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El ex primer ministro Ibrahim Boubacar Keita será el nuevo presidente de Mali, tras imponerse con el 77,61 % de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales celebradas el pasado 11 de agosto.
Según anunció este jueves el ministro de Administración Territorial, el general Musa Sinko Culibaly, el segundo candidato en discordia, Sumaila Cissé, que el pasado lunes ya admitió su derrota, logró el 22,39 % de los sufragios.
El porcentaje de participación de los comicios, cuyo resultado tendrá que ser refrendado por el Tribunal Constitucional, fue del 45,78 %, cuatro puntos por debajo que en la primera vuelta celebrada el pasado 28 de julio.
Según Culibaly, que este miércoles fue ascendido al cargo de general por el Consejo de Ministros, Keita, también conocido como IBK, logró 2.354.693 votos, frente a los 679.000 conseguidos por Cissé.
El ministro, que en su comparecencia saludó a la Unión Europea, a Estados Unidos y los "amigos de Mali que han acompañado el proceso", agregó que el número de votos nulos registrado fue de 92.920.
Las elecciones presidenciales malienses, que deben legitimar la transición democrática que comenzó tras el golpe de estado del 22 de marzo de 2012, se celebraron en dos vueltas, la primera el 28 de julio y la segunda el pasado domingo.
El anuncio de los resultado, un día antes del máximo establecido por la ley, se había convertido casi en un trámite después de que el lunes pasado Cissé anunciara en su cuenta de Facebook que se había desplazado hasta la casa de IBK para felicitarle por su victoria en las elecciones.
Tras el reconocimiento de su derrota varios dirigentes políticos se precipitaron a felicitar a Keita, antes de conocerse los resultados oficiales.
Entre ellos, los presidentes de Francia, François Hollande, de Argelia, Abdelaziz Buteflika, o de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso.
Keita, visto por sus seguidores como el hombre fuerte que necesita el país para la reconstrucción, tiene como sus dos retos más inmediatos la culminación de la transición y la reconciliación con los rebeldes tuareg del norte del país, que el pasado junio firmaron un alto el fuego con el Gobierno de Bamako.