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'No veo a EE.UU. como una potencia'

El presidente de Bolivia, con un amplio favoritismo, analiza su gestión y los retos que afrontará su país en los próximos cinco años.

Javier Lafuente/ Especial El País de España
10 de octubre de 2014 - 03:23 a. m.
Evo Morales ha estado en la Presidencia de Bolivia desde enero de 2006. / EFE
Evo Morales ha estado en la Presidencia de Bolivia desde enero de 2006. / EFE
Foto: EFE - Cézaro De Luca

Evo Morales (Orinoca, 1959) acaricia su tercer mandato. La buena marcha de la economía boliviana y la estabilidad social de los últimos años auguran el triunfo del exdirigente cocalero en las elecciones del próximo domingo. La última encuesta de Ipsos da una victoria al oficialismo con el 59% de los votos. El empresario cementero Samuel Doria (13%) y el expresidente Tuto Quiroga (8%), ambos conservadores, quedarían a años luz. Morales aspira a una segunda reelección después de que el año pasado el Gobierno promulgase una ley para permitirla. Si vence, asegura que respetará la Constitución, que le impide volver a presentarse. Su vicepresidente, Álvaro García Linera, ha insistido durante la campaña en que cambiar la Constitución no está entre los planes del Movimiento al Socialismo (MAS).

Pese a su ventaja en las encuestas, la agenda de Morales es frenética. Para cuando llega a la entrevista, a las 6:30 de la mañana, ya se ha reunido con su gabinete y ha tenido tiempo de acudir a un peaje para hacer campaña con los transportistas, a los que entregó camisetas, gorras y CD “con la música del Evo”. “Sólo uno me rechazó, pero yo creo que porque no me reconoció. Ni protestó ni nada”, asegura el presidente en una sala de la base militar de Cochabamba. Pese a todo, Morales no puede evitar bostezar en un par de ocasiones y frotarse los ojos, enrojecidos, como si le faltara sueño. Cuando se le pregunta si está cansado, responde: “¿En qué consiste el cansancio? ¿Qué es eso de cansarse? No todos pueden ser presidentes. No entiendo el cansancio”.

¿Cómo se ha llegado a la buena situación que vive Bolivia?

Es un proceso. Viene de una larga lucha contra el colonialismo interno y externo, contra el modelo neoliberal. Los logros ya son conocidos: la estabilidad social permitió la estabilidad política y ésta, la económica. Estamos pasando de una economía basada en las materias primas a una industrial, y aspiramos a conseguir una basada en el conocimiento.

En Santa Cruz, el principal bastión opositor, algunas encuestas lo dan como ganador también. ¿Qué ha cambiado en estos años?

Hemos demostrado que los sindicalistas sabemos gobernar. La derecha dice que la gestión desgasta. Tal vez cuando las autoridades están más centradas en hacer negocios y en lograr beneficios para las cúpulas. Nuestra experiencia es que la política no es beneficio ni negocio sino sacrificio para el pueblo.

Muchos opinan que bajo su discurso de izquierdas se esconde una política capitalista.

Desde que hemos llegado, hemos reducido la pobreza del 38% al 18%. El desempleo estaba entre el 8% y el 9%; hoy es del 3%. Ahora, por la Constitución, tenemos una economía plural: se respetan la propiedad privada, la comunal, la estatal, las colectivas...

¿Qué le pasa por la cabeza cuando el FMI o el Banco Mundial alaban su gestión económica?

A veces, que estamos haciendo algo mal. Pero también que están aprendiendo cómo hacer una política económica. Las apreciaciones que hacen estos organismos me generan desconfianza. Los países donde el FMI decide políticas económicas están mal.

¿Por qué no ha querido debatir con la oposición?

A mí nunca me ha gustado debatir. No se trata de debatir entre candidatos sino con el pueblo. Yo debato con el pueblo. El borrador de mi programa llegó a la Central Obrera Boliviana, lo observamos, lo debatimos y aprobamos. No tengo por qué debatir con los neoliberales. Ellos están debatiendo para ver quién es segundo.

¿Qué problemas lo inquietan?

Todavía tenemos burocracia. Cuando era dirigente sindical me divertía, resolvía todos los problemas. Cuando llegué a la Presidencia me encontré con ministros que no gastan su plata, otros que se olvidan... Tuve un fuerte choque cultural, es difícil para mí. Desde la Presidencia podíamos garantizar hace dos años la construcción de un camino, y hasta ahora no se adjudica. Ayer me informaron sobre la construcción de un puente y luego los técnicos me dijeron que hay un decreto que impide construirlo. Eso me molesta, porque para mí ganar elecciones es sencillo. Hemos ganado seis entre referendos, departamentales, presidenciales...

Si gana, ¿será su último mandato?

Siempre vamos a respetar la Constitución.

Entonces, eso significa que será su último mandato.

Eso significa que vamos a respetar la Constitución.

¿Qué piensa hacer cuando deje la Presidencia?

Yo ya dije que montaré un restaurante con algunos alcaldes, que son excelentes parrilleros, y yo serviré comida. Me haré cervecero.

¿En qué punto está la relación con Estados Unidos?

Para mí es como cualquier otro gobierno. Yo no lo veo como una potencia. Tenía mucha confianza en Obama, porque él viene de un sector social muy discriminado, como los afroamericanos, y nosotros, de los indígenas. Lamentablemente, no gobiernan los republicanos ni los demócratas, gobiernan los bancos.

EE.UU. ha insistido recientemente en que Bolivia no hace lo suficiente para erradicar el cultivo de coca.

Antes, su ataque era el comunismo; ahora, el terrorismo y el narcotráfico. La UE respeta el modelo de lucha contra el narcotráfico de Bolivia. La ONU reconoce que se ha hecho un esfuerzo y se ha reducido a 23.000 hectáreas el terreno de cultivo de hoja. Y sin muertos.

Cuando llegó al poder, sus referentes eran Hugo Chávez y Fidel Castro. ¿Quiénes son ahora?

Sigue siendo Fidel. No dé por muerto a Fidel. Para mí es el hombre más solidario del mundo. Pese al bloqueo, nadie tiene ese sentimiento humano que tiene Fidel.

¿A quién se siente más cercano ahora, Nicolás Maduro o Rafael Correa?

Todos son compañeros, no tengo por qué calificarlos. Aquí no hay presidentes de primera o de segunda. Son compañeros antiimperialistas y anticapitalistas, cada uno con sus particularidades. Todos pertenecemos a un movimiento de liberación.

 

 

COCHABAMBA

Por Javier Lafuente/ Especial El País de España

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