Publicidad

Nueva era terrorista

Las ultimas operaciones del Estado Islámico marcan la salida de escena de la organización terrorista Al Qaeda. El califato expande cada vez más su zona de acción y amenaza con quedarse.

Massimo Di Ricco * / Especial para El Espectador
22 de marzo de 2015 - 02:00 a. m.
Las fuerzas de seguridad de Túnez están en alerta máxima por nuevas amenazas del Estado Islámico. / AFP
Las fuerzas de seguridad de Túnez están en alerta máxima por nuevas amenazas del Estado Islámico. / AFP

Los últimos comunicados de reivindicaciones y propaganda que en los recientes días han aparecido en la red atribuidos al Estado Islámico (EI) nos regalan un panorama sombrío. No se diferencian muchos el uno con el otro, sólo cambia el tipo de soporte y la rama del grupo que reivindica la operación. Un comunicado en el que se adjudican los ataques suicidas en las mezquitas de Saná en Yemen; un video de Boko Haram desde Nigeria que muestra una caravana de carros con las banderas del Estado Islámico; las ultimas operaciones en Libia y el audio de reivindicación de los ataques a unos gendarmes en Argelia y al museo de Bardo en el centro de Túnez.

Hace unos pocos meses las únicas reivindicaciones que se podían encontrar eran las que venían de Siria e Irak: videos de reclutamiento desde Raqqa, la capital del supuesto califato; ataques contra las tropas de Bashar al Asad; degollamientos y ejecuciones, o videos de propaganda sobre el derribo de los confines nacionales entre los dos países.

Pero, en poco menos de tres meses, el Estado Islámico ha conseguido expandir el alcance geográfico de sus acciones desde el Levante árabe hasta el norte de África, África Occidental, el Sinaí y la Península Arábiga. En parte gracias a la expansión de su ideología, en parte gracias al atractivo que suponen sus acciones para aquellos pequeños grupos que buscan mayores recursos y más gloria.

Lo que queda de Al Qaeda en estos días son unas pocas reivindicaciones de operaciones militares en Siria, principalmente por parte del Frente Al Nusra, y las siempre más comunes condenas frente a las barbaridades del Estado Islámico, como en el caso de Yemen. En el atentado en Túnez, tanto el Estado Islámico como Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) han reivindicado la operación, lo que expresa una lucha interna dentro de la galaxia del islamismo armado.

Los últimos atentados en Túnez y Yemen muestran sobre todo cómo zonas anteriormente bajo el “control” de Al Qaeda, ahora se han transformado en teatro de las primeras operaciones oficiales del Estado Islámico o sus afines. Al Qaeda está desvaneciendo, el Estado Islámico, en su peculiar forma se está expandiendo, y parece que va a estar aquí para quedarse con nosotros para un buen tiempo.

En la órbita del EI

Hace sólo un mes los gobiernos de la coalición anti-ISIS (nombre anterior del Estado Islámico), la “humanidad occidental” y los medios internacionales celebraban la conquista por parte de los kurdos seculares de la ciudad siria de Kobane y sancionaron la victoria como el principio del fin para el califato.

En pocas semanas el enfoque se movió desde el reducido Levante árabe hasta confines más amplios. La expansión empezó meses antes en la península del Sinaí, tierra pobre y abandonada por las instituciones egipcias, donde el malcontento de la población y la presencia de grupos radicales y sólidas organizaciones criminales pusieron las bases por una primera rama del Estado Islámico fuera del Levante. Cuando el caos se apoderó del vasto territorio libio, los antiguos seguidores de Al Qaeda pasaron bajo la bandera del Estado Islámico. No pasó mucho tiempo para que una prodigiosa máquina de muerte como Boko Haram, en Nigeria, declarara su afiliación y total sumisión al califa Al-Baghdadi. El efecto dominó, alimentado por el sueño de la resurrección del califato, parece inexorable.

Con los últimos atentados en Túnez y Yemen el mapa se ha ido ampliando aún más. En el caso de Túnez, las elecciones democráticas, la nueva Constitución y los acuerdos por un gobierno de unidad nacional no consiguieron detener un ataque en el corazón de la capital, que era de todas formas racionalmente previsible. Por varias razones: la presencia de grupos armados en el oeste del país, la imposibilidad en más de cuatro años de eliminar la amenaza, los atentados contra lideres políticos, la continua crisis económicas y los jóvenes de las banlieu tunecinas como principales combatientes del Estado Islámico en Siria y Libia. Un impresionante ataque había podido llegar de un momento a otro, especialmente en un país que basa su economía sobre el turismo occidental. Un escenario demasiado atractivo para los propagandistas del Estado Islámico.

La transición en Túnez sigue siendo un enorme éxito para este país, sus ciudadanos y los pueblos árabes. Un éxito de diálogo político y democrático entre facciones con ideologías y visiones opuestas, pero maduras para entender la situación frágil del país. Y propio esto, el diálogo y los matices, fue lo que quisieron atacar los que atentaron en Bardo esta semana. El atentado fue el más sangriento en el país después de aquel perpetrado en 2002 en Djerba por Al Qaeda. No es una casualidad y marca oficialmente el pasaje a una nueva época.

Así como con los sangrientos atentados en el caos del actual Yemen, donde se asiste a una histórica lucha de poder entre tribus, regiones y confesiones del islam. Con el ataque a las mezquitas en Saná, repleta de fieles de la rama chii de los Houthi, el Estado Islámico entra prepotentemente en una área en donde hasta el momento la principal organización militar era Al Qaeda en la Península Arábiga (AQAP). El día del atentado en Saná, que dejó más de 140 muertos, Al Qaeda tuvo que declararse extraña a tan desproporcionada violencia contra otros musulmanes.

Es evidente que después de la supuesta derrota en Kobane, el Estado Islámico no está retrocediendo; al contrario, se está expandiendo geográficamente. Llámenlo un imprevisible cáncer, si quieren caer en la trampa del odio ciego. Llámenla una expansión a mancha de leopardo si quieren comprenderlo, contrarrestar su brutalidad y detenerlo efectivamente. El panorama a largo plazo es el de un Estado sin confines geográficos claros, compuesto por manchas de territorio y población bajo firme control, y donde la intervención militar desde el aire no parece ser una solución efectiva.

Por estos días se celebra el aniversario de la invasión con tropas de tierra de Irak por parte de Estados Unidos en 2003, así como de las mentiras al mundo sobre la presencia de armas de destrucción masiva en este país. La tragedia de la invasión fue quizás el evento que más de cerca puede reconducir a los orígenes del Estado Islámico, la formación intelectual de sus líderes y el laboratorio de violencia sectaria que implementó el difunto Al-Zarqawi. Si en sus pocas declaraciones Osama bin Laden consideraba el sangriento cerco de Beirut por parte de Israel en 1982 como la razón personal de su radicalización, los jóvenes desterrados que conforman el EI se criaron con la invasión y los engaños de 2003, pero también con las imágenes del atentado de 2001 en Nueva York. En los próximos episodios de la propaganda del Estado Islámico asistiremos a más odio y más sentimientos de revancha.

Cronología 

La barbarie del Estado Islámico
 
2014- Junio: El Estado Islámico ejecuta a unos 1.700 soldados iraquíes y lo registra en video. Muchos de los asesinados habían sido detenidos durante los combates por el control territorial en Sira e Irak.
 
2014 -Agosto: El grupo yihadista difunde un video con la decapitación de James Wright Foley, un periodista estadounidense secuestrado en noviembre de 2012 mientras cubría la guerra en Siria. 
 
2014 -Septiembre: En una nueva masacre contra las Fuerzas Armadas de Irak, el Estado Islámico asesinó a un grupo de aproximadamente 700 soldados capturados en campo Speicher, cerca de la ciudad de Tikrit. 
 
2015 -Enero:
Como supuesto castigo a burlas contra el islam, dos extremistas irrumpen en las instalaciones del semanario satírico “Charlie Hebdo” en París y asesinan a 17 personas, entre ellos dibujantes y periodistas. 
 
2015 -Enero: El Estado Islámico pide US$200 millones al gobierno de Japón a cambio de respetar la vida de dos ciudadanos japoneses en su poder. Dos semanas después fueron ejecutados.
 
2015 -Febrero:
Los extremistas lanzaron un video en el que el piloto jordano Maaz al Kasasbeh es quemado vivo. Su avión se había estrellado en la provincia de Al Raqqa (Siria), donde adelantaba una misión.
 
2015 -Marzo:
Un grupo de turistas en el museo del Bardo (Túnez) es atacado por miembros del Estado Islámico que fallaron al intentar tomarse el Parlamento. En total, murieron 21 extranjeros. 
 
2015 - Marzo:
En la capital de Yemen, Saná, tuvieron lugar dos ataques suicidas en mezquitas abarrotadas de fieles. Al menos 140 personas perdieron la vida y 351 más resultaron heridas.
 
* Doctor en Estudios Culturales Mediterraneos y docente de la Universidad del Norte.

Por Massimo Di Ricco * / Especial para El Espectador

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar