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Más allá del resultado

El nuevo gobierno israelí enfrentará claros desafíos: garantizar la seguridad y disminuir la brecha social. El país tiene una de las desigualdades económicas más altas.

Juan Carlos Sanz. / Especial de El País, Jerusalén
18 de marzo de 2015 - 02:38 a. m.
Cerca de 5,88 millones de electores eligieron a los 120 diputados de la Cámara en Israel. / AFP
Cerca de 5,88 millones de electores eligieron a los 120 diputados de la Cámara en Israel. / AFP
Foto: AFP - GIL COHEN MAGEN

Luego del cierre de las urnas, a las que estaban convocadas cerca de seis millones de electores, llegó la reflexión. Más allá de saber si los israelíes le revalidaron un tercer mandato a Benjamín Netanyahu, del Likud, o se inclinaban por la alternancia en el poder, encarnada por el laborista Isaac Herzog, el país comenzaba a pensar en el futuro con el nuevo gobierno.

Hoy Israel se debate entre la exigencia de garantizar su seguridad en un entorno regional hostil y de lograr una solución a la cuestión palestina, por un lado, y las crecientes desigualdades económicas y sociales, entre las más altas de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, que agrupa a 34 países), por otro. Quien haya recibido el encargo de formar gobierno tras los comicios tendrá que lidiar sin duda con ambas amenazas. Estos serán sus principales retos.

Conflicto palestino
Paralizado desde hace casi un año, el proceso de paz ha languidecido durante el mandato de Benjamín Netanyahu, que en el cierre de la campaña electoral ha proclamado que no habrá Estado palestino mientras él siga siendo primer ministro. Los líderes palestinos han puesto en marcha la denominada “Intifada diplomática”, que busca para su causa el reconocimiento de las instituciones internacionales. Tras incorporarse con el estatus de país observador a la Asamblea General de Naciones Unidas con el nombre de Palestina, ha suscrito recientemente el tratado por el que se rige la Corte Penal Internacional, que podría entrar a considerar, por ejemplo, si en la ofensiva del pasado verano en la Franja de Gaza Israel cometió crímenes de guerra, como sostiene la Autoridad Palestina. En represalia, el gobierno de Netanyahu ha suspendido la transferencia a Ramala de los tributos que recauda en su nombre.

El Likud de Netanyahu rechaza ahora la doctrina de los “dos Estados” como solución al conflicto y hace hincapié en que no se dividirá Jerusalén, cuya parte oriental es reclamada por los palestinos como su capital. El laborista Isaac Herzog defiende la fórmula de los dos Estados y pasa de puntillas sobre el estatuto final de la Ciudad Santa. El centroizquierda propugna también la anexión de los bloques de asentamientos consolidados en zonas limítrofes de Cisjordania con Israel, mediante el intercambio de otros territorios israelíes. Considera que el desmantelamiento de las colonias aisladas en territorio palestino serviría para aliviar la presión internacional tras la “Intifada diplomática”.

Irán y Estados Unidos

El polémico discurso de Benjamín Netanyahu el 3 de marzo ante el Congreso de EE.UU., en el que advertía contra un acuerdo con Irán, no parece haber surtido efecto, ya que las conversaciones entre Washington y Teherán prosiguen en Suiza. En el plano doméstico, su intervención ante el Capitolio no sirvió para catapultarle en los sondeos.

Si Netanyahu se queda en el poder, le será muy difícil restablecer las deterioradas relaciones con el presidente Barack Obama. La Casa Blanca ha recordado que confía en que el nuevo Gobierno defienda la solución de los “dos Estados”. El laborista Herzog, por su parte, ha reiterado que recuperará lo antes posible la relación especial entre EE.UU. e Israel.

Crisis social

Netanyahu, que fue precisamente ministro de Finanzas entre 2003 y 2005, está detrás de la liberalización de la economía israelí. Al término de su tercer mandato como primer ministro, ha dejado un crecimiento del PIB del 2,9% en 2014, una tasa de desempleo que se sitúa en el 6% y una renta per cápita de 38.000 dólares en el pasado ejercicio. Pero la desigualdad económica no ha dejado de acrecentarse en Israel en los últimos años. Un problema que deberá solucionar rápidamente el nuevo gobierno.

Por Juan Carlos Sanz. / Especial de El País, Jerusalén

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