Un estudiante de derecho en Colombia se ve sujeto, desde el comienzo de su formación, a aprender directamente de la experiencia de otros países: el derecho continental de los contratos venidos desde la Roma antigua o el sistema de control constitucional consolidado en Estados Unidos son los mejores ejemplos. A un estudiante le enseñan que las instituciones jurídicas que operan en su país son el estadio final de todos estos procesos históricos, por demás ajenos y lejanos a la realidad nacional. Son, sin embargo, la verdad que debe ser aprendida de memoria.
¿Por qué un país de una complejidad social tan nutrida tiene este enfoque “importado” en sus normas y en sus clases de derecho? César Rodríguez Garavito, director del programa Justicia Global de la Universidad de los Andes y miembro fundador de Dejusticia, diría que por el mapa. O mejor, por el diseño del mapa.
Las cartografías representan el mundo. Los cartógrafos saben de sobra que un mapa debe ser preciso en su propia medida: no puede llegar al extremo de la exactitud porque perdería su utilidad práctica de imagen. Para hacerlo bien, entonces, hay que elegir un punto de partida. Ese es el foco sobre el cual se desarrolla el resto: mientras Mercator eligió el Norte como punto clave para representar el mundo, Peters le dio preponderancia al Sur. El derecho, al ser una imagen de las relaciones sociales, opera de la misma forma.
Durante muchos años el Norte —sus estudios, realidades, conflictos, normas y exponentes— ha sido el que manda la parada cuando se diseñan las cartografías jurídicas de América Latina. Es hora de, al menos, repensar el derecho desde nuestra propia realidad.
Canal Justicia (www.canaljusticia.org) es un primer paso para llegar a esta meta. La idea surgió en el año 2009, en la cabeza de Rodríguez Garavito, cuando la Fundación Ford lo invitó a plantear un proyecto innovador en el estudio del derecho latinoamericano. Lo primero que se le ocurrió, en una era visual como la que vivimos, fue echar mano de las herramientas de las comunicaciones. La Fundación aceptó y, con su venia, este profesor de derecho reunió a un equipo de diseñadores, realizadores de video y expertos en internet. La idea principal era comunicar de una forma más amable el complejo mundo de las leyes.
La forma estaba lista. Había, sin embargo, que llenarla de contenido. Para ello se reunieron juristas latinoamericanos, expertos en distintos temas, quienes compartían la creencia de que el derecho en esta parte del hemisferio debía comunicarse, enseñarse y pensarse de una forma distinta.
El primer resultado fueron 15 conferencias, estilo TED, sobre temas de actualidad: desde las reformas constitucionales en Ecuador y Bolivia hasta los desafíos de la libertad de expresión en contextos violentos como México y Colombia.
La evolución del portal Canal Justicia es notable: no solamente se han actualizado los contenidos, que van desde documentales cortos y entrevistas hasta libros digitales, sino que cada vez luce mucho mejor (ver nota arriba).
“Acabamos de lanzar la nueva versión, hecha en colaboración con una empresa profesional de realización de televisión, Juanete, lo que garantiza la calidad visual de los contenidos, que siempre se filman a varias cámaras y editan profesionalmente”, le explicó Rodríguez a este diario.
La meta es consolidar una plataforma virtual de educación legal, con enfoque latinoamericano, que sea accesible a cualquier estudiante, abogado o interesado en el funcionamiento del derecho.
El cambio del foco de la escena permite aprehender el estudio y la práctica del derecho de una forma distinta y provechosa. Sintonizar el canal adecuado está ahora disponible.
Cultura jurídica virtual en Canal Justicia
En Canal Justicia quieren ir más lejos. La idea a largo plazo es que el portal se convierta en una herramienta para todo aquel que quiera discernir, con lujo de detalles, el complejo universo jurídico desde una perspectiva latinoamericana.
La democracia de la red, así como la gratuidad del portal, lo permiten con facilidad. Sus miembros activos trabajan ahora mismo en el desarrollo de cursos virtuales —con ayudas animadas, a la usanza de los portales educativos más emblemáticos del mundo— que aborden temas gruesos de dogmática jurídica, como la teoría de contratos o el derecho penal. Todo con la finalidad de conformar un nuevo mapa con el cual los juristas puedan guiarse a la hora de usar las normas que han estudiado.
Sin duda, una forma distinta de ver el derecho está consolidándose a un clic de distancia.