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La oposición: historia de aciertos y derrotas

Durante 17 años de gobierno chavista, la oposición ha transitado por la derrota y se ha fracturado hasta el punto de permitir que el oficialismo gobierne sin competencia. Recorremos su historia reciente.

Elizabeth Ostos, Caracas
07 de diciembre de 2015 - 04:53 a. m.

Venezuela amanece con un nuevo ambiente. Uno que, de acuerdo con Luis Vicente León -casi que el único analista e investigador reconocido por gobierno y oposición-, “ no cambiará las cosas en Venezuela de la noche a la mañana”. Con la cautela que lo ha hecho merecedor de ese reconocimiento de “equilibrio”, León explica lo que sí muestra un momento que está viviendo el país. “El poder de los chavistas probablemente ya pasó su cima y aunque el chavismo seguramente seguirá vivo en 20 años, se verá muy diferente”.

Al igual que la oposición, que desde hoy inicia una nueva etapa de su historia política. Nucleada en la Mesa de la Unidad Democrática -una coalición de más de 30 partidos y movimientos civiles, de tendencias ideológicas contrapuestas, pero cohesionadas en torno a la búsqueda del poder por la vía electoral- la oposición venezolana ha caminado durante 17 años un largo y tortuoso camino. Luego de la experiencia de 2002, cuando un grupo de venezolanos sin mayor experiencia encabezó un golpe de Estado que sacó temporalmente a Chávez del poder, los antagonistas de la Revolución Bolivariana han transitado por varias etapas.

En 2004 y 2005 sufrieron dos descalabros electorales. El primero, el fracaso del refrendo revocatorio del mandato de Hugo Rafael Chávez Frías; y el segundo, el retiro de las elecciones legislativas en protesta al supuesto ventajismo del gobierno. Una decisión que hoy muchos califican como errónea y que no se puede repetir.

El abandono de los comicios le dejó el campo libre a Chávez, quien se afianzó con la mayoría casi absoluta en la Asamblea Nacional. En plena bonanza económica, el chavismo pudo sustentar los programas del llamado Socialismo del Siglo XXI. La reelección de Chávez, en diciembre de 2006, avizoraba larga vida a su proyecto.

Pero en 2007, Chávez sufrió su primer revés electoral de importancia: perdió un referendo que pretendía cambiar 69 artículos de la Constitución de 1999, para dar paso a un Estado de corte socialista. En ese año el movimiento estudiantil fue un factor de unión de la oposición y evidenció que la opción era la electoral. Esta experiencia fue el origen de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), fundada en 2008, bajo el lema “Para vivir y progresar en paz”.

Los comicios presidenciales de 2012 fueron ganados nuevamente por Hugo Chávez, cuyo fallecimiento en marzo de 2013 dejó a su movimiento político sin su principal fortaleza y con un heredero que pocos conocían como gobernante. Nicolás Maduro llegó a la Presidencia en unas muy reñidas elecciones, cuyos resultados aún se ponen en duda, frente a Henrique Capriles.

Con marcadas diferencias

“Ha sido un camino espinoso y pleno de dificultades. Las diferencias internas en la MUD son muchas y la oposición es muy variopinta en lo ideológico y lo personal. Aun así, la convicción de que el enemigo externo es poderoso e inescrupuloso ha hecho posible la tan necesaria unidad perfecta”.

Carmen Beatriz Fernández, directora de la firma de consultoría política DataStrategia, explicó que “la diferencia en número total de votos entre chavismo y oposición va a ser muy alta, probablemente de 2 millones de votos o más. Y eso hará que a partir del 7 de diciembre se genere una dinámica en el interior del chavismo en busca de culpables. En cualquier caso, es muy probable que el 6 de diciembre marque el punto de inflexión que definirá el fin de un largo ciclo político en Venezuela”.

Según la Constitución, una mayoría parlamentaria simple (la que ocuparía la oposición) puede convocar a referendo, promover votos de censura a los ministros, autorizar el enjuiciamiento o incapacidad permanente del presidente, reformar la Constitución y aprobar un estado de excepción.

Por su parte, Iria Puyosa, especialista en comunicación política de la Flacso, opinó que en caso de que el oficialismo gane la mayoría simple en la Asamblea Nacional en estas votaciones, “lo haría en un entorno negativo de opinión pública, con casi dos tercios de la población desaprobando la gestión de Maduro, con cuestionamiento internacional de sus prácticas no democráticas y sin el respaldo que anteriormente le daba su excelente gestión de diplomacia pública y su petro-chequera”.

Dijo a este diario que las opciones que tiene el chavismo son: “La profundización del carácter autocrático del régimen o la negociación de una transición con sectores de la oposición”.

Puyosa considera que los antagonistas podrían dividirse en tres grupos: “Los que acepten negociar la transición acelerada con un pacto de élites, los que insistan en salidas electorales y constitucionales, como el Referéndum Revocatorio y la convocatoria de Asamblea Constituyente, y grupos que intenten generar una transición con movilizaciones de calle”.

Fernández adiciona un elemento al debate: “La nueva mayoría opositora debe entender su condición con sentido de grandeza y amplitud. Entender que la justicia no tiene que ver con la venganza y evitar repetir esos abusos de las mayorías que tanto cometió el chavismo”.

Sentenció que “ese final del ciclo debe iniciar las bases para un mejor país: más próspero en lo económico y más tolerante en lo político”.

Aún con dudas

Ángel Álvarez, profesor de Ciencias Políticas y consultor internacional, considera que cualquiera que sea la mayoría que obtenga la oposición, “si es que logra que le sea reconocida”, advierte, “será revertida en la práctica por el gobierno mediante decisiones en apariencia legales y ratificadas por el Tribunal Supremo de Justicia: la habilitación sine die del presidente para que legisle en todas las áreas, incluso la presupuestaria, por decreto y en asambleas populares y gobierno de calle, la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente para disolver la Asamblea Nacional y convocar cuando convenga a nuevas elecciones legislativas con nuevas normas electorales”.

Señala que todo lo que pase en Venezuela “dependerá de la brecha con que la oposición gane. Esto puede hacer posible un referendo revocatorio del presidente en 2016, si la MUD obtiene más del 51% de los votos populares a nivel nacional”.

El también PHD de la Universidad de Notre Dame (EE. UU.) sostiene que de este proceso electoral destacan: “El reforzamiento de dos nuevos liderazgos personales, el de Henrique Capriles y el de Leopoldo López, y de sus partidos políticos: Primero Justicia y Voluntad Popular, que han crecido gracias a la tenacidad de sus líderes y al uso de estrategias de comunicación directa apoyadas en las redes sociales, que le han permitido vencer la censura impuesta por los gobiernos de Chávez y Maduro”.

Añadió que la oposición debe entender la necesidad de conservar la unidad y de fortalecerla, “definiendo formas de imponer disciplina interna y de resolver las controversias de modo democrático, lo que aún es una tarea pendiente y cuya urgencia se verá después de las elecciones, especialmente si la oposición no gana”.

 

Por Elizabeth Ostos, Caracas

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