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Negocios y prostitución, al banquillo

El exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn está acusado de tener una red de prostitutas a su servicio. Enfrenta una pena de diez años de cárcel.

Angélica Lagos Camargo /
02 de febrero de 2015 - 03:17 a. m.
El exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn. Foto: AFP
El exdirector del Fondo Monetario Internacional Dominique Strauss-Kahn. Foto: AFP

Casi cuatro años han pasado desde que el exdirector del Fondo Monetario Internacional (FMI) Dominique Strauss-Kahn fuera detenido en Nueva York tras ser acusado de agresión sexual contra una empleada de servicio del hotel Sofitel de Nueva York. Luego de meses de escándalo, “las lenguas se desataron”, como dijo Silvye Kauffmann, directora editorial del diario Le Monde, y la vida sexual del político francés comenzó a ser de dominio público.

Se supo que, casado en terceras nupcias, tenía un incontrolable gusto por las mujeres y el sexo desenfrenado, y se reveló que años atrás ya había sido acusado por delitos sexuales. La periodista francesa Tristane Banon lo acusó de agresión sexual en 2011; en 2008 se le abrió una investigación por tener una relación “inapropiada” con Piroska Nagy, economista del FMI y casada con el titular del Banco Hipotecario, y varias mujeres, que habían trabajado con él, lo describieron como un “verdadero acosador”.

Aunque DSK (como bautizó la prensa al político francés) consiguió evitar un proceso penal en Nueva York, luego de negociar con la camarera del hotel Nafissatou Diallo una indemnización de 1,5 millones de dólares, su carrera se desplomó: el más reputado economista europeo, exministro de Finanzas francés, posible candidato a la presidencia francesa en 2012, quedó desempleado y con una reputación de enfermo sexual de la que no se libra.

A partir de hoy y durante 18 días, Strauss-Kahn se sienta en el banquillo de los acusados para responder por cargos de proxenetismo agravado. El exministro francés, junto a 11 hombres y dos mujeres, habría organizado un equipo de prostitutas para servir a su nada convencional apetito sexual. Según la justicia francesa, por este caso el economista podría enfrentar una pena de diez años y pagar una multa de un millón de euros.

En el acta de acusación se tiene constancia de varias orgías que costaron cerca de 100.000 euros, entre 2007 y 2011, en Bélgica, París, Washington y Nueva York. Todas tenían como base de operaciones el hotel Carlton de Lille, lugar que comenzó a ser investigado por la policía en 2006 por el continuo desfile de prostitutas en sus instalaciones. Según consta en los archivos de investigación, ya se ha interrogado a 13 trabajadoras sexuales, principales amenazas para el exministro francés, quienes lo describieron como “un ser ávido de sexo y con una tendencia muy marcada hacia las prácticas de dominación y próximas al bestialismo”. De hecho, la prensa francesa lo describe como un “buscador de placer nato, que como todo animal político tiene problemas para controlarse”.

Junto a él aparecen imputados, entre otros, Dominique Alderweireld, el proxeneta más conocido de Bélgica, que tiene el alias de “Dodo la Saumure”; el responsable de prensa del hotel Carlton de Lille, René Kojfer, y los empresarios amigos del exministro, Fabrice Paszkowski y Daniel Roquet.

Los tres jueces encargados del caso buscan establecer si el economista sabía que en sus juergas participaban prostitutas o si tenía conocimiento de que las fiestas eran financiadas con fondos de empresas privadas. Según los abogados de Strauss-Kahn, a él siempre le escondieron que las mujeres que acudían a las orgías fueran pagadas y, como dijo uno de sus defensores, “una vez desnudas, a ver quién diferencia a una prostituta de otra mujer que no lo es”.

Una de las prostitutas interrogadas por las autoridades estimó que DSK no podía ignorar lo que eran las mujeres que participaban en las fiestas. “Nos hacen creer que él es ingenuo”, dijo, asegurando que todos los participantes lo sabían, pues contratar mujeres para servicios sexuales es una práctica común en el mundo político y empresarial.

Según el historiador Dimitri Casali, las aventuras y transgresiones sexuales de los poderosos en Francia son habitualmente conocidas y toleradas. “Este escándalo no va a romper la tradición monárquica que marca que los hombres del poder en Francia sean personajes de una sexualidad hiperactiva”, explica.

“Es una práctica tabú, pero que existe, para mantener un buen ambiente”, confirma Yves Charpenel, presidente de la Fundación Scelles, que lucha contra la prostitución. Cita el ejemplo del diseñador italiano Francesco Smalto, condenado en 1995 por proxenetismo por haber entregado con call-girls ropa al presidente gabonés, Omar Bongo.

Eric Dupond-Moretti, abogado de uno de los acusados en el juicio de Lille, David Roquet, expresidente de una filial del grupo de construcción Eiffage, confirma que “en 80%, quizás 70% de los casos, se recurre a call-girls cuando hay que cerrar un acuerdo”.

“Es algo ampliamente admitido en el mundo empresarial: concluir un contrato por una oferta de prostitución”, destaca Gregoire Thery, del Movimiento del Nido, de ayuda a las prostitutas.

Según reveló la prensa francesa, la defensa de DSK mantendrá la misma línea: Strauss-Kahn era un adepto del libertinaje, no de las prostitutas. Sin embargo, buena parte de los reportes de la investigación refieren que “DSK era un adicto a las sesiones de carnicería, de puro consumo sexual con prostitutas”.

alagos@elespectador.com

Por Angélica Lagos Camargo /

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