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Marco Rubio, el republicano que busca ser el primer presidente latino de EE.UU.

Para muchos su candidatura representa la unión del partido republicano y el sueño americano.

Redacción Internacional
14 de abril de 2015 - 11:11 a. m.
AFP / Marco Rubio el pasado 10 de abril en Nashville, Tennessee.
AFP / Marco Rubio el pasado 10 de abril en Nashville, Tennessee.
Foto: AFP - JUSTIN SULLIVAN

Después del mediático lanzamiento de la campaña presidencial de la demócrata Hillary Rodham Clinton, el turno fue para el senador republicano Marco Rubio. Este lunes, anunció que está listo para empezar a competir en la carrera hacia las elecciones de 2016 y que él es el "el único calificado" para hacer que el Partido Republicano defienda el sueño americano.

Rubio no la tiene tan fácil como Hillary Clinton. La exprimera dama no tiene hasta ahora un candidato que le haga contrapeso en el partido demócrata y parece tener la vía pavimentada hacia la casa blanca. Rubio, en cambio, es el tercer aspirante de su partido que lanza su candidatura. Los dos primeros fueron los senadores Ted Cruz, por el estado de Texas, y Rand Paul, por el estado de Kentucky. En las próximas semanas el exgobernador de Florida, hermano del expresidente George Bush y mentor de Rubio, Jeb Bush, también oficializará su aspiración presidencial.

Rubio, que describió a Hillary como una candidata del pasado, podría convertirse en el primer latino en lograr una nominación a la presidencia. Descendiente de emigrantes cubanos -su abuelo nació en una empobrecida aldea de la provincia cubana de Santa Clara-, este político de 43 años suele decir que él es la personificación del sueño americano. No obstante, sus raíces políticas vienen de sectores muy conservadores que se han mostrado lejos de favorecer a la población migrante de EE.UU.

Marco Rubio llegó a la política nacional en 2010 impulsado por la corriente conservadora del Tea Party. Su figura ha sido refrescante dentro de un sector que suele considerarse como la derecha ultraconservadora estadounidense. Ha ofrecido un rostro nuevo y joven en un partido que desde 2008 no ha conseguido conectar con amplios sectores de la sociedad ni asegurarse una victoria en las presidenciales. Con su apellido hispano, el nuevo candidato ofrece a los republicanos la posibilidad de convencer al electorado hispano, que desde las últimas elecciones y cada vez más se convierte en una porción clave de la población al momento de definir quién será el presidente de los Estados Unidos.

Por esta razón Rubio aparece como una gran promesa en la carrera electoral que apenas comienza. De hecho, el candidato ya empieza a aprovechar su apellido hispano para hacer campaña. Este lunes tenía programado encontrarse con sus seguidores en Miami ante la Freedom Tower, la primera parada en EE.UU para miles de exiliados cubanos en los años 60 y 70, que intentaban obtener un estatus legal en el país norteamericano. En el primer anuncio del lanzamiento de su campaña, Rubio dijo que el sueño (americano) se está escapando para muchas personas y que los jóvenes enfrentan desigualdad de oportunidades para tener éxito.

Se espera, pues, que el tema de migrantes sea fuerte en su candidatura. No obstante, la reforma migratoria es una iniciativa demócrata. Hillary Clinton encarnaría la continuidad de esas promesas y los pasos dados por Obama hacia la muy anhelada reforma y la posibilidad (lejana, en todo caso) del fin del embargo a Cuba. No será tan fácil para Rubio prometer la continuidad de los proyectos migratorios. Enfrentará la presión del partido que representa y su tradición de retórica antiinmigrante. Tendrá que buscar una fórmula para encarnar la renovación ideológica del conservatismo.

Otro punto débil de Rubio, donde seguramente atacarán sus contendores, es su corta edad y experiencia política. Por eso intenta mostrarse muy experto y calificado para llegar a la Casa Blanca. Rubio no lleva más de cinco años en la política nacional. Llegó al Capitolio en 2010 impulsado por el Tea Party. Allí se ha mostrado, en concordancia con la agenda republicana, como un defensor de la familia tradicional y férreo opositor al aborto o al matrimonio gay y a la política exterior de Obama. Es un acérrimo crítico de la apertura al diálogo con Cuba y ha manifestado que no pisará la isla de sus antepasados mientras haya un Castro en el poder. También rechaza las negociaciones nucleares con Irán.

 

Por Redacción Internacional

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