“No hay que dejarse intimidar por el terrorismo”: canciller alemana Ángela Merkel

La canciller dijo estar orgullosa de la calma de los alemanes porque “no cedieron ante el pánico tras el atentado”. La vida en época navideña comienza a reactivarse de manera paulatina.

Enrique Müller / Especial de “El País” desde Berlín
24 de diciembre de 2016 - 03:00 a. m.
En medio de una fuerte vigilancia se reabrió el mercado navideño atacado en Berlín. / AFP
En medio de una fuerte vigilancia se reabrió el mercado navideño atacado en Berlín. / AFP
Foto: AFP - CLEMENS BILAN

El mercadillo de Navidad ubicado en la céntrica Breitscheidplatz de Berlín permaneció cerrado durante el martes y miércoles a causa del atentado que sacudió la ciudad —y el país—, cuando un camión conducido, aparentemente, por Anis Amri, un tunecino de 24 años, irrumpió en el lugar y mató a 12 personas durante la noche del pasado lunes.

Pero los gestores del mercadillo, en un intento por recuperar la normalidad perdida a causa de la tragedia e impedir que el miedo echara raíces en la ciudad, decidieron autorizar su reapertura, una medida que congregó en el lugar a varios centenares de personas que acudieron a la plaza para rendir nuevos homenajes a las víctimas y también para saciar una rara curiosidad, y a decenas de periodistas.

La vuelta a la normalidad perdida días atrás se inició con un sencillo servicio religioso en la capilla de la Gedächtniskirche, que no contó con autoridades oficiales y que tuvo como fin recordar y honrar una vez más a las víctimas mortales de la tragedia. El altar estaba adornado con doce velas blancas, una por cada fallecido.

Una brigada de trabajadores intentaba limpiar los rastros de la tragedia y recoger los escombros que ésta dejó en el famoso mercadillo. Las casetas destruidas fueron reemplazadas por otras y sólo una pequeña zona seguía cerrada al público por una razón que explicó Frauke Gautlitz, que regenta un tenderete junto con su esposo, Klaus, a una veintena de metros de la zona donde irrumpió el vehículo. “El camión destruyó esos locales y varias personas, incluidos los propietarios resultaron heridas. No sabemos lo que ha pasado con ellos”, dijo la mujer, que había vuelto a ofrecer el famoso Glühwein (vino caliente) a sus clientes.

“Había mucha gente en la noche del lunes y el negocio marchaba muy bien. De pronto oí gritos y un ruido extraño. Cuando mi esposo y yo nos acercamos al lugar quedamos horrorizados. Había mucha gente en el suelo que gemía”.

Frauke Gautlitz y su esposo decidieron abrir su tenderete por una razón que compartían el resto de los comerciantes y los curiosos que llegaron al lugar. “Tenemos que recuperar la normalidad perdida. La vida debe continuar y no hay que dejarse intimidar por los terroristas”, dijo.

La normalidad que reina en la plaza es aparente. A primera hora de la mañana, varias grúas llegaron al lugar para depositar enormes bloques de hormigón que fueron colocados alrededor del mercadillo, una medida destinada a impedir que un nuevo vehículo vuelva a sembrar la destrucción y la muerte. La plaza también recibió una presencia extraordinaria de policías, que vigilaban el mercadillo armados con fusiles automáticos y protegidos con chalecos antibalas.

“Los gestores nos han dicho que desean recuperar la normalidad perdida, pero cómo lo vamos a hacer si hay bloques de hormigón y policías fuertemente armados”, se preguntaba Ulrich Peters, un comerciante que vende, desde hace 20 años, cerámica tradicional en este mercadillo.

“Yo no fui testigo de la tragedia, pero la mayoría (de los trabajadores de los puestos navideños) nos acercamos a la zona para ver que había sucedido. Todos pensábamos que había sido un trágico accidente y que el conductor había perdido el control del camión. Pero el conductor del camión había desaparecido”, contó el comerciante.

¿Fue correcta la decisión de reabrir el mercadillo?

Anna Rosenmüller, una turista de Múnich, afirmó que no estaba de acuerdo con la medida. “No ha sido una buena idea reabrir el mercadillo. Aquí tuvo lugar una matanza el lunes y, por respeto a las víctimas, tendría que seguir cerrado”, dijo la mujer que llegó acompañada de su hijo Albert, de 15 años, para depositar un ramo de flores.

“La vida continúa y no hay que dejar que la inseguridad y el miedo cambien nuestras costumbres”, afirmó el propietario de un tenderete que ofrece dulces y bebidas calientes y que no quiso revelar su nombre. “Lo más importante es que las autoridades capturaron al asesino”, repitió. Aydin Dadarev, que vende artículos de piel desde hace 10 años, admitió que había sido difícil reabrir su tenderete, pero resumió su decisión con una frase: “Teníamos que hacerlo para mostrarles a los terroristas que no les tenemos miedo”, dijo.

Pero el mercadillo ya no volverá a ser el mismo. Por respeto a las víctimas, ya no habrá música festiva en el lugar y tampoco luces estridentes, como era la costumbre. “Fue difícil tomar la decisión de reabrirlo, pero queremos que el lugar sea un lugar de recogimiento y solidaridad”, admitió Michael Roden, gestor del mercadillo, en un comunicado que envió a la prensa.

Por Enrique Müller / Especial de “El País” desde Berlín

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