Obama: en saldo rojo

La economía bajo su mandato no estuvo tan mal como sus críticos sostienen, pero tampoco tan bien como sus partidarios afirman.

Daniel Griswold*
19 de enero de 2017 - 03:00 a. m.
Barack Obama, presidente de Estados Unidos, durante su última rueda de prensa.  / Efe
Barack Obama, presidente de Estados Unidos, durante su última rueda de prensa. / Efe
Foto: EFE - ANDREW GOMBERT

El presidente Barack Obama aprovechó los últimos días de su mandato para pulir su legado. Como todos los presidentes anteriores, el dictamen de su récord dependerá en gran medida de las percepciones sobre el desempeño de la economía mientras estuvo en el poder. Una evaluación objetiva del presidente saliente concluiría que la economía bajo su mandato no estuvo tan mal como sus críticos sostienen, pero tampoco tan bien como sus partidarios afirman.

En el último Reporte Económico del Presidente, publicado a mediados de diciembre, el Consejo de Asesores Económicos declaró que “durante los dos mandatos de Obama, la economía estadounidense ha logrado una recuperación notable de la Gran Recesión”, y añade que “sus políticas han promovido un crecimiento económico sólido y ampliamente compartido”. A juzgar por las encuestas y las elecciones de noviembre, esa opinión no es ampliamente compartida por los estadounidenses.

El balance económico del presidente Obama puede ser juzgado teniendo en cuenta algunos indicadores, cinco de los cuales se encuentran incluidos en los cuadros estadísticos del último informe. Estos indicadores son el crecimiento de la producción —medido por el Producto Interno Bruto real—, empleo, salarios reales, inflación y tasas de interés, comercio internacional y riqueza neta de los hogares. El récord del presidente será comparado con el desempeño de la economía bajo los cuatro presidentes anteriores, cubriendo un lapso de 28 años a partir de 1981. A modo de comparación, el primer año de mandato de un presidente será acreditado al presidente anterior, bajo la suposición de que las políticas de un presidente toman tiempo para ser implementadas y surtir efecto. El primer año de mandato de un nuevo presidente refleja en gran medida el fulgor o la resaca de la economía bajo el gobierno anterior. Esto es particularmente cierto para el empleo, que tiende a ser un indicador con rezago.

Crecimiento del PIB

El crecimiento económico anual desde 2010 hasta los primeros tres trimestres de 2016 promedió 2,1 %. Esto es flojo, según estándares históricos. Desde 1982 hasta 2009, el crecimiento del PIB real promedió 2,8 % por año, incluso cuando se incluyen las pronunciadas recesiones de 1982 y 2008-09 y otras dos más leves en el medio. El equipo económico del presidente puede hablar de un crecimiento “sólido y ampliamente compartido”, pero una expansión de 2 % no es satisfactoria.

Este récord por debajo de la media ocurre a pesar de un acumulado de US$7 billones en gasto deficitario durante los años de Obama. Y se compara desfavorablemente con casi todas las recuperaciones de la posguerra, que típicamente muestran un crecimiento por encima del promedio. El crecimiento del PIB del 2,1 % es la fuente última de la insatisfacción sobre la economía actual.

Empleo

A pesar de un crecimiento más lento que el promedio, el récord de Obama en la creación neta de empleos ha sido mejor que el promedio. De 2010 a 2016, el empleo creció en un promedio de 1,64 millones de puestos de trabajo al año. Eso se compara con un crecimiento anual promedio de 1,41 millones de empleos durante los 28 años que precedieron a Obama. La tasa de desempleo en la era Obama bajó de 9,3 % en 2009 a 4,9 % en 2016. Esta fue la mayor caída en la tasa de desempleo en comparación con sus predecesores y cumple con la definición estándar de “pleno empleo”.

Pero esta no es toda la historia. Con Obama, el crecimiento de la fuerza laboral se desaceleró significativamente a menos de la mitad de la tasa de los cuatro presidentes anteriores. La tasa de participación laboral ha caído a su punto más bajo en décadas, 62,8 % comparado con el pico de 67,1 % de finales de los noventa. Parte de la caída se debe a cambios demográficos, con millones de baby boomers en el proceso de pensionarse. Pero también refleja un gran número de “trabajadores desalentados” que han desistido de buscar empleo y por lo tanto han salido de la fuerza laboral. Al igual que un crecimiento mediocre del PIB, la falta de participación de la fuerza laboral refleja el lado oscuro de la economía de Obama que ha alimentado el enojo popular.

Salarios reales

Aquí la historia es mixta. Los ingresos promedios semanales, ajustados por la inflación, han crecido un promedio de 0,8 % al año en la economía de Obama. Eso se compara con un magro 0,1 % al año bajo los cuatro presidentes previos. Pero con un indicador alternativo, “compensación real por hora”, que incluye beneficios, el crecimiento anual en los años de Obama fue 0,6 %, lo cual es inferior al promedio anual del 1,1 % de las cuatro presidencias anteriores. El crecimiento anual en la productividad laboral, o producción por hora trabajada, fue 0,9 % durante la presidencia de Obama, menos de la mitad de la tasa del período anterior.

Porque la productividad laboral determina la compensación real, este es uno de los aspectos más inquietantes del récord económico de Obama y podría explicar aún más la frustración de los votantes.

Inflación y tasas de interés

Balance envidiable. La tasa promedio anual de inflación del 1,6 % durante su mandato fue la más baja de cualquier período presidencial reciente. El control de la inflación y de las expectativas de inflación se ha traducido en tasas de interés históricamente bajas. Durante los años de Obama, las tasas sobre nuevas hipotecas han promediado 4,21 % comparado con más de 7 % apenas en 2001. Las tasas sobre los bonos de 10 años del Tesoro han promediado 2,47 % comparado con 6,85 % bajo sus más recientes predecesores. Obviamente, es la Reserva Federal la que determina la política monetaria, pero es el presidente quien designa a los miembros de su consejo y quien puede apoyar o combatir sus políticas.

Comercio internacional

Al igual que su sucesor, Donald Trump, el presidente Obama se postuló la primera vez siendo crítico de los acuerdos comerciales. Pero una vez que estuvo en el cargo, se adaptó a un enfoque más favorable al comercio, aceptando el tratado de libre comercio de América del Norte, firmando tres nuevos TLC bilaterales –con Corea del Sur, Colombia y Panamá– y negociando el Acuerdo Transpacífico. En términos de flujos comerciales reales, el volumen de importaciones y exportaciones ha crecido alrededor del 4,5 % anualmente durante la presidencia de Obama. El crecimiento del comercio marca una sana recuperación tras la recesión mundial de 2008-09, pero el ritmo ha sido más lento tanto para las exportaciones como para las importaciones que durante las cuatro presidencias anteriores.

Riqueza neta de los hogares

Mientras el récord de salarios de Obama es mixto, en la riqueza neta el récord es impresionante. Impulsado por las recuperaciones tanto en el mercado de la vivienda como en los mercados bursátiles, la riqueza neta de los hogares y de las organizaciones sin fines de lucro aumentó de US$57,8 billones al final de 2009 a US$90,2 billones al final del tercer trimestre de 2016, según el flujo de fondos de la Reserva Federal. Bajo Obama, la riqueza neta de los estadounidenses creció 6,8 % por año, comparado a 6,1 % bajo sus últimos predecesores. El índice S&P 500 ha subido a una tasa anualizada de más del 11 % desde principios de 2010, en comparación a un anualizado 8,1 % desde principios de 1982 hasta 2009.

Hay otras maneras de medir el desempeño económico, pero estos indicadores capturan mucho de la realidad económica de la gente. A partir de esta evidencia, el récord económico de Obama no es “destacable” comparado con sus predecesores. Si bien Obama heredó una economía en crisis a inicio del 2009, la recuperación de siete años ha sido decepcionante bajo estándares históricos. Más allá de lo que digan simpatizantes y rivales, el presidente Obama merece una tibia C. El electorado estadounidense parece estar de acuerdo.

* Codirector del Programa sobre la Economía Estadounidense en el Mercatus Center de George Mason University.

Por Daniel Griswold*

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