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“No me quiero ir”: “Chapo” Guzmán

La debilidad del capo mexicano es su familia. Según la prensa de ese país, les dijo a los psicólogos que no quiere estar lejos de sus 21 hijos.

Redacción Internacional
18 de enero de 2016 - 08:06 p. m.
Las medidas de seguridad en la prisión del Altiplano son extremas: uniformados y cámaras con la última tecnología vigilan al “Chapo” Guzmán. / AFP
Las medidas de seguridad en la prisión del Altiplano son extremas: uniformados y cámaras con la última tecnología vigilan al “Chapo” Guzmán. / AFP

Triste y derrotado. Así se siente Joaquín Chapo Guzmán desde que fue capturado el 8 de enero en Sinaloa, de acuerdo con los exámenes psicológicos realizados en la prisión del Altiplano, donde está recluido. Durante horas, profesionales del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social de México han hablado con el capo de las drogas para determinar su estado psicológico. De acuerdo con el columnista Carlos Loret, del periódico El Universal, Guzmán le tiene pánico a que lo envíen a una prisión en Estados Unidos. “No me quiero ir”, les dijo a los psicólogos. Loret reveló también que el “rey de las drogas se ve preocupado, pensativo, y se siente triste y derrotado”.

Por eso han extremado las medidas. Al Chapo lo cambian de celda hasta siete veces, sin ningún patrón establecido, con el fin de evitar una nueva fuga, pues las autoridades son conscientes de que este hombre es “sin duda” uno de los narcotraficantes más inteligentes que han tenido que enfrentar.

“Un agente federal que se va rotando cada dos horas lo vigila de manera permanente con una cámara en el casco”, escribe Loret. Perros entrenados también participan en el cuidado del escurridizo delincuente. La Comisión Nacional de Seguridad le dijo al periódico El Universal que las cámaras fueron cambiadas: “No hay puntos ciegos en la prisión y las cámaras tienen sensores térmicos, cuentan con la última tecnología”. Se instalaron cámaras que escanean debajo de la ropa y la piel de los visitantes, para prevenir “ingresos” de cosas sospechosas.

Investigadores que elaboraron el último perfil psicológico destacan su facilidad para corromper funcionarios y burlar la vigilancia. Abogados del capo mexicano han denunciado que no han podido visitarlo y que a su familia tampoco se lo han permitido. “Todos los abogados que yo conozco se han quejado de que no ha habido comunicación directa con el señor Guzmán”, dijo Juan Pablo Badillo, uno de los defensores.

Los profesionales que hablan con Guzmán realizaron un informe sobre su estado psicológico, en el cual se esboza su perfil criminal. De acuerdo con Loret, fuentes allegadas al informe revelaron que su debilidad es su familia, especialmente sus 21 hijos, aunque siente un amor especial por sus dos gemelas de cinco años. Se quiebra también por “los dulces, la comida china, la televisión y las mujeres”.

El diario Reforma señala que ese gusto enfermizo por las mujeres puso en varias oportunidades en riesgo su seguridad. Recuerda un episodio de 2012, cuando el Chapo tuvo que cancelar a última hora una cita con una prostituta por el riesgo de ser capturado. En 2014, justo después de ser recluido en El Altiplano, el capo era el único preso que recibía con frecuencia visitas de mujeres, algo que las reglas del centro penitenciario no permiten. “Guzmán Loera recibió a Emma Coronel, su última esposa; a una diputada del Partido de Acción Nacional (PAN), y posiblemente a su primera esposa, Alejandrina Salazar”, revelan periodistas.

Durante su primera estancia en El Altiplano, el criminal tenía permitido el acceso a los locutorios varios veces al día. Esta vez no ha tenido contacto con ellos, según revelan periodistas. “Algo que lo deprime, pues es muy cercano con sus familiares. Particularmente le gusta saber en qué están sus hijos”, revelan los investigadores que elaboraron su perfil criminal.

De hecho, cuando Joaquín Guzmán Loera, alias el Chapo, fue recapturado el 22 de febrero de 2014, tras su primera fuga, fue seguido por elementos de la Armada hasta un apartamento en el balneario de Mazatlán (Sinaloa), donde el criminal pasaba tiempo con su esposa Emma Coronel Aispuro y sus dos hijas. El Chapo quería estar con su familia antes de volver a desaparecer en las montañas del noroeste mexicano, pero fue recapturado. Error que repitió tras fugarse el 11 de julio de 2014, pues terminó ubicándose en ese círculo familiar.

Al parecer lo que menos le preocupa es quién dirija su imperio criminal. Fuentes de seguridad revelaron que durante años su hijo, Archivaldo Guzmán, ha sido entrenado para sucederlo.

Loret reveló que el Chapo goza de un buen estado de salud y que los médicos sólo le han recetado unos medicamentos para desinflamar y para el dolor que le dejaron los golpes que sufrió cuando intentó huir del hotel de paso en donde finalmente fue capturado.

Mientras tanto crece la novela de su relación con la actriz mexicana Kate del Castillo, quien desde hacía un año contactaba con sus abogados para hacer “negocios”, incluido promocionar una marca de tequila. Ante las revelaciones, las autoridades mexicanas informaron que citarán a la actriz para declarar sobre sus contactos con los narcotraficantes.

El gabinete de Seguridad del Gobierno se concentra ahora en un perfil psicológico del capo elaborado en 2005, en el cual se muestra implacable y calculador, pero con un miedo terrible a perder la libertad. De hecho, el informe agrega que podría tener impulsos suicidas.

Por Redacción Internacional

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