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Paranoia en Sharm el Sheikh

Vladimir Putin suspendió los vuelos de aerolíneas rusas desde esta ciudad egipcia, aunque niega que un ataque terrorista haya derribado el avión de Metrojet.

Redacción Internacional
07 de noviembre de 2015 - 03:14 a. m.

Aún no hay conclusiones definitivas sobre las causas de la tragedia del Airbus A321-200 de la aerolínea rusa Metrojet que cayó en la península del Sinaí después de despegar de la ciudad de Sharm el Sheikh. No obstante, la paranoia mundial y los datos de inteligencia de diferentes agencias apuntan a que se trató de un artefacto explosivo instalado en el interior de la aeronave, es decir, un atentado terrorista al estilo de los que ha realizado Al Qaeda, pero esta vez podría haber sido la organización Estado Islámico buscando vengarse de la intervención armada que Rusia inició hace poco en Siria contra ese grupo terrorista. De hecho, la rama egipcia del Estado Islámico ha reivindicado el atentado.

Las sospechas sobre el avión bomba han venido nada menos que del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quien hizo referencia a la “posibilidad” de que una bomba a bordo fuese la causa de la explosión del avión, pero aclaró que no tenía certeza al respecto. El primer ministro británico, David Cameron, se pronunció en el mismo sentido y ordenó la cancelación de vuelos británicos hacia y desde la península de Sinaí debido a “datos de inteligencia e información” obtenidos de la interceptación de comunicaciones entre milicianos islámicos en el Sinaí, según los cuales un artefacto explosivo habría sido la causa del siniestro. Según medios británicos, los servicios secretos sospechan que alguien con acceso a la bodega del avión colocó un artefacto explosivo sobre las maletas o en el interior de una de ellas poco antes del despegue. “No sabemos con certeza que se haya tratado de una bomba terrorista, (pero) es una fuerte posibilidad”, dijo Cameron.

Las aerolíneas turcas también cancelaron sus vuelos. Los gobiernos de otros países como Bélgica, Holanda y Francia emitieron alertas a sus ciudadanos sobre los peligros de viajar hacia Sharm el Sheikh.

Sin embargo, las insinuaciones de Occidente, así como las reivindicaciones del Estado Islámico, son negadas por Rusia y Egipto. Aceptar semejante golpe sería reconocer su vulnerabilidad ante la amenaza terrorista. Para Rusia sería la demostración de que no está blindado contra el terrorismo, a pesar de su poderío militar, de su control en el interior del país y de sus contundentes acciones contra posiciones del Estado Islámico en Siria. Aunque el presidente Vladimir Putin niega toda insinuación de ataques terroristas, ya ordenó suspender los vuelos de aerolíneas rusas desde el aeropuerto de Sharm el Sheikh, siguiendo recomendaciones del director del Servicio Federal de Seguridad ruso. También ordenó medidas para permitir el regreso seguro de más de 45.000 rusos que están en Egipto.

Para el gobierno egipcio sería la confirmación de que el Estado Islámico hace presencia y tiene capacidad bélica en su territorio, y se trataría de otro golpe a su maltrecha industria turística, de la cual depende buena parte de la economía nacional. Desde la revolución egipcia, las frágiles condiciones de seguridad han golpeado fuertemente al turismo. El golpe a Sharm el Sheikh, un tradicional balneario de turistas británicos y rusos que van a bañarse y a bucear en el mar Rojo, implicaría millonarias pérdidas.

Mientras se esperan investigaciones objetivas, el caos se apodera de la península del Sinaí. Londres ha reforzado la seguridad en el aeropuerto de Sharm el Sheikh para repatriar a los alrededor de 20.000 turistas británicos que quedaron varados en esa ciudad egipcia. Pero no sólo en el Sinaí hay caos. En realidad, desde la revolución que derrocó a Hosni Mubarak en febrero de 2011 disminuyó la seguridad en las fronteras de Egipto, con lo cual se facilitó el tránsito de personas vinculadas a grupos armados ilegales que venían desde Libia, un país también sumido en el caos luego del asesinato del exdictador Muamar Gadafi. En 2013 los militares volvieron a tomarse el poder y han tratado de devolver la calma y reactivar la economía.

Sin embargo, en agosto de este año la filial egipcia del Estado Islámico difundió un video en el que amenazaba con decapitar al rehén croata Tomislav Salopek en un plazo de 48 horas si el gobierno egipcio no liberaba a “mujeres musulmanas” detenidas en sus cárceles. Cumplido el plazo, emitió un video en el que se mostraba al rehén decapitado. Esta sería la primera ejecución de un occidental a manos del Estado Islámico en el Sinaí. La paranoia generada por el terrorismo, entonces, viene desde antes del siniestro del avión ruso.

Por Redacción Internacional

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