Los presos que mueren torturados por el régimen sirio

En un informe, Human Rights Watch demuestra que 27 personas detenidas por el gobierno de BaShar Al Asad murieron por torturas y vejaciones en las cárceles nacionales.

Redacción Internacional
16 de diciembre de 2015 - 09:10 p. m.
Un joven sirio recibe ayuda médica tras un bombardeo de las fuerzas leales al presidente Bachar Al Asad en las afueras de Damasco. / EFE
Un joven sirio recibe ayuda médica tras un bombardeo de las fuerzas leales al presidente Bachar Al Asad en las afueras de Damasco. / EFE

La organización Human Rights Watch (HRW) ha comprobado, tras nueve meses de investigación, que 27 detenidos del régimen sirio —entre ellos opositores y activistas— murieron durante su tiempo en prisión a causa de tortura, malnutrición y golpizas. La misma metodología podría extenderse a otros 6.700 presos, cuyas fotos fueron reveladas en 2013 por un desertor del régimen, cuyo nombre clave es César, y que fueron sacadas de manera clandestina de ese país.

La investigación prueba de nuevo un rumor de antaño (vea aquí el informe completo): que el régimen de Bachar Al Asad asesina a sus opositores y que sus agentes han realizado desapariciones forzosas y encarcelamientos ilegales. Desde el comienzo de la guerra civil en Siria, en 2011, las fuerzas de Al Asad han sido señaladas de atacar a la población civil con armas químicas y bombas de barril (que contienen petróleo y explosivos y están prohibidas en las normas internacionales de la guerra). Un refugiado sirio le contó a El Espectador hace algunos meses que en las droguerías miembros ligados al gobierno reparten drogas que asesinan a cientos de niños en el país.

En esta ocasión, el estudio de HRW recoge las historias de familiares de víctimas y de exconvictos que certifican que los tratos en las cárceles de Damasco y otras zonas del gobierno se asemejan, de manera casi simétrica, a las maneras del gulag soviético: los detenidos son sometidos a vejámenes y torturas, en ocasiones son atados de las manos y elevados con cuerdas hasta el punto de romper sus brazos, son golpeados por horas y dejados a su suerte, con hambre y en un ambiente lleno de infecciones, sin los cuidados más básicos. Desde marzo de 2011, según datos de la Red Siria para los Derechos Humanos, más de 117.000 personas han sido detenidas en el país; dado el ambiente de polarización que enfrenta a Al Asad con los opositores, buena parte de esos detenidos pertenecerían a facciones que contradicen al gobierno.

Los detenidos son puestos en celdas con una capacidad menor, sin aire y sin derecho a bañarse. Uno de los exconvictos contó a la organización que un hombre a quien habían golpeado por días, volvió a su celda con el rostro repleto de sangre y la piel “a punto de desprenderse”. Otro más recordaba que los golpeaban con cables o con cuerdas muy gruesas hasta que la piel se abría.

Entre los casos recopilados por HRW, hay uno que llama la atención. Ahmad Al-Musalmani tenía 14 años cuando fue detenido en un puesto de control en 2012. Volvía desde el Líbano, a donde su familia lo había enviado tras las numerosas amenazas que se cernían contra ellos, para asistir al funeral de su madre. Al-Musalmani fue llevado a rastras a una celda cercana, contó uno de los testigos, y entonces ya no se volvió a saber de él. La razón parece fútil, pero es una sentencia de muerte en Siria: en su celular, Al-Musalmani tenía una canción en contra de Al Asad.

Su tío, Dahi Al-Musalmani, encontró que estaba bajo custodia del Departamento de Inteligencia de las Fuerzas Aéreas y pagó cerca de US$14.000 en sobornos para su liberación. Ahmad nunca volvió a casa. Meses después, encontraron su fotografía en el lote de más de 28.000 que rodaron por la red. Su tío dijo a HRW: “Fue un shock. Oh, fue el shock de mi vida verle allí. Lo busqué, durante 950 días lo busqué. Conté cada uno de los días. Cuando su madre se estaba muriendo me dijo: ‘Lo dejo bajo tu protección’. ¿Qué protección pude darle?”

En el reporte, la organización pide a las fuerzas que intervienen hoy en el conflicto sirio —en el que el gobierno sirio se enfrenta también contra el Estado Islámico— que tengan en cuenta la calidad de los centros de detención a la hora de tomar una decisión certera sobre los diálogos de paz en la zona. Justo esta semana se han reunido en Viena distintos grupos de la oposición siria para planear una serie de reuniones entre la oposición y el régimen en las que, al parecer, el gobierno de Al-Asad tendría cabida, una propuesta que tiene el apoyo de países como Rusia e Irán.

Sin embargo, el informe sugiere entre líneas todo lo contrario: que parte de la barbarie que hoy vive Siria es responsabilidad del gobierno sirio y que los 200.000 muertos que hasta ahora ha dejado la guerra, según la ONU, es una cifra todavía parcial y susceptible al crecimiento. En su editorial, el diario Le Monde anotó: “Es comprensible que muchos de los países implicados en esta guerra consideren que la prioridad es desarmar al Estado Islámico, que amenaza con implantar un Estado terrorista en el corazón de Oriente Medio. Pero un asunto como el archivo César muestra también hasta qué punto es difícil, incluso imposible, imaginar —como pretenden hacerlo en Viena— un período de transición política al término del cual Bashar al Asad continúe en el poder”.

 

Por Redacción Internacional

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