —de la que nació Bosnia—, se dividiera en dos: un país para los bosnios y serbios y otro más para los croatas y los musulmanes. Las fuerzas serbiobosnias no estaban de acuerdo con ese trato: ¿por qué —se preguntaban— tendrían que entregar su territorio? Esas fuerzas, de manera explícita, ya habían desglosado su intención de terminar con los musulmanes en el país a través de un “limpieza étnica”, como dieron a llamarla. Y Estados Unidos, Francia y Reino Unido, si bien no fueron culpables directos de la masacre —si bien quizá nunca imaginaron que la masacre tendría semejantes consecuencias ni semejante número de víctimas—, conocían desde siempre aquella intención.

Los documentos que recaban ambos investigadores, y que les permite formular un artículo amplio que publica The Observer —parte del equipo editorial de The Guardian—, permiten reconocer en esa omisión una predisposición a recurrir a cualquier medio con tal de crear una paz duradera. Sin embargo, la teoría del mal menor fue por completo inútil en este caso: ni las 8.000 personas muertas en Srebrenica tuvieron justicia por su muerte, ni ese hecho logró apuntalar una paz duradera en una nación que todavía hoy tiene serios problemas económicos, pobreza rampante y un altísimo índice de corrupción en un gobierno dividido por etnias y todavía ansioso de definir el resultado de esas guerras. Bosnia es hoy un criadero para la burocracia, y en buena parte los hechos cometidos en aquel julio de 1995 se convirtieron en la raíz del caos social actual. Un artículo reciente de la revista Foreign Affairs recordó que, a pesar de toda la ayuda internacional que ha recibido Bosnia en los últimos años (más de US$10 mil millones), el país no ha podido recuperarse y sus divisiones siguen intactas.

En esta detallada crónica, con ciertos tintes de análisis, los investigadores recuerdan también el papel de la ONU, que podría definirse con una palabra: disfuncional. En 1994, los cascos azules —la entidad militar de la ONU— crearon tres zonas seguras en medio de la guerra, y prometieron protegerlas sin ninguna condición. Sin embargo, los cascos azules dejaron pasar al ejército serbio sin ningún problema y las fuerzas internacionales no tuvieron ningún reparo en permitirles armarse y continuar su camino. La Unión Europea, por entonces recién nacida, mantuvo un silencio de algún modo cómplice.

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Por Redacción Internacional

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