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La Liga Norte, el partido xenófobo que sostuvo el último gobierno de Silvio Berlusconi y que promovió una ley —todavía en vigor— que considera delito la inmigración irregular, sigue teniendo en el punto de mira a Cècile Kyenge, la ministra de Integración del gobierno de Enrico Letta. No tanto porque su principal objetivo sea lograr que los hijos de los inmigrantes nacidos en Italia tengan derecho a la nacionalidad —el ius soli—, sino por otra razón más simple: es negra.
Desde su nombramiento el pasado mes de abril, la ministra Kyenge, nacida hace 49 años en el Congo, oftalmóloga de profesión y madre de dos hijas, ha sido repetidamente insultada y acosada: un eurodiputado de la Liga Norte la comparó con un orangután, unos militantes racistas le arrojaron plátanos y hubo incluso una consejera municipal del partido liderado hasta ahora por Roberto Maroni, actual presidente de Lombardía, que propuso que la violaran para que sufriera en carne propia los crímenes cometidos, supuestamente, por los inmigrantes. No es extraño, además, que cada vez que Cècile Kyenge acude a algún acto en el norte de Italia, grupos de simpatizantes de la Liga más o menos organizados se arremolinan a la entrada para dedicarle un amplio muestrario de insultos. A partir de ahora lo tienen más fácil.
El periódico La Padania, órgano oficial de la Liga Norte, ha empezado a publicar una columna titulada Aquí, Kyenge, en la que se da razón del lugar y la hora de todos los actos públicos de la ministra de Integración. Por si alguno tiene un rato libre y quiere desbocar su ira contra una ministra que les devuelve la imagen de la Italia real y no la de sus sueños racistas. Mientras que el Partido Demócrata (PD), al que pertenece la ministra, ha calificado los hechos como muy graves, “al límite de la intimidación”, distintos representantes de la Liga Norte han aplaudido la idea. Massimo Bitonci, portavoz en el Senado del partido xenófobo, ha dicho que su partido terminará “forzando su dimisión” porque, según él, “el único interés de la ministra es favorecer a la negritud”.
Mientras el revuelo crece, Cècile Kyenge ha contestado con su tranquilidad habitual, insistiendo en que Italia en sí no es racista, pero que hay que frenar cuanto antes los brotes de intolerancia. Desde que la Liga Norte la convirtió en su objetivo preferente, la ministra de Integración tiene que desplazarse en medio de unas medidas de seguridad muy superiores a las de cualquier otro ministro. Un sobre dirigido a ella y que llevaba en su interior una sustancia sospechosa fue intervenido esta mañana en el Palacio Chigi, sede del gobierno italiano.