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Paraguay: a la sombra del golpe

El ganador de la jornada fue Horacio Cartes, un empresario de representa el regreso del Partido Colorado al poder.

Beatriz Miranda
21 de abril de 2013 - 10:02 p. m.
Horacio Cartes, a quien los sondeos le otorgaban la victoria, ejerció su derecho al voto en Asunción, la capital paraguaya. / EFE
Horacio Cartes, a quien los sondeos le otorgaban la victoria, ejerció su derecho al voto en Asunción, la capital paraguaya. / EFE

América Latina estuvo atenta a las elecciones presidenciales y parlamentarias de Paraguay, un país marcado por la larga dictadura de Stroessner, una sociedad conservadora con profundas diferencias ideológicas y sociales en medio de un escenario macroeconómico estable con muy importantes indicadores: en 2010 Paraguay creció 14,5%, y pareciera ser que en 2013 repetirá este resultado rompiendo su propio récord.
Con una de las cargas tributarias más bajas del mundo, gran facilidad para la apertura de empresas, ventajas para la inversión de capital extranjero y nacional, entre ellas el régimen de maquila y zona franca, poseedor de una de las mayores reservas de agua dulce del planeta: el Acuífero Guarany, un gran potencial hidroeléctrico y se ubica entre los primeros exportadores mundiales de soya y de carne. Paraguay se debate entre agronegocios exitosos, liderados por multinacionales, y una contra reforma agraria, la pobreza, el narcotráfico y ser o no ser del Mercosur.
Después de ocho meses de ruptura institucional, debido a la destitución del presidente Lugo por el Senado, los paraguayos volvieron a las urnas en un ambiente completamente distinto. En 2008 ellos votaron con la esperanza de terminar con la larga hegemonía del Partido Colorado, 62 años en el poder. Se eligió el presidente Fernando Lugo, el cura de los pobres”, mediante la “Alianza Patriótica por el Cambio” con el Partido Liberal.
El derrocamiento del presidente Lugo, en junio de 2012, revivió el pasado autoritario de América Latina. Este hecho recordó el golpe de Honduras en 2009 y cómo los instrumentos democráticos se han prestado a legitimar una nueva tipología de golpes de Estado en la región.
El principal pretexto para la caída de Lugo fue la masacre de Curuguaty, en donde algunos campesinos se resistieron a desocupar las 2.000 hectáreas de tierra. El resultado de este enfrentamiento fue la muerte de 11 campesinos y 6 policías. En Paraguay, desde 1870, se permite la venta de tierras a capital extranjero. Curuguaty se ha vuelto un doloroso símbolo de la verdadera historia del despojo de tierras en Paraguay: 80% está en manos del 3% de los propietarios.
El 22 de junio de 2012, el presidente Lugo pasó a ser el primer presidente paraguayo en ser destituido por el Congreso, en un juicio que duró 32 horas y que llevó a Federico Franco a asumir la presidencia. En seguida Paraguay fue expulsado del Mercosur y de Unasur.
En 2013 el escenario es diferente. Las encuestas siempre indicaron el retorno del Partido Colorado al poder-un resultado después confirmado por el conteo de votos-, representado por Horacio Cartes, el candidato empresario, y algunos medios mencionan su conexión con negocios ilícitos. Fue la primera vez que el Partido Colorado apareció en la contienda electoral como movimiento de oposición. En esta ocasión Cartes disputó con Efraín Alegro, del Partido Liberal, y con algunos representantes de la izquierda, como Aníbal Carrillo, de Frente Guazu, y Mario Ferreiro.
Vale resaltar la fragilidad y la división de la izquierda paraguaya que hasta el momento ha permitido que sus conflictos internos obstaculizaran la consolidación de una atractiva plataforma electoral. Sin embargo, analistas estimaban que si el escenario de la elección presidencial favorecía al Partido Colorado, en el Congreso será distinto, ya que el “voto castigo” será concedido al Congreso que destituyó al presidente Fernando Lugo, lo que les dará una ventaja a otros partidos. Un buen ejemplo es la amplia votación que el expresidente Lugo tendrá como senador. Si esta tendencia se concretara ya no habría mayorías hegemónicas en el Parlamento, una transformación política estructural importante.
Independientemente Paraguay tiene varios desafíos: restitución de las tierras a los campesinos, rescatar la confiabilidad regional perdida, aclarar ante la nación y el mundo la operación Curuguaty, empezando por liberar a los campesinos que siguen detenidos sin pruebas suficientes, reintegrarse al Mercosur, porque verdaderamente Paraguay es importante para esa integración y éste es esencial para Paraguay.

Por Beatriz Miranda

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