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¿Cómo noquear a Trump en el debate? ¿Y a Clinton? Las tácticas

Todd Graham, entrenador de debates políticos con varios galardones a nivel nacional, desgrana las mejores estrategias para los candidatos en el que se presume el debate más seguido de la historia.

Amanda Mars
26 de septiembre de 2016 - 04:37 p. m.
Los candidatos a la Casa Blanca: Donald Trump y Hillary Clinton.  /AFP
Los candidatos a la Casa Blanca: Donald Trump y Hillary Clinton. /AFP
Foto: AFP - DESK

Ya está todo listo para el que se cree será el debate más visto de la historia. Esta noche a partir de las 9 de la noche, Hillary Clinton y Donald Trump se enfrentarán en el primer cara a cara televisado. Un experto explica qué debe hacer cada uno.

¿Cuál debe ser la estrategia de Clinton para enfrentarse a Trump?

En primer lugar, no debe permitir que Trump consiga molestarla, desestabilizarla. En algún momento, él le dirá insultos que ella no ha oído nunca antes en un debate, le dirá cosas desagradables. Creo que lo hará porque lo ha estado haciendo en otros debates, pero no debe permitir que eso le afecte. En segundo lugar, debe mostrarse más relajada. Su mayor fortaleza en un debate es que conoce muy bien las políticas, entiende lo que pasa en Estados Unidos y en el mundo, hasta lo que pasa en España, mientras que sería una suerte que Trump supiera situar Madrid en un mapa. Pero la flaqueza de Clinton es que a veces no parece demasiado cálida, ni humana. Si consigue tener una actitud más relajada, lo hará muy bien. Y, en tercer lugar, que le deje el micrófono a él. Si yo fuera ella, dejaría a Donald Trump hablar más.

¿Esto último no es un riesgo en un debate?

Algo que he aprendido en estos años es que muchas veces ganas un debate porque lo que tu oponente dice es más estúpido o más equivocado. Hay un viejo dicho: “Si les das suficiente tiempo, se ahorcarán ellos mismos”. Por ejemplo, Clinton puede tomar parte de su turno de palabra y decir: “Veo que me queda un minuto, pero querría pedirle a Donald Trump que responda a la pregunta con propuestas políticas concretas. Porque en las políticas concretas él lo hará mal”. Hacer esto es una gran idea para ella.

¿Cómo se debe reaccionar a los insultos?

No debe quedarse impasible. Creo que una de las cosas con las que la gente tiene problemas es que, cuando le llaman de forman despectiva o le dicen cosas feas, o que simplemente son mentira, ella no reacciona como los demás, con enfado. Por ejemplo, se la ha llamado asesina por el atentado al consulado estadounidense en Bengasi, cuando está probado que no es cierto, pero ella no reacciona airadamente porque es una política experimentada. Pero la gente quiere ver algo de emoción en ella. Y si Trump dice algo que se pasa de la raya, debe mirar a cámara y decir: “Eso duele, soy una persona con sentimientos, responderé a su acusación en un momento, pero no puedo quedarme igual ante esas palabras porque me hieren”. Clinton es buena echándose las cosas a la espalda, pero debería mostrarse ofendida.

¿Y qué consejo le daría a Donald Trump?

Intentará evitar concretar sus políticas para el futuro. Sus mejores análisis son siempre sobre el pasado, es un excelente crítico de las políticas actuales, Siria, Irak o Afganistán… Cuando se le pregunte sobre el futuro, debería pivotar y decir: “Escuchen, soy un líder decisivo”, que es algo genérico que dice a menudo. O también: “Yo cierro tratos, soy mejor que ella cerrando tratos”. Cuando habla del acuerdo nuclear con Irán dice que es un acuerdo terrible, pero no explica por qué. Eso le ha funcionado en los debates. Y ahora debería decir que será un líder decisivo y pasar a criticar todo lo que se ha hecho en el pasado. Y cuando le vuelvan a preguntar, puede responder: “Me pregunta qué voy a hacer, mire, no voy a hacer lo mismo que ella”. Esa sería una buena respuesta.

¿De verdad son tan importantes estos debates? ¿No hay cierto mito en Estados Unidos con ellos, con eso de que Nixon perdió las elecciones del 60 por ello…?

Sí son tan importantes. Le daré más ejemplos: Barack Obama y Mitt Romney tuvieron tres debates hace cuatro años y en el primero a Obama no le fue muy bien. En el segundo lo hizo un poco mejor, pero Romney, viendo las encuestas, pensó que iba a ganar y en el tercer debate cambió su táctica para ser más suave y presidencial. No atacó a Obama, y la gente no lo reconocía. Acabó perdiendo. También, en las últimas primarias republicanas, Marco Rubio lo hizo fatal en el de New Hampshire cuando iba subiendo en las encuestas. Y hace cuatro años, Rick Perry, el gobernador de Texas, se olvidó en directo de las tres cosas de las que quería hablar. Nunca se recuperó en las encuestas. Los debates son muy importantes. Unos 65 millones de personas en Estados Unidos suelen verlos y le prometo que este vez serán muchos más.

Por Amanda Mars

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