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Mambrú se fue a la guerra

Según un informe de la ONU, hay seis países africanos en donde los menores son parte del conflicto. Las Farc y el Eln también son acusados de reclutar pequeños.

Salym Fayad / Especial para El Espectador Sudáfrica
17 de marzo de 2012 - 09:00 p. m.

El 14 de marzo la Corte Penal Internacional emitió su primera condena por crímenes de guerra: Thomas Lubanga, antiguo líder de la Unión de Patriotas Congoleños, fue declarado culpable por reclutar niños en su grupo armado entre 2002 y 2003 en la República Democrática del Congo. El fallo de la CPI llega pocos días después de que la controvertida campaña “Kony 2012”, protagonizada por Joseph Kony, líder del Ejército de Resistencia del Señor (LRA) y también acusado por la CPI, haya llamado nuevamente la atención mundial sobre el reclutamiento de niños soldados. Según la Unicef, decenas de miles de niños combaten en al menos 15 conflictos armados en el mundo. Más de la mitad se encuentran en África.

Durante la guerra civil en Sierra Leona en la década de los noventa, grupos de derechos humanos registraron no sólo la presencia de numerosos grupos conformados por niños en el conflicto, sino la brutalidad de sus métodos. La “Unidad de Niños Pequeños” (Small Boys Unit) del Frente Unido Revolucionario, conformada en su mayoría por niños entre 6 y 14 años, se caracterizaba por realizar torturas y mutilaciones a civiles.

La prensa internacional describió perturbadoras imágenes de niños que bajo la influencia de drogas y alcohol cercenaban las extremidades de otros niños o adultos con un machete, en ocasiones usando pelucas y vestidos de mujer. Uno de los macabros testimonios de la guerra en Sierra Leona son los 10.000 amputados que hay hoy en día en el país.

En 2007 el Tribunal Especial para Sierra Leona condenó a tres miembros del Consejo Revolucionario de las Fuerzas Armadas por reclutar en sus filas a menores de 15 años. Fue el primer tribunal internacional en emitir un veredicto por la incorporación de niños en grupos armados.

Según un informe del Consejo de Seguridad de la ONU publicado en abril del año pasado, actualmente hay seis países africanos en los que hay niños que son parte activa en conflictos armados: Somalia, Chad, República Centroafricana, República Democrática del Congo, Sudán y Sudán del Sur. El informe (que también atribuye esta práctica a las Farc y al Eln), dice que aparte de las aproximadamente 30 milicias que ejercen algún tipo de violencia contra niños en África, también hay gobiernos que los incluyen en sus ejércitos. En los últimos meses la ONU ha firmado planes de acción con los gobiernos de Chad, Somalia, Sudán del Sur y República Centroafricana para reinsertar a estos niños soldados en la vida civil.

Métodos de reclutamiento

Pero no son sólo niños ni sólo soldados. La Convención sobre los Derechos del Niño (que ha sido ratificada por todos los estados del mundo excepto por Somalia y Estados Unidos) establece que todo menor de 18 años, sea hombre o mujer, que haga parte de grupos armados, cae dentro de la definición de niño soldado, así no tenga que portar armas; por lo tanto esto incluye a los que hacen las veces de cocineros, porteadores, niñas reclutadas como esclavas sexuales, etc.

Los métodos de reclutamiento varían según las condiciones de cada región, pero el más común es el rapto de los menores en sus casas, parques o colegios en las áreas rurales, muchas veces de manera masiva. En Somalia, donde el número de desplazados por el hambre y la violencia asciende a un millón y medio de personas, el grupo fundamentalista islámico Al-Shabaab utiliza los campos de refugiados como fuente de tropas. En un país donde 30 mil niños murieron durante la última hambruna en el Cuerno de África, miembros de Al-Shabaab ofrecen comida a los jóvenes a cambio de su ingreso al grupo.

En otras ocasiones envían a uno de sus miembros a estos campos de desplazados portando ropa nueva y un teléfono celular, incitando así a otros jóvenes que quieran beneficiarse de los mismos privilegios.

El colombiano Carlos Bohórquez, especialista en protección infantil para la misión de Unicef en Somalia, dice que en éste, como en casi todos los conflictos armados, los más vulnerables son las mujeres y los niños. Aproximadamente 80 por ciento de los niños somalíes (2,3 millones) no tienen acceso a la educación, una condición que, sumada al hambre y en ocasiones a la orfandad, facilita la conscripción de los menores. Bohórquez, que también ha trabajado en misiones humanitarias en Chad y el Congo, afirma que “todas las milicias en Somalia reclutan niños”, y añade que debido a la desesperación y la falta de oportunidades, muchos se asocian voluntariamente a Al-Shabaab o a las fuerzas armadas del Gobierno Federal de Transición por la promesa —muchas veces engañosa— de recibir un pequeño salario.

Una vez reclutados, los niños inician un entrenamiento en el manejo de armas y algunos de ellos son adoctrinados para convertirse en bombarderos suicidas, pues los líderes de Al-Shabaab les garantizan “la entrada al paraíso” si mueren como mártires. Las niñas, por su parte, según afirma Bohórquez, son víctimas de violencia sexual cuando miembros de la milicia las obligan a convertirse en sus esposas, aunque algunas de ellas tengan apenas 9 años.

En África central, el Ejército de Resistencia del Señor, al que se le atribuye el rapto de 30.000 niños, se ha caracterizado por las atrocidades asociadas a sus secuestros. Al ser separados de sus familias, algunos niños han sido obligados a participar en el asesinato o la tortura de otro niño o de alguno de sus parientes. Esta práctica es parte de un proceso de iniciación en el que se deshumaniza al niño a través de la violencia y el miedo, un choque psicológico mediante el cual corta sus vínculos con la comunidad y asume a la milicia como su nueva familia adoptiva.

Reintegración, ¿posible?

Afortunadamente algunos logran escapar. En las regiones de África donde los niños soldados hacen parte del conflicto, la ONU desarrolla programas de desmovilización y reintegración con un enfoque comunitario. Bohórquez dice que además de formación vocacional e incentivos escolares, es necesario que los niños reciban un apoyo psicológico que les ayude a superar sus traumas. Desde 2005, aproximadamente 35.000 niños han recibido apoyo de Unicef en la República Democrática del Congo para reintegrarse a sus comunidades.

El caso de las niñas soldados es especialmente delicado. Muchas son víctimas de explotación sexual y violaciones, que en muchas ocasiones resultan en embarazos no deseados y enfermedades de transmisión sexual. Sin embargo, apenas la quinta parte de las niñas soldado ingresan a los programas de reintegración por temor a ser estigmatizadas por la sociedad.

Aunque en la última década el número de niños soldados en África se ha reducido a menos de la mitad y miles se hayan desmovilizado, los programas de reinserción son aún insuficientes y faltan recursos y estructuras para implementar más proyectos de este tipo en el largo plazo. Los avances son muy lentos, dice Bohórquez, y todavía falta ver resultados satisfactorios por parte de los gobiernos con los que se han acordado planes de acción.

‘Kony 2012’, sigue el debate

La ONU aplaudió el impacto de la campaña ‘Kony 2012’, lanzada en internet por la ONG Invisible Children contra Joseph Kony, el hombre más buscado en Uganda y líder del Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en inglés), y pidió al mundo que no olvide a los niños que sufren las consecuencias de los conflictos. El video batió todos los récords en YouTube, al convertirse en el que más rápido ha alcanzado los 100 millones de reproducciones: tan sólo seis días. Sin embargo, este polémico documental sigue en el centro de la polémica por “manipular y simplificar el conflicto ugandés”, según sus críticos.

Su mensaje es sencillo: Kony, el líder del Ejército de Resistencia del Señor (LRA, en inglés), debe pagar por las graves violaciones de los derechos humanos de las que está acusado, incluido el asesinato en masa, la esclavitud y el secuestro de menores para convertirlos en niños soldados.

Lubanga, culpable de reclutar niños

El pasado miércoles, la Corte Penal Internacional (CPI) declaró culpable al exlíder rebelde congoleño Thomas Lubanga de reclutar entre 2002 y 2003 a niños soldados en la República Democrática del Congo (RDC). La fiscalía tiene hasta el próximo 18 de abril para presentar ante los jueces su petición de pena contra Lubanga por reclutar y alistar en un conflicto armado a menores de 15 años. El fiscal, Luis Moreno Ocampo, anunció que pedirá la pena máxima, que es de 30 años de cárcel.
Lubanga fue encarcelado en Kinshasa en marzo de 2005, antes de ser trasladado a la cárcel de la CPI en marzo de 2006. Su juicio comenzó el 26 de enero 2009 y en los dos años y cuatro meses que ha durado el proceso, los magistrados han escuchado los testimonios de 36 testigos por parte de la Fiscalía y de 24 por la defensa. El gobierno congoleño declaró que “espera una sanción ejemplar”.

Por Salym Fayad / Especial para El Espectador Sudáfrica

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