La nueva vida de Berlusconi

Quien fuera uno de los protagonistas de la política italiana durante las dos últimas décadas, hoy encuentra su ocaso, expulsado del Parlamento y condenado por corrupción.

Lluís Bassets / Especial de El País
03 de diciembre de 2013 - 10:14 p. m.
Silvio Berlusconi también tiene un proceso pendiente con la justicia por supuesta prostitución de menores. / AFP
Silvio Berlusconi también tiene un proceso pendiente con la justicia por supuesta prostitución de menores. / AFP
Foto: AFP - TIZIANA FABI

El jueves 28 de noviembre fue el primer día del resto de su vida. Una vida más frágil y desprotegida de lo que haya conocido en los últimos 20 años. Ya no tiene inmunidad parlamentaria. El hombre más rico de Italia regresa a la nuda condición civil, como un italiano cualquiera. Llegó a la política para evitar la justicia y se va de la política cuando ya no hay obstáculo alguno que consiga frenar la apisonadora que es la justicia en un Estado de derecho.

Sabe que le espera el cumplimiento de una condena de cuatro años de cárcel por fraude fiscal, que se convertirán en un año de trabajos sociales sustitutorios concedidos en atención a su edad (77) y a su condición. Y que ha perdido el derecho pasivo de voto, es decir, la capacidad para presentarse a unas elecciones en los próximos seis años, hasta que tenga 83. Sabe también, ya sin escudo que le proteja, que será pasto de los fiscales y jueces que ha conseguido eludir hasta ahora en sus dos décadas de gloria.

Il Giornale, su periódico, abría sus páginas el viernes 29 con una crónica sorprendida por su primer día sin inmunidad: 'No hubo orden de detención. Tampoco citación ante la fiscalía. Nada de registro domiciliario ni policía golpeando de madrugada a las puertas de Arcore (su residencia a 25 kilómetros de Milán). En el que fue su primer día como simple ciudadano no se materializaron las pesadillas que atormentaban el sueño de Silvio Berlusconi. Lo que, por supuesto, no significa que el peligro se haya disipado, porque Il Cavaliere sigue pensando que entre hoy y el próximo mes se enfrentará a sorpresas desagradables'.

El hombre que ha dominado la vida política italiana durante los últimos 20 años tiene ahora el miedo en el cuerpo. Todavía tuvo arrestos para gallear ante una asamblea de sus partidarios, con patéticas denuncias de atentado a la democracia e incluso de golpe de Estado. En su primer día como simple civil quiso mantener la apariencia del líder de una fuerza política que piensa en las siguientes contiendas electorales y cuenta con programas de reformas políticas. Aunque en su boca todo suena a hueco o incluso a burla cruel que se inflige a sí mismo.

Después de que todos le hayan abandonando —el último, su delfín Alfano; los penúltimos, la Iglesia y los empresarios; antes, la derecha europea con Merkel en cabeza— serán ahora sus más íntimos allegados los que intentarán proteger sus intereses y protegerse a sí mismos de los últimos y agónicos coletazos del caimán. Los dirigentes de sus numerosas empresas e incluso sus hijos, a los que protegió desde el poder, ya no calculan a estas horas cómo salvar a quien no tiene salvación alguna, sino cómo proteger sus propios intereses para que no se los lleve el viejo saurio en su larguísima agonía.

Por Lluís Bassets / Especial de El País

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