Nepal: un grito de ayuda

Los sismólogos ya habían alertado sobre el riesgo de un terremoto en el Valle de Katmandú.

Redacción Internacional
26 de abril de 2015 - 09:00 p. m.
El terremoto de 7,8 grados dejó al país sumido en la devastación y muerte. El número de víctimas sigue creciendo con el paso de las horas. / Reuters
El terremoto de 7,8 grados dejó al país sumido en la devastación y muerte. El número de víctimas sigue creciendo con el paso de las horas. / Reuters
Foto: REUTERS - © Adnan Abidi / Reuters

 

El pasado 12 de abril la ONG californiana Geohazards International, que promueve proyectos para reducir el impacto de catástrofes naturales en países pobres, indicó en un informe: “Con un crecimiento de población del 6,5% anual, el Valle de Katmandú es uno de los de mayor densidad poblacional del mundo y los 1,5 millones de personas que ahí viven se enfrentan a un grave riesgo sísmico”. Tal como ocurrió el sábado 25 de abril, cuando un terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Richter sacudió Nepal, dejando, según el último balance oficial, 3.218 muertos, por lo menos 6.500 heridos y ciudades totalmente destruidas.

Como Katmandú, donde hoy el panorama es devastador. Se calcula que el 60% de la ciudad quedó destruida. En entrevista con Blu Radio, el ciudadano español Mikal Leizeaga relató lo que se vive en la capital nepalí. “Hay 600 muertos, todas las casas rotas y derrumbadas, yo creo que van a ser miles al final. Ahorita mismo sentimos que se nos mueve el suelo. Cada veinte minutos, o puede pasar una hora, o 30 minutos, viene una réplica que da miedo, que recuerda lo que pasó hace doce horas. Es una situación muy delicada y muy estresante”, contó.

Después del potente temblor de 7,8 se han registrado cerca de 45 réplicas de más de cuatro grados. La más grave el domingo, cuando un movimiento de magnitud 6,9 volvió a sembrar el miedo en el país. Según relatan sobrevivientes, todavía hay cientos de personas atrapadas entre los escombros, por lo que hoy las operaciones se concentran en su rescate. Buena parte de los ciudadanos de Katmandú prefieren quedarse en la calle, con temperaturas bajo cero y lluvia, ante el riesgo de que edificaciones ya golpeadas por el terremoto se conviertan en escombros.
“No pudimos dormir en toda la noche. ¿Cómo podríamos haber dormido? El suelo no paraba de temblar. Solo nos queda rezar para que este se termine y podamos volver a nuestras casas”, dijo Nina Shrestha, un joven que trabaja en el sector de las finanzas. Las réplicas también provocaron nuevas avalanchas en el campamento base del Everest, según montañista presentes, justo después de que los helicópteros de salvamento evacuaran a los heridos del alud del sábado, que mató, según datos extraoficiales, a 18 personas.

Hoy el país sigue en estado de emergencia. Las autoridades trabajan en la recuperación de las comunicaciones y de la electricidad, que está cortada en buena parte del Valle de Katmandú, la zona más poblada del país.

“Tanto los hospitales públicos como los privados están colapsados y están tratando a los pacientes al aire libre”, alertó el embajador nepalí en India. “Estoy exhausto, pero tenemos que seguir”, declaró a la agencia Reuters un agente de policía cuyo equipo ya había trasladado 166 heridos y cadáveres a los centros médicos. “Necesitamos ayuda”, señaló el ministro de Información, Minendra Rijal. Una ayuda que llega a cuentagotas por la dificultad para acceder a la zona de la tragedia.

China, Pakistán e India, donde también se sintió el terremoto y hay cerca de 70 víctimas, enviaron equipos especializados en rescate. Japón anunció el envío de un equipo de expertos de respuesta a catástrofes. Colombia, Venezuela, Argentina y varios países más se sumaron a la lista de quienes quieren ayudar en la tragedia en Nepal, uno de los países menos desarrollados que existen, con aproximadamente un 40% de su población en la pobreza, sin infraestructura y que vive exclusivamente del turismo por alojar la montaña más alta del mundo, el Everest, y por su riqueza cultural hinduísta y budista. El gobierno nepalí, desbordado por la dimensión de la tragedia, lanzó de nuevo un grito de ayuda. El primer ministro de Nepal, Sushil Koirala, pidió unidad tras la destrucción dejada por el terremoto más fuerte que ha sacudido el país en 80 años.

 

Por Redacción Internacional

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