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Perú, un país dividido

La mínima diferencia de votos entre Pedro Pablo Kuczynski y Keiko Fujimori demuestra que la distancia entre fujimorismo y antifujimorismo se ajusta cada vez más. Según el organismo electoral peruano, los resultados finales se conocerán mañana.

Redacción El Mundo
07 de junio de 2016 - 03:18 a. m.
Los seguidores de Fujimori y Kuczynski esperan para conocer el resultado final de la segunda vuelta.  / EFE
Los seguidores de Fujimori y Kuczynski esperan para conocer el resultado final de la segunda vuelta. / EFE
Foto: EFE - Eduardo Cavero

De acuerdo con el escrutinio oficial, con el 91,01 % de mesas escrutadas, 103.383 votos separan a Pedro Pablo Kuczynski (Peruanos Por el Kambio, PPK) de Keiko Fujimori (Fuerza Popular), poco menos de 0,64 puntos porcentuales, en la elección presidencial más apretada de los últimos 25 años en Perú, lo que llevó a las autoridades y a los mismos candidatos a pedir prudencia.

En 2001, 2006 y 2011 los resultados oficiales mostraron diferencias entre el 5 o 3 % entre los candidatos. Esta vez la pelea es mucho más ajustada.

Tanto así, que el jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE), Mariano Cucho, indicó que habría que esperar hasta miércoles o jueves por los resultados: “Hasta el momento sólo falta procesar el 7 % de las actas, incluidas las del voto en el exterior, que empezarán a llegar a partir de la noche del lunes, y las de provincias remotas, por lo que habrá que esperar al miércoles o el jueves para tener resultados oficiales definitivos”.

El candidato de Peruanos por el Kambio obtiene hasta el momento 8’124.581votos, mientras que la postulante de Fuerza Popular alcanza los 8’021.198. Por ahora ninguno de los contendientes se ha atribuido la victoria ni ha reconocido la derrota. ¿Por qué un resultado tan apretado?

El politólogo Arturo Maldonado le dijo al diario El Comercio de Lima que un factor para el resultado tan ajustado entre PPK y Keiko Fujimori fue la oferta electoral. “No se percibía una mayor diferenciación ideológica como en comicios pasados, en los que se enfrentaron Alan García y Ollanta Humala, en 2006, y este último con Keiko Fujimori, en 2011”.

De acuerdo con analistas, el balotaje lo que evidenció es que los peruanos están profundamente divididos entre fujimoristas y antifujimoristas, más allá de tendencias, corrientes o partidos políticos. Augusto Álvarez Rodrich, columnista del diario peruano La República, explicaba el voto de los peruanos como un “No a Keiko, no un sí a PPK”.

Hasta unos días antes de la segunda vuelta, Keiko Fujimori tenía el triunfo en su bolsillo. Según sondeos, le sacaba entre cinco y seis puntos a su rival, pero en las urnas todo cambió. José Carlos Requena, analista político, le dijo al diario El Comercio que la caída de Fujimori se debió a las denuncias contra José Chlimper, el actor más respetable en su entorno y quien fue relacionado con dineros del narcotráfico. Eso encendió las alarmas.

Otros expertos como Enrique Castillo, periodista y analista político, atribuyen la caída de Keiko al miedo. “La manipulación de un audio que comprometía su campaña hizo que la gente sintiera que podía ser posible revivir prácticas que todos conocen como montesinistas (Vladimiro Montesinos fue el oscuro asesor del expresidente Alberto Fujmori). Lo único que hizo la candidata con esto fue que todos los miedos volvieran sobre la mesa”.

Eso y la movilización antifujimorista, que sumó a todo tipo de corrientes. Al igual que hace cinco años, el antifujimorismo se convirtió en el gran movimiento político en un país con los partidos tradicionales desarmados. “Fue una cuestión más allá de la campaña de PPK, el antifujimorismo jugó su propio partido”, agrega Maldonado.

Fujimorismo no está débil

Esta vez, según revelan los resultados preliminares, costó mucho más frenar la ola fujimorista, cada año más imparable a pesar de que su gran líder, el expresidente Alberto Fujimori, sigue en la cárcel condenado a 25 años por delitos de lesa humanidad y corrupción. Es muy probable, como señaló el analista Francisco Miró Quesada en el diario El Comercio, que el fujimorismo no sea propiamente una ideología —un rígido programa político con una visión de país—, sino más bien una manera de gobernar: “Una forma de hacer política en que se mezclan caudillismo, populismo, clientelismo y abuso del poder”.

Desde los 90, el fujimorismo ha pervivido a pesar de los crímenes comprobados de su cabeza más visible, Alberto Fujimori, preso por crímenes de lesa humanidad y corrupción. Aunque los cargos son un peso que desharía las pretensiones de cualquier movimiento político y lo haría caer en desgracia, en el caso del fujimorismo es un mal menor: su fuerza electoral ha preferido pensar que, pese a que actuó como actuó, Fujimori alentó un país más seguro, eliminó a la guerrilla Sendero Luminoso y abrazó el crecimiento económico.

El fujimorismo continúa en pie y tiene poder: el Congreso que se instalará el 28 de julio tiene a 73 fujimoristas en la lista, más del 51 %, lo que les permitirá imponer políticas económicas y sociales a su gusto. En el Congreso, el hermano menor de Keiko, Kenji, es quien lidera: fue el congresista más votado de su partido y el primero en todas las votaciones con 326.000 votos. Su partido, Fuerza Popular, obtuvo más de 4’400.000 votos, seguido por Peruanos por el Kambio (PPK).

El escenario que sigue en Perú es difícil. Si los resultados se mantienen y PPK conserva la diferencia, así sea mínima, tendrá un gobierno difícil. “Le espera un Congreso adverso, deberá tener un fuerte trabajo de articulación”, dijo a la AFP Luis Benavente, director de la consultora Vox Pópuli. El sociólogo Javier Barreda aconseja: “Después de ganar con un voto prestado, deberá tender puentes con el fujimorismo”.

Una segunda derrota de Keiko Fujimori podría abrir fisuras en su liderazgo en el partido. “Keiko Fujimori enfrentará la difícil situación de tener que hacer de tripas, corazón, para continuar después de una década en campaña, por al menos un lustro más, en medio de la ambición del fujimorismo duro encarnado por su hermano Kenji –quien ni siquiera fue a votar por su hermana el domingo–, pero, principalmente, de un antifujimorismo tan fuerte que se reactiva en cada nueva elección, impidiéndole un retorno al poder”, explicaba Álvarez Rodrich.

Por Redacción El Mundo

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