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¿Qué pasa en Nigeria?

Después de aplazar los comicios por cuenta de la violencia que provocó el grupo terrorista Boko Haram mañana los nigerianos eligen presidente. El actual mandatario Goodluck Jonathan busca la reelección.

Redacción Internacional
28 de marzo de 2015 - 02:00 a. m.
Voluntarios revisan los listados en Bayelsa, capital de Yenagoa antes de las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo mañana en Nigeria. /AFP
Voluntarios revisan los listados en Bayelsa, capital de Yenagoa antes de las elecciones presidenciales que se llevarán a cabo mañana en Nigeria. /AFP

La situación que hoy vive Nigeria se gestó justamente en unas elecciones. Unas elecciones como las que hoy vive el país, azotado por la pobreza y una violencia desmedida provocada por Boko Haram, un grupo extremista que le acaba de jurar obediencia a los terroristas del Estado Islámico (EI) y que solo en 2015 ha matado a más de mil personas.
 
Lo que pasó en 2011, y que todos quieren evitar hoy, es que no se respetó un acuerdo entre musulmanes y cristianos, pues el problema de fondo que vive el país africano no es solo causado por el terrorismo sino por las dificultades de lograr un equilibrio político entre el norte que es musulmán y el sur, cristiano. Después de las elecciones de 2011, cuando fue elegido el actual mandatario, Goodluck Jonathan, se desató una violencia sistemática contra la población cristiana. ¿La razón? Jonathan alteró el principio de zoning –un acuerdo informal y que no se hizo por escrito–  que establecía que al término de dos mandatos, la otra comunidad religiosa asumiera un nuevo gobierno. Así las cosas, se suponía que un presidente del norte musulmán debía permanecer hasta 2015 en el poder, ante la muerte del presidente Umaru Yar’Adua. Pero Jonathan, del sur cristiano, alteró todo, se quedó como presidente encargado y en 2011 se  presentó como candidato. Ganó, cuando muchos esperaban que renunciara para ceder el poder a un musulmán. La violencia entonces dejó 800 muertos.
 
Hoy el escenario es el mismo: Jonathan quiere ser reelegido, ignorando de nuevo el acuerdo de zoning. Su rival es el musulmán y líder de la oposición Muhammadu Buhari, que se presenta por cuarta vez.
 
La violencia está disparada y las tensiones por enfrentamientos están a la orden del día.  Boko Haram complica la situación, pues ha amenazado con atentados. Desde que apareció, en 2009, acumula 13.000 asesinatos. 
 
En Lagos, la capital económica del país, miles de personas han abandonado la ciudad para los próximos días, y los que quedan hacen cola para abastecerse de alimentos y otras necesidades. El Gobierno ha desplegado 360.000 policías por todo el país, que serán respaldados por el Ejército y el Cuerpo Nacional de Defensa Civil durante la jornada electoral, en la que 56 millones de personas -de una población de 170 millones- están llamadas a elegir a su presidente.
 
Más allá de Boko Haram
 
Entre sus acciones más execrables figura el rapto de 200 niñas en la localidad de Chibok hace ahora casi un año, menores que fueron vendidas como esposas y de las que nada se ha vuelto a saber a pesar de los supuestos esfuerzos multinacionales por rescatarlas.
 
Jonathan ha sido muy criticado por la gestión de este entorno violento, o más concretamente por una presunta desatención hacia el mismo, ya que aquella zona, en la que no cosecha ningún voto, queda fuera de sus intereses electorales y ejecutivos.
 
El presidente utilizó la falta de seguridad como argumento para retrasar las elecciones, que en principio debieron celebrarse el pasado 14 de febrero y que se suspendieron una semana antes de su convocatoria. Según la oposición, el retraso fue una maniobra antidemocrática para evitar la derrota electoral, una prolongación ilegal de la campaña para tratar de recuperar partidarios. Y al parecer lo es. Este viernes, 24 horas antes de la cita electoral, el Ejército anunció una operación en la que asegura haber retomado la ciudad de Gwoza, considerada como cuartel general del grupo yihadista, que el pasado mes de agosto estableció un califato en ella. Para Human Rights Watch, el incremento de víctimas civiles coincide con la expansión de los ataques de Boko Haram a los países vecinos -Chad, Níger, Camerún- y a la multiplicación de los atentados suicidas en los concurridos mercados o estaciones de autobús de Nigeria.
 
Pero hay factores preocupantes, más allá del grupo extremista. "Nigeria se ha convertido en una 'cleptocracia' (desarrollo del poder basado en el robo de capital y la corrupción institucionalizada) y Boko Haram es producto directo de esta forma de Estado", asegura a Efe Sarah Chayes, especialista de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional. "Es cierto que el norte del país tiene una larga historia de movimientos religiosos de reforma, algunos de ellos violentos. Pero un grupo así no surge de la nada, es una reacción a la corrupción de la elite", añade la analista, quien ha estudiado la relación entre terrorismo y corrupción en otros países como Afganistán o Egipto.
 
La perversión del Gobierno ha dado luz verde al hurto generalizado. "Cada policía, doctor, enfermero o profesor se considera en su derecho de robar de los fondos públicos o directamente de los ciudadanos, a quienes amenazan física y verbalmente".
 
Con este panorama, las elecciones de hoy serán definitiva en la mayor economía del continente africano. 

Por Redacción Internacional

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