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Pussy Riot: las perseguidas de Rusia

Las jóvenes que en diciembre pasado fueron liberadas tras dos años en prisión por actos de vandalismo e incitación al odio, han sido detenidas y arrestadas tres veces en los últimos días por un supuesto robo en Sochi.

Sara Malagón Llano
18 de febrero de 2014 - 07:35 p. m.
Tolokónnikova y Aliójina, dos de las tres integrantes del grupo Pussy Riot que fueron condenadas a penas de prisión por escenificar una plegaria punk en una catedral ortodoxa./ EFE
Tolokónnikova y Aliójina, dos de las tres integrantes del grupo Pussy Riot que fueron condenadas a penas de prisión por escenificar una plegaria punk en una catedral ortodoxa./ EFE

El grupo feminista ruso Pussy Riot se convirtió en un fenómeno internacional luego de una serie de actuaciones relámpago en varios lugares de Moscú (estaciones de metro, una prisión, las afueras del Kremlin) que culminaron con una presentación el 21 de febrero de 2012 en la principal iglesia de Moscú, la Catedral de Cristo Salvador, un ícono de la fe ortodoxa que fue destruido durante la época soviética y reconstruido en los años 90.

Durante su presentación, en el altar de la Catedral, las integrantes del grupo punk le pedían a la Virgen que sacara a Putin del poder. En el video de su protesta, que se hizo viral en la red, se ve a las activistas besando el suelo y haciendo reverencias antes de ser sacadas por el personal de seguridad del templo.

Este acto musical y tremendamente político se convirtió en el símbolo más notable del descontento de una parte de la sociedad rusa en contra de Putin, quien para esa época comenzó a ser llamado “zar” por algunos miembros de la oposición.

Privilegiando el anonimato de sus miembros (se cree que son unas treinta en Rusia y todas suelen presentarse en público con una máscara conocida como balaclava), Pussy Riot presenta una forma de la disidencia ciudadana que, sin afiliaciones con la política tradicional, se vale del arte para mostrar su mensaje: “Las cosas no están bien y más vale hacer algo al respecto”.

Luego de un polémico juicio, en el que una de las tres acusadas logró ser liberada después de apelar la sentencia, Tolokonnikova y Alyokhina fueron condenadas a dos años de prisión en distintas colonias penales rusas (en una de ellas el comandante de la guardia se declaró estalinista, según contó Tolokonnikova en una carta abierta).

La liberación de las activistas llegó en diciembre pasado, apenas un par de meses antes de los Juegos Olímpicos de Invierno que se celebran ahora en la ciudad rusa de Sochi.

Este martes fueron detenidas de nuevo. Tolokonnikova y Alyokhina aseguraron en Twitter que paseaban por el centro de la ciudad de Sochi, a treinta kilómetros de la sede de los Juegos Olímpicos de invierno, y que no participaban en ningún acto de protesta cuando fueron arrestadas.

"En el momento de nuestra detención, no estábamos involucradas en ninguna protesta, estábamos caminando por Sochi", dijo Tolokonnikova en Twitter, que contó además que fueron arrestadas junto a otras cinco personas. Según Alyokhina, fueron detenidas junto a la iglesia del Arcángel Miguel por ser “sospechosas de un delito común". Ambas activistas dijeron que los agentes utilizaron la fuerza. Según Tolokonnikova, la de este martes es la tercera detención que sufrieron en 48 horas, ya que habían sido detenidas durante algunas horas el lunes y el domingo.

Fuentes del Ministerio del Interior citadas por el portal informativo Lifenews indicaron que las Pussy Riot fueron detenidas por trasgredir la norma administrativa que obliga a todas las personas que llegan a Sochi a censarse en un plazo de 24 horas.

¿Pero es acaso esa la verdadera razón del arresto? ¿Es acaso una coincidencia que las hayan detenido ya tres veces en tres días después de que Alyokhina y Tolokonnikova regresaran hace poco a Rusia tras una gira por Europa y Estados Unidos, durante la que denunciaron el autoritarismo de Putin y las condiciones carcelarias rusas? Las Pussy Riot no estaban en Sochi por los Juegos Olímpicos: estaban allí para grabar una película musical titulada "Putin te enseñará a amar la madre patria", como afirma el marido de Tolokónnikova. Teniendo en cuenta la historia de censura de la que han sido víctimas estas artistas, es preciso y más que legítimo poner las razones del arresto y las detenciones en duda, o al menos sospechar de ellas.

Por Sara Malagón Llano

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