Nadie grita goles en Ucrania

Varios sectores del país se han visto afectados por la crisis política que se vive desde febrero. La liga de fútbol está en vilo tras la fractura del país y la prohibición de asistencia a los estadios. El domingo, la nación elige al nuevo presidente.

ALBERTO G. PALOMO, ESPECIAL DE EL PAÍS DE MADRID
20 de mayo de 2014 - 10:12 p. m.
Una discurso del magnate más rico de Ucrania, Rinat Ahkhmetov, quien criticó fuertemente a los movimientos independentistas en Donetsk.  / AFP
Una discurso del magnate más rico de Ucrania, Rinat Ahkhmetov, quien criticó fuertemente a los movimientos independentistas en Donetsk. / AFP
Foto: AFP - Alexander KHUDOTEPLY

Difícil decidir quién tuvo un domingo más raro. Peculiar fue el de los futbolistas del Dinamo de Kiev, que jugaron como visitantes en su propio estadio y a puerta cerrada. Pero es que a los jugadores del Illichivets de Mariúpol les tocó ejercer de locales en el campo del contrario. El equipo de Mariúpol, undécimo en la tabla e insignia de esta población del sureste de Ucrania, no pudo recibir en casa al Dinamo porque su ciudad vivía esos días sumergida en los enfrentamientos entre prorrusos y el Ejército, que dejaron una decena de muertos. La mañana del partido, el domingo 11, los jugadores del Illichivets tuvieron que viajar al aeropuerto de Donetsk en autobús porque el suyo estaba cerrado; volaron con el tiempo justo y después del partido durmieron en un hotel de la capital a cuenta del rival.

El detalle de que el encuentro además fuera a puerta cerrada, sin más testigos que 50.000 sillas amarillas y azules vacías, obedece a que, cuando faltan dos jornadas de liga y con la final de la Copa Nacional entre medias, la Federación Ucraniana de Fútbol (FFU, en sus siglas en inglés) vetó la asistencia de espectadores a los estadios por razones de seguridad. Con un país que se despeña entre referendos de secesión, enfrentamientos de milicias, tensiones con Rusia y cientos de muertos ya, los últimos días han demostrado que el fútbol tampoco es ajeno a esas turbulencias.

El campeonato ucraniano refleja la división del país: de los 16 equipos que lo disputan, 6 pertenecen al área proeuropea, 2 son formaciones de zonas políticamente ambiguas y 8 de la región oriental, prorrusa (2 de ellas, de la ya escindida Crimea). El 2 de mayo, una marcha en Odesa a favor de la unidad que contó con gran protagonismo de hinchas de fútbol acabó en enfrentamientos y un incendio con 36 muertos.

La ciudad principal de la franja oriental, Donetsk, cuenta con dos millones de habitantes y tres grandes equipos: el Metalurg, el Olimpik y el Shakhtar. El domingo, mientras este último se declaraba campeón virtual de la Liga por quinto año consecutivo, sus vecinos votaban en referéndum separarse del país. Rinat Ajmetov, con 12.000 millones de dólares el oligarca más rico de Ucrania, preside el club desde 1996. Aupándose en los fondos de su sociedad, la System Capital Management, propietaria de las principales minas de la región, Ajmetov ha convertido el Shakhtar en una máquina de ganar. Ha sido un fijo en las competiciones europeas durante las últimas 10 temporadas (ganó la Copa de la UEFA en 2009) y ha acaparado casi todos los títulos nacionales. El jueves pasado tuvo la oportunidad de ampliar su palmarés en la final de la Copa de Ucrania contra el Dinamo de Kiev, su eterno rival.

No lo consiguió. El equipo de la capital ganó (2-1) y logró su primer trofeo en siete años. La final sí se jugó con espectadores aunque en terreno neutral: un modesto estadio de Poltava, a 200 kilómetros de Kiev. Tras una larga polémica, la federación accedió a que los aficionados entraran al campo. Pero, a pesar de que ésta cedió, el espectáculo quedó desnaturalizado. Apenas unos 10.000 aficionados quedaron desperdigados tras una hilera de militares que cercaban el terreno de juego. Y después de ese paréntesis para proteger el choque entre los dos mayores equipos del país, la FFU volvió a decretar que se terminará a puerta cerrada una liga ya decidida que no pasará a los anales del fútbol, pero sí de la memoria colectiva.

La espiral de violencia en la que ha entrado el país desde noviembre de 2013 mantiene a la UEFA en vilo, pendiente del resultado de las elecciones del domingo para empezar a vislumbrar dónde y cómo jugarán el año que viene los equipos de la primera división.

Como medida de precaución, el organismo que dirige el fútbol en Europa ya ha mandado delimitar los próximos encuentros del europeo Sub 21, que se jugará en el país entre junio y julio, a “ciudades seguras” como Kiev o Lviv, al oeste. Y eso ya es un avance: en marzo, con las calles de la capital en llamas, el Dinamo tuvo que jugar en Chipre la ida de dieciseisavos de la Liga Europa contra el Valencia.

Esta semana la liga se cerrará seguramente con otra jornada de gradas vacías ante el disgusto de los aficionados que no saben si el año que viene podrán ver un enfrentamiento entre el Shakhtar y el Dinamo.

 

 

Por ALBERTO G. PALOMO, ESPECIAL DE EL PAÍS DE MADRID

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar