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Las mentiras de los defensores del Brexit

Para el periodista John Carlin, los ingleses estaban desinformados al decidir su salida de la Unión Europea. La “bofetada” que dan a Europa proviene, en parte, de que crean que son un pueblo superior.

Juan David Torres Duarte
28 de junio de 2016 - 05:37 a. m.
Británicos que apoyan la permanencia de su país en la UE se reunieron el viernes en Londres. / EFE
Británicos que apoyan la permanencia de su país en la UE se reunieron el viernes en Londres. / EFE
Foto: EFE - FACUNDO ARRIZABALAGA

Aunque nació en Londres, el periodista John Carlin es mitad español y mitad británico. Es periodista, vivió parte de su niñez en Argentina y otra en Londres, y es consciente de que los ingleses aprenden, desde muy temprano, que son superiores al resto del mundo. Para él, la salida del Reino Unido de la Unión Europea es la expresión de la pretendida superioridad que sienten los ingleses. Carlin, que escribe sobre política para El País de España, dice que los ingleses votaron a favor del Brexit, sobre todo, porque se “tragaron” las mentiras de políticos como Nigel Farage. (Lea: Nigel Farage, el hombre detrás del “Brexit”)

¿Por qué más de la mitad de los británicos votaron a favor del Brexit?

Es básicamente una decisión de los ingleses. Creo que el referendo nunca se debería haber celebrado, porque es una decisión (si es bueno o malo para el Reino Unido estar en la Unión Europea) que muy poca gente está capacitada para tomar con conocimiento de causa. Los detalles económicos en cuanto a beneficios son temas técnicos que poquísima gente controla, tan poca gente como la que controla la relativa soberanía que el Reino Unido cede a Bruselas. Este referendo fue convocado por Cameron con enorme irresponsabilidad, en mi opinión, porque no respondió a un clamor popular (que es lo que sí hubo en Escocia cuando hubo el referendo hace dos años, y sí lo hay en Cataluña), sino que respondió a una necesidad de resolver una división interna de su partido. Dado el hecho de que es prácticamente imposible para un votante de a pie tener los conocimientos sobre la sustancia económica y política para tomar una decisión informada, esto dejó el campo abierto para los populistas, demagogos del bando a favor del Brexit, que se aprovecharon de esta situación de manera descarada, apelando a viejos prejuicios, a una xenofobia latente que hay en muchos ingleses, a resentimientos que la gente tiene porque sus expectativas no se han logrado en terreno económico ni a nivel personal. Y también diciendo descaradas mentiras que la gente se tragó precisamente porque no tenía los conocimientos para distinguir entre la verdad y la falsedad. Pones todo esto junto en un coctel y ayuda a explicar por qué los ingleses, que son los que tienen ese gen de la xenofobia mucho más presente que los escoceses, votaron en su mayoría por el Brexit.

El laborista Jeremy Corbyn dijo que hubo “medias verdades” durante la campaña a favor del Brexit. ¿Cuáles fueron?

La mentira más gorda, no la media verdad, fue que Reino Unido enviaba 350 millones de libras cada semana a la Unión Europea. No se mencionó de paso en un discurso, sino que era el eslogan principal de la campaña de los que votaron por salir. Yo incluso recibí panfletos aquí en mi casa, por correo, diciendo en titulares grandes que esos 350 millones los podíamos gastar después en el servicio nacional de salud pública. Esto es una colosal mentira. Muchos medios lo comentaron desde un primer momento en la campaña, pero ellos siguieron, sabiendo que era una mentira. El hecho es que muchísima gente, en consecuencia, se lo creyó. Otra mentira era que si seguíamos en la Unión Europea, Turquía se iba a incorporar, y se fomentó la idea de que, como Turquía es un país relativamente pobre, millones de turcos vendrían a trabajar a Gran Bretaña, por supuesto quitándoles los puestos de trabajo a los británicos. Esta es una mentira porque no existe la más mínima posibilidad de que Turquía se incorpore a la Unión Europea, ni hoy, ni mañana, ni en 50 años. Increíblemente, Nigel Farage (uno de los principales líderes del movimiento Brexit, el más populista, el más demagogo, el más abiertamente xenófobo de todos) reconoció a las pocas horas de los resultados que lo de los 350 millones no era verdad. Increíble.

¿Cómo influyó la inmigración en este proceso?

El tema emotivo de la inmigración tiene que ver con la xenofobia y el sentimiento de superioridad cultural que les inculcan a los ingleses desde una temprana edad. Se metió en la cabeza de los votantes la idea de que si seguíamos en la Unión sufriríamos una inmigración descontrolada, que a la gente la asusta a nivel económico y cultural, de rechazo. Y claro, hay algo de verdad en el tema de la inmigración, dado que las reglas de la Unión exigen el libre movimiento de trabajo entre sus países. Para mí, hoy por hoy, es igual de fácil (o difícil) conseguir trabajo en Fráncfort, Roma o Madrid que en Glasgow o Manchester. El mismo día del resultado, otro de los políticos a favor del Brexit reconoció en una entrevista de la BBC que lo del movimiento libre del trabajo no lo van a tocar. Increíble. El entrevistador se puso la mano en la cabeza y dijo: “No me puedo creer esto que usted me acaba de decir”. Porque esto fue el pilar, lo que movió a la gente, el tema de la inmigración y la xenofobia a la que se apeló. Y de pronto dicen que seguirán igual.

¿El resultado es en parte producto de la superioridad que sienten algunos ingleses frente a Europa?

No sólo el resto de Europa. A los colombianos también. A todos. Fui criado en este país. Me crié acá y sé cómo desde una temprana edad te meten en la cabeza que este es el país superior. Fuimos los inventores y somos los defensores de la democracia. Fuimos los que salvamos a Europa en dos guerras mundiales, olvidando el pequeño favor que nos hicieron los rusos y los estadounidenses. Hay mucha nostalgia imperial. De cierto modo, el germen de esto se ve en los hooligans que siguen a la selección inglesa, que los he visto como periodista en cuatro continentes. Y su comportamiento, sea en México, Japón o África, siempre es el mismo: se emborrachan, sacan sus banderitas, cantan canciones como Britannia rules the waves (“Britania domina las olas”), como si siguiésemos en épocas imperiales. Demuestran una falta de respeto colosal hacia los nativos y están diciendo implícitamente: “¿Quién nos impide que hagamos lo que nos dé la santa gana en este país de mierda? Nosotros somos la raza superior”. No digo que todos los que votaron por el Brexit son hooligans. Sería una grotesca injusticia. Digo que el germen de lo que provoca que los hooligans ingleses sean los peores hooligans del mundo, año tras año, es la expresión de algo que hay en muchos ingleses, que explica esta bofetada que se le dio el resto de Europa, igual que los hooligans dan bofetadas cuando están donde sea.

El Reino Unido es ahora una sociedad dividida a la mitad por el Brexit. ¿Qué se tendrá que recomponer en los años que vienen?

Esa división siempre ha existido, sólo que nunca ha sido tan visible como ahora. La explico de la siguiente manera. Londres es quizá la ciudad más cosmopolita del mundo. Acá un colombiano es considerado tan londinense como un inglés que viene de cincuenta generaciones de ingleses. Hay un respeto, una aceptación y una tolerancia tremendos. Y la manifestación más elocuente de esto ocurrió el mes pasado, cuando votamos en Londres por abrumadora mayoría a un musulmán (Sadiq Khan), hijo de inmigrantes paquistaníes, como alcalde de la ciudad. Eso te lo dice casi todo sobre Londres. En Londres convivimos con gente extranjera, nuestros compañeros de trabajo, nuestros amigos, y vemos que son tan reconociblemente humanos como nosotros, cosa que no ven los votantes en otras partes, donde deshumanizan al extranjero y lo ven como una especie que los amenaza. En Escocia no les inculcan, como los ingleses, esta idea de superioridad cultural. Y hay otro factor interesante en Escocia: que su sistema de educación pública es muy superior, es un hecho objetivo, al inglés. La gente tiene más conocimientos y las facultades mentales necesarias para distinguir entre los falsos y farsantes predicadores y los sinceros, para distinguir lo que conviene a sus intereses. Y estos factores demuestran en buena medida (en Escocia también hay muchísimos inmigrantes) esa diferencia cultural y educacional. El hecho es que la gente que votó por el Brexit aquí fueron los ingleses de fuera de Londres, gente con un nivel educativo más bajo y sobre todo los viejos, que son presa de esa nostalgia imperial.

¿Va a ser posible que se sigan relacionando con Europa como iguales?

De iguales por supuesto que no. La idea de la Unión es que todos somos iguales, no hay fronteras, y ahora lo que ha pedido la mayoría de los británicos es poner un muro, al estilo Donald Trump, entre el Reino Unido y el resto de Europa. Igualdad no va a haber, y además hay un componente emocional, hay un divorcio. Una de las partes no quería que la otra se fuera, pero igual se fue. Va a haber un componente de cierta venganza, pero no sólo por motivos emocionales. La prioridad de la Unión Europa es que no se desintegre. Por ese motivo muy práctico es importante que se castigue al Reino Unido, que se vean las consecuencias negativas de salir.

¿Qué otros países querrían salirse?

En Holanda y en Francia hay partidos bastante fuertes, parecidos al de Farage (UKIP), que son xenófobos, racistas, anti Unión Europea, nacionalistas. Es una victoria del nacionalismo inglés. Estos partidos ya están agitando un referendo en sus países. También hay algunos países del Este de Europa, donde hay cierto movimiento, entonces los que están a favor de la Unión Europea (que son todos los mandatarios actuales) tienen un incentivo para apagar ese posible incendio.

¿Cómo se fraguó esta victoria del nacionalismo? ¿Hubo signos de lo que vendría?

El UKIP, de Nigel Farage, tuvo un cierto éxito en las elecciones generales del año pasado. Consiguieron casi cuatro millones de votos, que son muchos, pero no se tradujeron en escaños en el Parlamento. Pero ya se detectaron síntomas de esto y los grandes ganadores de este referendo han sido UKIP y Nigel Farage. Ha sido su mensaje, básicamente xenófobo, antiinmigración, el factor determinante.

Entonces, ¿es una victoria de la xenofobia que hace carrera en Europa?

Sí. Y una xenofobia que se expresa en los lugares del país donde hay menos extranjeros. Es muy curioso. La gente teme lo desconocido. Una mujer que me entrevistó para Televisión 4 de España me dijo que había hablado con varios colombianos londinenses que votaron a favor del Brexit. Y les preguntó por qué. Le dijeron que los que vienen ahora son muy vagos y no quieren que vengan. Esta es gente que llegó a Londres hace 10 o 20 años. Un egoísmo espectacular.

Lo mismo que los cubanos que votan por Trump.

Exacto. Es muy importante ver una similitud entre el fenómeno Trump y el fenómeno Farage y el Brexit. Es el mismo tipo de demagogia, apelando a los prejuicios, resentimientos, bajos instintos, y no a lo mejor de la gente.

¿El Reino Unido queda aislado?

Ya veremos. Es muy prematuro. Estamos en territorio desconocido. Quién sabe qué negociación se va a dar y quién sabe si al final el referendo acabe siendo un gesto retórico que en la práctica no cambie muchas cosas. Hoy por hoy, la lógica es que todo va a cambiar mucho. Que Reino Unido va a perder económicamente porque no va a poder comerciar con el resto de Europa, porque no va a poder recibir gente cualificada y va a tener menos influencia global y política, porque en vez de representar a un bloque de 500 millones de europeos, estará representado a 55 millones de personas. Lo único que se puede decir con seguridad es que estamos en un período de incertidumbre.

Por Juan David Torres Duarte

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