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'No es un placer ir a la guerra'

El embajador de Francia en Colombia, Pierre-Jean Vandoorne, dice que las acciones militares de su país en Malí ya lograron bloquear la amenaza de grupos islamistas radicales.

Diego Alarcón Rozo
28 de enero de 2013 - 08:48 p. m.
Pierre-Jean Vandoorne, embajador de Francia, en su oficina en Bogotá. / Andrés Torres
Pierre-Jean Vandoorne, embajador de Francia, en su oficina en Bogotá. / Andrés Torres

Pierre-Jean Vandoorne, embajador de Francia en Colombia, habla de las acciones militares que su país ejecuta en Malí, tras la amenaza causada por grupos armados radicales del islam en ese país. Afirma que la decisión de actuar se debió a la emergencia y que su país está satisfecho con el apoyo que ha dado la comunidad internacional a las operaciones. Las tropas francesas ya consiguieron retomar el control de las ciudades de Tombuctú y Gao, que estaban bajo influencia de los rebeldes.

¿Por qué el gobierno de François Hollande decidió emprender este nuevo conflicto en Malí?

Fue una cuestión de emergencia. La situación en Malí era crítica. Este país sufrió un golpe de Estado, cayó el presidente y su Ejército está bastante desorganizado. Estaba enfrentando las acciones de varios grupos islamistas, entre ellos Al Qaeda del Magreb Islámico (AQMI), que fue inicialmente fundado por el emir Bojtar Belmojtar, el responsable del ataque contra la planta de gas argelina. Las Naciones Unidas, por unanimidad, votaron la resolución 2085, que pedía una intervención multinacional para tratar de restablecer la integridad física en Malí. Ese grupo de movimientos ya estaban avanzando hacia la gran ciudad de Mopti, con la amenaza de llegar hasta Bamako, la capital. La estabilidad de toda África del oeste estaba en riesgo.

¿Cuánto durarán las operaciones?

Ojalá que no duren mucho, quién sabe exactamente cuánto va durar el conflicto. Lo cierto es que estaremos allí por el tiempo necesario, hasta que la fuerza interafricana esté realmente lista. Nueve naciones de África del oeste se han comprometido a proporcionar efectivos. Un total de 5.800 ya están en Bamako. Por el momento, lo que sí se puede decir es que las acciones bloquearon la ofensiva de la AQMI y sus aliados.

¿Está de acuerdo con el símil que se hace al decir que este podría ser un Afganistán en África?

De alguna manera. Aunque hay que tener cuidado en hacer comparaciones. El peligro se ha desplazado en parte, de Afganistán y Pakistán a la región africana. Nuestros fines no son lograr un operativo neocolonialista como he podido leer en alguna columna de este diario. No es ningún placer para un país entrar en guerra. África toda está conociendo un nivel de real progreso económico, un verdadero crecimiento. Las tentativas de desestabilización van en contra de una esperanza, de un crecimiento y de una vida mejor en la región.

Francia también lideró la intervención militar en Libia, en 2011. ¿Hay similitudes en esta oportunidad?

Los motivos no son exactamente los mismos, aunque en ambos casos las operaciones se hicieron al amparo de una resolución de Naciones Unidas. En el caso de Libia se trataba de proteger a la población de Bengasi contra la tremenda represión del gobierno de Gadafi. Fue una coalición de países entre los cuales, es cierto, Francia e Inglaterra llevaron la parte más visible. La movilización fue más importante que en el caso de Malí y participaron una gran cantidad de aviones. Apoyamos a los insurgentes, a los adversarios de Gadafi, pero no con tropas en tierra. En Malí ocurrió todo a pedido del presidente maliense, quien se enfrentaba a un ejército de mercenarios.

¿La caída de Gadafi pudo obligar al desplazamiento de grupos armados de Malí que estaban exiliados en Libia?

Es un poco más complejo. La amenaza a Malí viene del emir Belmojtar, de exguerreros salafistas y otros grupos como los tuaregs. También hay excombatientes libios, mercenarios de Gadafi y otros que se refugiaron en el Sahel con sus arsenales, tras haberlos tomado de Libia. Son hombres bien entrenados y tienen armamento poderoso. Nuestro fin, más allá de la necesidad de erradicar esos grupos ilegales, partidarios de la yihad y que están actuando en el Sahel, es contribuir a la reconstrucción de un estado que es Malí, no es una cruzada contra el islam. En el caso de las poblaciones tuaregs, hay que reconocer su identidad y proponer modelos de desarrollo respetando su cultura y sus costumbres.

¿Francia está teniendo el apoyo internacional que esperaba o se siente abandonada?

Hubo una solidaridad unánime por parte de nuestros socios. Aun si no intervienen militarmente en tierra están proporcionando apoyo logístico. Gozamos de un apoyo de Estados Unidos en cuanto a información. También hemos recibido ayuda espontánea de Moscú, con el que discrepamos en un tema candente como el de Siria, un tema que no hemos no hemos olvidado.

¿Por qué cree que Francia no recibió tanto apoyo militar en esta oportunidad?

Tal vez porque reaccionamos inmediatamente, porque había que hacerlo. También hay que considerar que teníamos fuerzas preposicionadas gracias a acuerdos con algunos países africanos. Teníamos esa capacidad. Otros creen que después de todo, a raíz de los lazos históricos que Francia tiene con esos países, le correspondía asumir las operaciones.

Por Diego Alarcón Rozo

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